ISSN 2448- 7317
SOCIEDAD MEXICANA

DE
PSICOLOGÍA SOCIAL
REVISTA SOMEPSO
|Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre (2017) |
Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 2017 ISSN 2448- 7317
REVISTA DE LA SOCIEDAD MEXICANA DE PSICOLOGÍA SOCIAL
El objetivo de esta revista es fomentar la reflexión, el debate y el diálogo al interior de la disciplina y fuera de ella al abordar diversos fenómenos sociales contemporáneos desde una postura crítica sobre la articulación entre los diferentes dominios de la actividad humana.
SOCIEDAD MEXICANA DE
PSICOLOGÍA SOCIAL
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Revista SOMEPSO, vol. 2, núm 1-2, Enero-diciembre, 2017, es una Publicación semestral editada por la Sociedad Mexicana de Psicología Social AC, calle Altar 55, Col. Prados de Coyoacán, Delegación Coyoacán, C.P. 04810, Tel. (55) 58044790, ext. 6470, Página web https://somepso.wordpress.com Correo electrónico: revistasomepso@outlook.com Editor responsible: José Juan Soto Ramírez. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2016-080311373900-102, ISSN: 2448-7317, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número, Secretario de Publicaciones, José Juan Soto Ramírez, calle Altar 55, Col. Prados de Coyoacán, Delegación Coyoacán, C.P. 04810, fecha de última modificación, 29 de junio de 2017 .
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ÍNDIC E
Número 1
Presentación 4- 6
JuanSoto Ramírez
Artículos
Imaginarios sociales presentes en la prensa escrita de la ciudad de Medellín sobre las FARC-EP, en el contexto de
los diálogos de paz desarrollados desde 2012 en la Habana, Cuba 7- 25
AnaIsabelMesaGonzález,LuisaEspinalRamírezyJuanCarlosArboleda Ariza
Luchas de las mujeres para la construcción de la paz y sus resistencias a la propagación de la violencia: una mirada
desde el conflicto armado colombiano 26- 59
JuanDavidVillaGómez,ManuelaAvendañoRamírezyEstefaníaGarcía Arcila Retratos de familia: el modelo nuclear como artificio de la sociedad occidental
60- 103
ArmandoGutiérrez Escalante
Las paradojas sociales y la psicología social
104- 119
JavierÁlvarez Bermúdez Disertaciones
Sobre el papel del psicólogo social BlancaReguero Reza
120- 124
La piratería
PabloFernández Christlieb
125- 126
Reseñas
Psicologías sociales aplicadas. Temas clásicos, nuevas aproximaciones y campos interdisciplinarios
127- 133
GustavoSerrano Padilla La función de las terrazas
134- 137
JorgeMendoza García Normas de publicación
138- 139
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Presentación
Juan Soto Ramírez 1
El 26 de octubre de este año, la Sociedad Mexicana de Psicología Social (Somepso), cumple 30 años de haberse constituido como una Asociación Civil. Y, el 13 de junio de este mismo año, esta revista cumplió ya, un año de estar alojada en su sitio web. Este año también es especial porque se celebra el VIII Congreso Nacional de nuestra sociedad. De tal manera que la aparición de este número de la revista, también se encuentra en medio de todas estas celebraciones. Es parte del esfuerzo y empeño académicos de toda una comunidad que trabaja en este proyecto editorial y que se ha
ido modificando en este breve lapso, pero que también ha visto llegar gente nueva. Lentamente, a este proyecto editorial se han ido sumando fuerzas. Pero una de ellas. Muy valiosa y meritoria. Es la de los estudiantes que trabajan en este proyecto editorial. Esto ha permitido fortalecer el trabajo en equipo, pero sobre todo el trabajo
intergeneracional. Si este proyecto editorial logra germinar. Si se convierte en uno de largo aliento, sería estupendo que ellos, quienes están ya involucrados con el proyecto y aprendiendo de esta labor, se hicieran cargo de esta u otras revistas.
En este nuevo número se incluyen los cuatro habituales trabajos con los que se ha venido manejando la publicación. El primero es un trabajo de investigación que versa sobre lo que los autores han referido como ‘imaginarios sociales’. ¿De qué? De las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (Farc-Ep). El corpus de este trabajo fueron las notas publicadas en dos diarios: ElMundoy El Colombiano entre 2012 y 2015. Todos los datos se analizaron recurriendo al ‘análisis documental’ y echando mano de softwarepara el análisis cualitativo de los datos. Se trata de una investigación ingeniosa que tuvo a bien analizar dichos imaginarios en el marco de los denominados ‘Diálogos de paz’ que tuvieron lugar en La Habana desde el 2012. Al anclar este ejercicio de reflexión y análisis a diversos pasajes que se ofrecen en el texto, el lector podrá descubrir esos adjetivos, metáforas, ironías, etc., que tienen importancia
en el momento de ‘describir’ al otro (en este caso a las Farc-Ep). Uno de los a spectos
1 Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Correo electrónico:
juansotoram@hotmail.com
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Presentac ión
importantes que se encuentra presente en el texto es el hecho de identificar, sin miramientos, que las narraciones, las descripciones, los relatos, etc., no son neutrales. Que tienen un papel ‘activo’. Describir es ‘construir’ al otro (categorizarlo, descalificarlo,
situarlo, etc.). Llevar esta discusión al análisis de las notas periodísticas permitirá a los lectores contar con una interesante lectura del proceso de ‘pacificación’ en Colombia.
El siguiente trabajo, cuyo escenario es el conflicto armado en Colombia, está centrado en un aspecto singular: la resistencia de las mujeres a la guerra y la militarización, pero
destacando su trabajo y colaboración en la construcción de la paz. Aunque no se trata de una investigación que explore de primera mano estos fenómenos, la revisión de las bases de datos que cuentan con publicaciones sobre el tema dio como resultado un buen ejercicio de sistematización de dichos materiales. Para lograr cubrir el objetivo se priorizó la revisión de artículos publicados entre 2010 y 2016. Sin proponérselo, esta investigación y la mencionada anteriormente, se encuentran situadas en un lapso simultáneo. De tal manera que, si se revisan ambos textos, los lectores podrán t ener
una muy buena lectura del proceso de paz en Colombia. Aunque son dos aproximaciones epistemológicas y metodológicas diferentes entre sí, si se revisan ambos textos el lector podrá tener dos miradas que, sin quererlo, de pronto convergen.
En este trabajo se destacan algunas dimensiones de la participación política de las mujeres en la construcción de la paz lo que aporta para comprender, de modo muy específico, en dónde ha destacado su colaboración.
El tercer trabajo es una reflexión crítica y, podríamos decir ‘ilustrada’, sobre lo que se ha dado por llamar ‘la familia nuclear’. Resultado, obviamente, de los cambios en la
historia de las sociedades. En este caso las sociedades occidentales. En este trabajo se realizó una revisión de algunos ‘modelos de familia’ a la vez que se sostiene la idea de que la denominada ‘familia nuclear’ es un producto histórico. Es decir, una especie de ‘forma de vida’ anclada a ‘realidades y relaciones’ (de parentesco, sobre todo). Continuando con una añeja discusión sobre el tema de la ‘familia’, el texto aborda
distintas aristas relacionadas con el matrimonio, los afectos como base de las relaciones, pero, más interesante, el papel social o las atribuciones morales que se le han adjudicado a la familia (concebida recalcitrantemente como la ‘base de la sociedad’). El texto cuenta con un buen arsenal de datos históricos, políticos, religiosos, antropológicos, etc., para entender cómo es que la familia fue ganando adeptos
sociales, morales, culturales e, incluso, funcionales. Pero lo que se critica, y se hace de muy buena manera, es la insostenible idea de que la ‘familia’ es algo que está inscrito en la Naturaleza. No es, ni por asomo, algo que pueda reconocerse en el ‘orden natural’. Critica sustentada en argumentos que hay que agradecer. Para los interesados en el tema este artículo será de provecho ya que se trata de una lectura mordaz sobre las tipificaciones que de la familia se han realizado en diversos momentos de la historia. A
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Presentación
su vez, esta cuidadosa reflexión ofrece, también, un nutrido cuerpo de bibliografía que sirve como referente para especialistas y curiosos sobre el tema.
El trabajo que cierra la sección de artículos es uno que se propuso ofrecer un panorama actual de la psicología social partiendo del análisis de distintos acontecimientos, políticos y sociales principalmente. De acuerdo con el texto, cuando en la realidad social ocurre lo que políticamente es improbable, entonces debemos poner atención en ello. Es decir, cuando se quebranta el carácter ‘canónico’ de la realidad social, política o
cultual. Los sucesos sociales ‘paradójicos’ resultan ser atractivos para el análisis y la discusión al interior de la psicología social. Aunque la lectura de sucesos emergentes se realiza a partir de bibliografía no tan actual, de alguna manera se sortean las trabas para configurar un discurso que trate, al menos, de hacer inteligible la realidad social tratando de construir significados cuando ocurre lo que se espera, no debería de ocurrir. Aunque se trata de un texto corto y limitado, puede servir de guía a los estudiantes que se van iniciando en la psicología social .
Después de un año, se tomó la decisión de abrir una nueva sección en la revista. Esta lleva por nombre Disertaciones. El objetivo es incluir trabajos de reflexión sobre
diversos temas sin que tengan que pasar por el proceso de la dictaminación. Se trata de una sección un tanto más lúdica donde los lectores podrán encontrar textos que, de algún modo, tendrán un rostro distinto al de los artículos. No por ello menos
interesantes, críticos y profundos. Esta nueva sección arranca con dos textos. Uno de Blanca Reguero titulado Sobreelpapeldelpsicólogosocialque es una dura crítica a algunas formas de hacer psicología social en el siglo XXI caracterizado, entre otras
cosas, por la desigualdad social, el uso indiscriminado de las nuevas tecnologías y la violencia. Texto en el que se sostiene la idea de que la psicología social es, ante todo, una necesidad. El otro texto de esta nueva sección es uno de Pablo Fernández Chrsitlieb, titulado Lapiratería. En 805 palabras, descontando las dos del título para ser exactos, se ofrece una divertida reflexión sobre ‘los piratas’ y ‘la piratería’. Ese fabuloso mundo
ilegal de las imitaciones que todos, de sobra, conocemos. Para cerrar este número, tenemos dos reseñas, una del libro de Psicologíassocialesaplicadasy otra del que lleva el título deLafuncióndelasterrazas. Ambos publicados en 2016 y cuya temática central es la psicología social. Así pues, este nuevo número de la revista. Verbavolant, scripta manent .
“Presentación” por

Juan Soto Ramírez
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IMAGINARIOS SOCIALES PRESENTES EN LA PRENSA ESCRITA DE LA CIUDAD DE MEDELLÍN SOBRE LAS FARC-EP, EN EL CONTEXTO DE LOS DIÁLOGOS DE PAZ DESARROLLADOS DESDE 2012 EN LA HABANA, CUBA
Ana Isabel Mesa González1; Luisa Espinal Ramírez2; y Juan Carlos Arboleda Ariza 3
Resumen
La presente investigación se trazó como objetivo la comprensión de las prácticas discursivas en que los medios de comunicación escritos de Medellín construyen imaginarios sociales respecto a las FARC–EP, en el marco de los Diálogos de Paz que se desarrollaron desde 2012, en La Habana, Cuba. Se partió de una concepción de los discursos como estrategias narrativas constructoras de verdad y se analizaron sus significaciones a través de los imaginarios sociales dentro del contexto de las
negociaciones del proceso. Esta investigación de tipo cualitativo utilizó la técnica de análisis documental para la recolección de datos, con el fin de profundizar posteriormente en su comprensión siguiendo la propuesta metodológica del análisis del discurso. Los resultados arrojados por el análisis permitieron identificar y relacionar cuatro imaginarios que los medios de comunicación construyen alrededor de las FARC, tales como la naturaleza monstruosa que se les supone, el imperio del terror que
configura sus actos, el interés particular que tienen en destruir y los engaños que esconden sus palabras. A través de distintos recursos retóricos, los medios promueven el miedo y la desconfianza, de tal forma que difunden la idea de las FARC-EP como un interlocutor fallido en el proceso de paz, siendo inviable, desde su perspectiva, la solución del conflicto armado colombiano a través del diálogo.
Palabras clave: imaginario, diálogo, medios de comunicación, guerrilla, interlocutor fallido .
1 Investigadora independiente. Correo electrónico: ana.isabelmesa@gmail.com
2 Profesora de la Facultad de Psicología de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano sede Medellín. Correo electrónico: luisa.espinal.ramirez@gmail.com
3 Profesor del Departamento de Psicología de la Universidad de Chile. Correo electrónico:
arboledaariza@gmail.com
Imaginarios sociales presentes en la prensa escrita…
Abstract
This research had the objective to understand the discursive practices in which the written press of Medellín build up social imaginaries about the FARC-EP in the context of the Peace Dialogues that took place since 2012 in Havana, Cuba. In order to do so,
the research took an idea of the discourses as narrative strategies that build realities in where could be analyze its meanings through the socials imaginaries in the context of the peace dealing. This qualitative investigation used the document analysis technique for the data collection with the aim of delve in the propose of the research taking the methodology of discursive analysis. The results produced by the analysis allowed
identify and relate four social imaginaries that are build by the written press about the FARC-EP, and which are related to the monstrous nature that is supposed to them, with the empire of terror that shape their actions, with the special interest that they have in destroying and with the deceits that hide his words. Using different theoretical resources the media promotes fear and distrust, instituting the idea of FARC-EP as a failed negotiator in the Peace Dialogues. This perspective shows the dialogue as something non-viable to solve the Colombian conflict.
Key words: imaginarie, dialogue, media, guerrilla, failed negotiator.
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Ana Isabel Mesa González; Luisa Espinal Ramírez; Juan Carlos Arboleda Ariza
Los medios de comunicación, comprendidos como instituciones sociales, son quienes tienen la capacidad de incidir en las opiniones que se producen alrededor de diversos sucesos que ocurren en la cotidianidad de las personas, generando interpretaciones que establecen una manera de comprender los fenómenos. En el conflicto armado colombiano, los medios se han configurado como uno de los
actores que constituyen verdades, posibilitando o detrayendo diversas formas de resolución.
Las interpretaciones que se configuran como verdad, fueron concebidas por esta investigación como imaginarios sociales, los cuales aparecen en diversas dimensiones: una de ellas es la simbólica, que se materializa a través de discursos
cuya aparición y reproducción es posible gracias a los medios de comunicación ; su estudio permite concluir su legitimidad a través de quienes los expresan, validar su pertinencia contextual y, por ende, vislumbrar su relevancia social. Presenciar un nuevo escenario de resolución del conflicto en Colombia, insta a analizar la relevancia de la construcción y difusión de dichos imaginarios sociales, a través de los medios de comunicación. Aunque han sido múltiples los intentos de acercarse a la paz con diferentes actores armados —entre ellos la guerrilla de las FARC–EP (cuyos orígenes se remontan a más de 60 años de historia) —, no se encuentra un proceso con un pacto exitoso.
Según el Centro de Memoria Paz y Reconciliación (2014), en Colombia se han desarrollado ocho intentos de resolución del conflicto mediante el diálogo, de los cuales cuatro están directamente relacionados con las FARC. El primero de los intentos con esta guerrilla fue el llamado Pacto de la Uribe, firmado en 1984. El segundo proceso se dio en manos del entonces presidente César Gaviria, en 1991. El tercer proceso de paz fue el del Caguán, iniciado en 1998. Y así hasta que
finalmente, en 2012, se hizo pública una nueva iniciativa para desarrollar un nuevo proceso de paz entre el Gobierno Nacional, presidido por Juan Manuel Santos, con el grupo guerrillero FARC-EP. Dicha iniciativa destaca novedosas apuestas, ya que por primera vez en la historia de las negociaciones del país se logró firmar acuerdos con este actor del conflicto.
Debido a las características que evidencia el actual proceso de paz, puede considerarse como un capítulo de gran relevancia para la contemporaneidad de l conflicto armado colombiano. Este aspecto suscitó el propósito de analizar los modos de construcción de imaginarios sociales en la prensa escrita de Medellín , en el periodo 2012-2015, sobre las FARC–EP, en el marco de los Diálogos de P az, desarrollados en La Habana, Cuba.
Incidencia de los medios de comunicación en los procesos de conflicto y negociación
Al ser esta negociación un hito histórico en el conflicto colombiano, su análisis trasciende todos los ámbitos de las ciencias sociales. Su comprensión no se encuentra únicamente en el plano de aquello que consideramos como violencia,
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Imaginarios sociales presentes en la prensa escrita…
incidencia política o lo histórico-social, sino que también puede contemplarse su importancia desde las construcciones discursivas, teniendo en cuenta que, el discurso actúa como productor de verdades (Britos, 2003). La producción de verdad respecto al conflicto no se apoya en descripciones y explicaciones objetivas del mismo, sino en la manera en cómo se ha constituido his tóricamente
este objeto mediante las voluntades de verdad que le atraviesan (Zuleta, 2011). Una voluntad de verdad establece límites diferenciadores entre denominaciones que se estiman como válidas dentro de una sociedad en un determinado momento histórico, y aquellas que, por el contrario, son consideradas como falsas (Rujas, 2010); en este sentido, Foucault (1970)
argumenta que estas denominaciones estimadas como válidas se soportan en instituciones como los medios de comunicación, que suelen tener poder y que ejercen presión y coacción sobre los discursos sociales.
Los medios de comunicación constituyen, entonces, uno de dichos cimientos institucionales promotores de discursos —productores de verdades— en las sociedades contemporáneas, y, por tanto, vienen presionados por las voluntades de verdad. Bajo esta mirada, estos canales de difusión tienen el poder de crear realidades sobre los Diálogos de Paz a través de sentidos, en los que están inmersos valores y sentimientos imperceptibles a la conciencia del público, pero que pueden ser nombrados por éste (Lakoff, 2004).
El imaginario social a través del discurso
Los sentidos a través de los cuales se crean dichas realidades, frente a los que hace mención Lakoff (2004), se identifican mediante las prácticas discursivas;
éstas, a su vez, permiten revelar los imaginarios sociales que anteceden al discurso y son una serie de significaciones que sobrepasan los elementos de lo real y las referencias a lo racional, las cuales son creadas y compartidas por una colectividad (Castoriadis, 2003). Estas significaciones se ubican como creencias que predeterminan las reflexiones racionales y conscientes, pues tal y como lo afirma Lizcano, “el imaginario educa la mirada, una mirada que no mira nunca directamente las cosas: la mira a través de las configuraciones imaginarias en las que el ojo se alimenta” (2006, p. 42).
En este sentido, para Castoriadis (1975) la realidad no está constituida por elementos puros y fijos que existen y actúan con independencia de quién los observe, por el contrario, propone que la realidad para los individuos sociales es
una construcción que se instituye, reproduce y se transforma en un nivel imaginario bajo las significaciones propias de cada sociedad. Partiendo de este supuesto, las significaciones imaginarias (o imaginarios sociales) se asumen , entonces, no como fenómenos u objetos identificables y describibles con
respecto a otros objetos sociales presentes en una “realidad” estática y dada, sino que, por el contrario, los definimos como una construcción teórica que per mite leer o comprender lo social, al punto que Castoriadis aseverará que las sociedades
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tienen su propio sistema de interpretación del mundo y dicha interpretación es , a su vez, de forma retroactiva, constructora de su propio mundo. (Castoriadis, 1982) .
No obstante, los imaginarios sociales no aparecen como construcciones ni como presupuesto en la consciencia de las personas, sino que aparecen como
significaciones últimas que dan sentidos, dirigen y mantienen las lógicas de las relaciones y explicaciones entre los seres humanos y el mundo; es decir, marcan un orden social. En ellos se traza una línea de dirección, una legítima, la que se ha construido por la colectividad, para su imaginación, sus ideas y sus prácticas. Para Fernández (2006) “cada imaginario marca un cerco […] pero también abre
todo un abanico de posibilidades” (p. 43).
En la medida en que los imaginarios sociales marcan un orden social, direccionan los discursos que circulan en la sociedad, y, como parte de ésta, en los medios. No obstante, las voluntades de verdad soportadas por la institucionalidad comunicacional, posicionan ciertas nociones que privilegian o desfavorecen determinados imaginarios. Esta particularidad se soporta, según Foucault (1966), debido a la relación que establece el ser humano con el lenguaje, en donde no solo actúa como ente transformador a través de sus deseos, voluntades y libertades, sino que, además, es direccionado por éste, ya que las experiencias, los prejuicios y los hábitos que anteceden al ser humano ejercen dominio sobre sus discursos y, por ende, sobre los sentidos construidos en torno al mundo.
En consecuencia, son los medios quienes posibilitan la circulación de la información sobre lo que sucede en Cuba respecto al desarrollo de los Diálogos de Paz; son ellos quienes cuentan los avances y retrocesos, generando, así, un
especial dominio sobre los discursos cotidianos. Tal como lo indica Ianni (2006), los medios de comunicación influyen en el imaginario de la gran mayoría de las personas, ejerciendo un control especial sobre la valoración que se hace de los hechos, jerarquizándolos y categorizándolos como relevantes o secundarios. Son los medios, como instituciones, quienes gestionan el conjunto de sentidos construidos socialmente, en la medida en que masifican las acciones individuales. Son los medios quienes en la difusión de sus discursos hacen accesible para todas las personas las distintas interpretaciones, generando entendimientos comunes (Comas, 2008). A través de su influencia en las prácticas discursivas que construyen y difunden con relación a los Diálogos de Paz, los medios justifican, recrean, mitifican y construyen diferentes imaginarios sociales.
Siguiendo esta idea, Van Dijk (1994) afirma que son los dueños del discurso — entre ellos los medios de comunicación— quienes determinan de qué habla la gente, de qué se puede hablar, y establecen las limitaciones al respecto.
No obstante, no se puede afirmar que son éstos quienes orientan unidireccionalmente las prácticas sociales y los discursos que se entretejen en las relaciones cotidianas, sin olvidar por esto que actúan en ocasiones como constructores de significaciones gracias a la potencia creativa que posee el
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imaginario social, lo que hace pensar que su influencia en la opinión de los ciudadanos podría sentar nuevos significados respecto a los imaginarios que circundan este proceso de negociación.
Imaginarios sociales y medios de comunicación en las investigaciones de ciencias s ociales
La relevancia social de las posibles formas de resolución del conflicto armado, entre ellas, el actual proceso de negociación, permite a las ciencias sociales y humanas profundizar en sus objetos de estudio, los cuales se ponen de manifiesto
en la continua e ingente variedad de discursos que se circunscriben a las estrategias de búsqueda de la paz y que generan relatos respecto a la forma como es comprendida la historia, las características, las consecuencias y los actores del conflicto. Estas narraciones4 como objeto de entendimiento y análisis han sido abordadas desde diversas pesquisas enmarcadas en las ciencias s ociales. Sus resultados y hallazgos han arrojado información relevante para la comprensión del conflicto y sus formas de resolución. Algunas de estas narraciones han abordado los procesos de paz en general; otras, los procesos de paz relacionados con el conflicto colombiano en particular, y algunas más corresponden a la relación entre los procesos de paz en Colombia y los medios de comunicación, estas últimas son, por cierto, el soporte académico que orienta la presente investigación.
Respecto a las investigaciones relacionadas con los procesos de paz e n Colombia aparecen propuestas como las de Peral & Peco (2005), donde se hace un recorrido cronológico amplio sobre la historia del conflicto en Colombia. En
este recorrido se muestran los antecedentes del conflicto, sus particularidades y consecuencias, la descripción de los actores armados que en él han intervenido, las estrategias usadas a la fecha para dar solución a este fenómeno y, finalmente , su relación con los derechos humanos. Desde una investigación cualitativa, suscrita en ciencias políticas y de carácter historiográfico, se presenta una visión actualizada, al 2005, de este fenómeno.
De acuerdo al objeto de estudio de esta investigación es posible encontrar diferentes análisis que relacionan los procesos de paz y los medios. Por su parte, Gutiérrez (2007) realiza una investigación de tipo periodístico, basada en el análisis crítico del discurso, acerca de la construcción que hacen los principales medios de comunicación escritos del país, frente a la opinión pública, de una
imagen prejuiciosa sobre los reinsertados, evidenciando como resultado que la prensa escrita es una institución creadora de estereotipos, lo que representa un obstáculo para el desarrollo de las estrategias políticas que buscan la resolución del conflicto.
4 Usaremos de manera indistinta los conceptos relato o narración de acuerdo con lo planteado por Ricoeur (1995) y Vázquez (2001).
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En este mismo ámbito aparecen pesquisas como la de Olave (2013), quien , partiendo de la propuesta metodológica del análisis crítico del discurso planteado por Van Dijk, pretende indagar las definiciones comunes que hacen las FARC– EP y el Gobierno de Juan Manuel Santos sobre la primera fase del proceso de paz en Colombia, evidenciando que sus discursos defieren entre ellos debido a que están
orientados por los intereses políticos que argumenta cada uno de los interlocutores en las alusiones que realizan a través de medios de com unicación. Siguiendo con la metodología de analizar los discursos, Medina (2009) realizó
un estudio sobre la representación que tienen sobre sí mismas las FARC-EP, sobre sus intereses, metas, fundamentos ideológicos y políticos, así como de sus
comportamientos. Para esto, analizó documentos, relatos e imaginarios en torno a la historia de vida personal de los miembros del grupo guerrillero y en torno a la historia misma de la fundación de esta guerrilla.
Por otra parte, la investigación realizada por Suárez (2014) permite vislumbrar, a través de un estudio de caso que se enmarca en la disciplina de ciencias políticas y relaciones internacionales, la importancia del entendimiento de los imaginarios de conflicto en pro de la resolución del mismo, en el marco del “proceso de paz” desarrollado actualmente en Colombia, ya que sus hallazgos evidencian que, específicamente en los jóvenes del Colegio Nueva York de Bogotá, las ideas alrededor del conflicto se configuran por la influencia de su círculo familiar, imposibilitando considerar otro tipo de pensamiento. Finalmente, y bajo esta misma línea, la investigación llevada a cabo por Correa
(2008) resalta la capacidad que tienen los medios de comunicación para intensificar el conflicto armado desde el punto de vista simbólico, a través del encubrimiento de ciertos hechos y la utilización de expresiones y lugares que
develan la intencionalidad de justificar sucesos y actores armados. Este estudio , que se enmarca como una investigación de comunicación de masas y que corresponde a una metodología de análisis de discurso, expone como resultado un conjunto de estereotipos que generan los medios y que intensifican, según este autor, el conflicto armado en Colombia.
El conflicto y sus formas de resolución, comprendidos como un fenómeno dinámico y amplio, argumentan las múltiples pesquisas que han hecho las ciencias sociales al respecto. No obstante, no se podría afirmar que el entendimiento del fenómeno está agotado; por el contrario, cada vez esta temática aborda más dimensiones históricas, sociales, culturales y políticas que demandan mayores análisis. Abordar la temática propuesta desde los imaginario s
sociales aporta un conocimiento contextualizado históricamente sobre los procesos de construcción de realidad, los cuales se expresan con ahínco a través de los medios de comunicación. Este análisis arroja entonces una lectura situada sobre la forma como se configura la verdad en este momento de la historia, pues
al ser el imaginario una forma de comprensión cambiante del tejido social, sus significaciones varían a lo largo del tiempo.
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Imaginarios sociales presentes en la prensa escrita…
Metodología
Para desarrollar esta investigación se definió que sería de tipo cualitativo y está orientada bajo el paradigma interpretativo, en la medida en que busca obtener como resultado una descripción y una narración acerca de la temática
seleccionada.
La recolección de datos se realizó a través del análisis documental, técnica que permite que una temática específica sea abordada en una compilación de diferentes documentos de la misma forma, sintetizándolos, organizándolos y comprendiéndolos con base a una descripción del documento, al resumen, a la
extracción de conceptos y a los aportes del documento al tema de investigación en general.
Los documentos elegidos para este análisis correspondieron a las edito riales publicadas entre 2012 y 2015 en los impresosElMundoy ElColombiano. Por una parte, la filosofía de estos medios los hizo pertinentes al momento de la elección, ya que el primero es representante del liberalismo y el segundo del conservatismo. Por otra parte, estos medios representan el liderazgo en la difusión de información, a través de la prensa escrita, en el departamento de Antioquia. Encontrando 163 editoriales relacionadas con esta temática: 46 en el periódico ElMundoy 117 en ElColombiano .
La recopilación y categorización de los documentos se realizó a través de la herramienta Atlas Ti, la cual permitió identificar imaginarios sociales abordados a través de 143 códigos que, según las unidades de sentido, fueron agrupados en 10 familias, las cuales representan los aspectos claves relacionados con la negociación, el conflicto, sus actores y las dimensiones sociales.
Para profundizar en la información segmentada se tomó como marco metodológico al análisis del discurso desde la postura de Van Dijk (1999), donde a partir de las categorías se analizaron citas claves para producir los resultados. Este análisis implicó, mediante la lectura detallada de los fragmentos, revisar la estructura posicional de las palabras en el discurso, su significado, las figuras retóricas que evidencian los imaginarios sociales, los sujetos que aparecen en el discurso y su influencia en la opinión pública; esto es, la forma en cómo son legitimados dichos imaginarios y, finalmente, cuáles son esos imaginarios que se hacen presentes para referirse a las FARC en el contexto de los Diálogos de Paz.
Resultados
La lectura detallada de las editoriales evidencia que los medios de comunicación desarrollan, en sus contenidos, temáticas relacionadas con los cinco puntos del acuerdo de paz, en la medida en que adquirían protagonismo a lo largo del
proceso. Como muestra de esto están las editoriales de 2014, donde el tema central es el de víctimas, ya que en este año se discutió dicho punto del acuerdo.
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No obstante, las narraciones no se ciñen a la descripción de lo que acontece en las conversaciones; es decir, a las discusiones que se tienen, a las responsabilidades que se asumirán con cada acuerdo, a las leyes que se ven involucradas, a los escenarios de intervención donde se implementarán las propuestas… sino, por el contrario, los discursos se centran en la participación de
los diferentes actores en cada una de las dimensiones a concretar. Esto es, en qué piensan, cuál es su postura, cuáles son sus intenciones, qué ideologías defiende n y cuáles son sus reacciones.
La forma en que se despliegan las narraciones de los medios sobre los diálogos de paz, permite identificar los imaginarios sociales; es decir, esas
concepciones que soportan los discursos, específicamente sobre los actores que participan en este proceso, pues es a través de ellos desde donde se narra lo que acontece.
La construcción y divulgación de los discursos de los medios de comunicación se establece a través de diversos personajes, entre los que destacan los interlocutores. Sobre éstos se edifican algunos imaginarios que pueden leerse mediante subcategorías que hacen relación a sus características, sus formas de pensar, de actuar, de relacionarse y su deber ser en la negociación, entre otros aspectos.
Dichas categorías hacen referencia a la segmentación específica de los actores, a las acreditaciones históricas y sociales que utilizan los medios como antecedentes y soportes informativos frente al proceso de paz, a los efectos que se derivarán —según los medios— en caso de finalizar el acuerdo, a las situaciones que afectan negativamente el proceso, a las percepciones y posiciones frente a la mesa de diálogo y a las expectativas de lo que se espera
debería suceder, además de los hechos violentos que han incidido en el conflicto colombiano en el marco de las actuaciones de las FARC, así como la relación que los medios suponen existe entre el gobierno y las FARC y los calificativos usados para describir al grupo guerrillero.
Si bien aparecen diversos actores a lo largo de los tres años de publicación de las editoriales analizadas, hay un actor principal que permanece durante el tiempo: es el actor FARC, sobre el cual se construyen diversas narrac iones, independientemente de la temática tratada. Se puede afirmar que son las FARC el actor protagónico. Los medios de comunicación construyen ampliamente sus discursos a partir de las relaciones que se manifiestan alrededor de este grupo; de igual forma, la libertad discursiva que evidencia el medio para describir los
actores se enriquece en figuras narrativas cuando se trata de las FARC.
Dichas narraciones permiten observar un gran discurso sobre el cual s e cimienta la opinión del medio; esto es, las FARC como un interlocutor fallido, aspecto que se soporta mediante la imposición de calificativos repetitivos que se
manifiestan a través de adjetivos, metáforas, frases irónicas, interpretación de intenciones, afectos, selección restringida de los argumentos expuestos por las
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FARC a lo largo del proceso y simplificación exagerada de las situaciones donde se dejan de mencionar detalles amplios del contexto.
El uso de estas figuras discursivas permite comprender por qué las FARC son un grupo inadecuado para la negociación, narraciones que hacen referencia a cuáles son los aspectos que los deslegitiman como negociadores; esto es, a la
naturaleza monstruosa que se le adjudica como esencia a las FARC, como constructoras de un imperio de terror en el cual el único interés es la destrucción y a sus palabras como engañosas y mentirosas. Estas categorías contemplan descripciones parcas, escuetas, contundentes y atemorizantes sobre lo que hace o pudiera llegar a hacer cualquier persona que esté relacionada con este grup o
guerrillero y, en la medida en que generan miedo, se hace entonces poco factible abrir un espacio para negociar, pues culturalmente los factores que generan temor deben ser controlados o repelidos.
Aspectos usados por los medios para deslegitimar a las FARC como negociador
Las FARC, un grupo de naturaleza monstruosa
Los medios de comunicación evidencian en sus narraciones lo que consideran como la naturaleza de las FARC, la cual se expresa en diferentes afirmaciones como un grupo no humano, cosificado, seres de esencia monstruosa, enfermos y carentes de cualquier sentimiento de nobleza. Para soportar la idea de que el grupo guerrillero es ilegítimo como parte negociadora por su condición inhumana, las editoriales se valen de una enumeración amplia de antivalores y
defectos, descripciones que realzan un sentido de descomposición de los individuos que conforman al grupo guerrillero. De igual forma, las expresiones que se hacen sobre el grupo omiten tajantemente su historia y la de sus integrantes, su caracterización aparece en momentos específicos privilegiando una mirada negativa y sesgada sobre lo que representan las FARC.
Tal y como se muestra en la siguiente cita, redactada por ElMundo, en octubre de 2014, el grupo guerrillero es construido discursivamente desde un solo lugar: el del victimario. En un contexto donde los diálogos comienzan a cerrar la negociación sobre el cuarto punto del acuerdo, el de “Víctimas”, se adjudica al actor guerrillero características que descalifican su carácter humano:
documentar los crímenes cometidos e incluso de proteger a las víctimas de que
sufran nuevos ataques por victimarios que parecieran insaciables en su odio y crueldad. Dado que las conversaciones tienen lugar con una guerrilla agresiva y cicatera, es claro que se necesita que el Estado, a través de todos sus organismos, exija a su contraparte reconocer, dar información que permita a los familiares de
víctimas saber algo cierto sobre sus seres queridos desaparecidos y resarcirles al menos en parte por tanto dolor y zozobra (El Mundo, 2014).
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Esta cita hace uso de tres figuras narrativas claves para soportar la esencia de las FARC y deslegitimar su rol negociador. La primera de ellas hace referencia a la maximización de su condición denigrante, en la medida en que se usan palabras radicales como “insaciables, odio y crueldad”, que evocan temor, ya que hacer uso de la palabra insaciable, implica entender que es una condición constante y
permanente, inherente al sujeto y que aumenta el horror en la medida en que es precedida por dos condiciones que condenan al actor a producir persehorror en el otro. Por otra parte, se maximizan las entidades gubernamentales que deben involucrarse para garantizar la buena voluntad del grupo guerrillero, pues se hace mención a que todos los organismos del Estado deben forzar al grupo guerrillero
a expresar bondad, ya que no hace parte de su ser. Finalmente, se exacerban los sentimientos que causan las FARC, con pronombres como “tanto”, que refieren a un grado elevado del afecto.
En esta misma cita, se muestra también cómo las víctimas se convierten en una estrategia retórica, en la medida en que mencionarlas con vehemencia y reiteración se convierte en el producto de la maldad de las FARC, lo que reafirma su condición como los únicos victimarios, responsables del sufrimiento y la incertidumbre de quienes padecen el efecto nocivo de la condición constitutiva del grupo guerrillero. De igual forma, la cita usa adjetivos que evalúan negativamente lo que son las FARC. Las palabras “agresivos y cicateros” reafirman el discurso de que las FARC están imposibilitadas intrínsecamente para negociar, pues priorizarán lo irrelevante y, además, son reactivas y pondrán en riesgo a quienes interactúen con ella s.
Todas estas descripciones edifican el imaginario de que las FARC se componen de una naturaleza destructiva, descompuesta y maldadosa, que
sobrepasa las condiciones históricas o del contexto y que, por el contrario, hace n parte de una estructura inmodificable que les impide actuar con conciencia y, por tanto, invalida su participación como interlocutor en una negociación política . Debido a esto, los medios de comunicación promueven que éste es un grupo frente al cual hay que buscar medidas de protección. La deslegitimación de las FARC no se soporta únicamente en su naturaleza, sus actuaciones también son traídas e interpretadas por los medios para afianzar su postura y configurar su verdad sobre el por qué el grupo guerrillero es un interlocutor fallido.
El imperio del terror de las FARC
Siendo consecuentes con la esencia que se le supone a las FARC, los medios de comunicación afirman en sus discursos que, al ser un actor dotado de maldad, sus acciones sólo podrán ser destructivas; frente a esta posibilidad inminente del daño, el diálogo representa estar vulnerables frente a la capacidad nociva del
grupo guerrillero. Este imaginario se soporta a través de narraciones que evocan situaciones donde las armas, los actos bélicos, los instrumentos de guerra y los daños humanos y materiales son protagonistas. En marzo de 2014, cuando las
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negociaciones comienzan a tocar el punto de “Víctimas”, ElColombiano, por ejemplo, muestra cómo la única forma de relacionamiento supuesta para las FARC es la violencia:
Una organización que a los deseos de paz del pueblo colombiano les responde con
bombazos y fusilamientos asqueantes de policías y soldados. Actos desprovistos de cualquier ética y honor militares, apenas expresiones de mentes enfermas cuya
guerra irregular no conoce límites ni códigos (El Colombiano, 2014).
La estrategia narrativa del medio se basa en la simplificación de las situaciones a través del uso de descripciones breves. Inicialmente, el medio aprovecha un suceso individual, el ataque a militares y soldados, para generalizar la noción de
que la única forma de respuesta de las FARC es con ataques violentos, desmedidos y sin límites. Las palabras bombazos, fusilamientos y asqueantes generan rechazo y cierran el espectro de la forma como pudiera reaccionar las FARC, omitiendo así la posibilidad de dialogar. Este mismo aspecto se sustenta con palabras ambivalentes como “irregular”, al referirse a su forma de actuación
en el conflicto, pues supone la incertidumbre de lo que el grupo guerrillero podría llegar a hacer. De igual forma, el uso de adverbios como “apenas” cuantifica la magnitud de los actos de las FARC, los cuales se entienden únicamente desde la enfermedad.
En esta misma cita, se hace una distinción entre población y miembros de las FARC, como buenos deseosos de la paz y malos generadores del combate, aspecto que reafirma su rol de único culpable. Siguiendo con este concepto, la
frase “actos desprovistos de cualquier ética y honor militares” marca una diferencia entre los actores que encabezan el enfrentamiento, pues se muestra claramente quién es el victimario, quién el héroe y quién podría en algún momento ocupar el lugar de la víctima. El discurso de culpable, soporta bajo esta mirada, una de las razones del por qué no puede negociarse con las FARC, pues cuando se es dueño de la responsabilidad de las acciones más atroces, las expectativas frente a lo que debe suceder son muy diferentes a concretar un acuerdo.
Cuatro meses después de ser publicada la cita anterior, en julio, cuando ya es convocada en La Habana una segunda delegación de “Víctimas”, El Colombiano hace uso de otra estrategia retórica para soportar dicha narración trayendo a colación fragmentos de figuras públicas relevantes, las cuales, a través de la descripción, se alinean con el discurso mediático:
Nos sumamos al llamado del presidente de la República, Juan Manuel Santos, en el
sentido de que las Farc, con ese terrorismo tan condenable, ’juegan con candela’ , literalmente, y que ante un interlocutor que se empeña en una violencia indiscriminada ‘este proceso puede terminar’ (El Colombiano, 2014) .
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En esta cita la figura usada para soportar el argumento del medio, hace referencia a quien representa el principal promotor de los diálogos de paz, no obstante, el medio hace uso de pequeños fragmentos entrecomillados para introducir su idea, el resto, corresponde a su interpretación de lo que podría haber sido el discurso original, pues no es presentado en la editorial. Este juego narrativo da veracidad
al discurso de que las FARC es un interlocutor fallido, pues como consecuencia de sus actos, los cuales están basados en un terror, que amenaza a todo Colombia sin distinción alguna, la negociación debería suspenderse, ya que dichos actos solo podrían subsanarse a través de la condena, el castigo, escuetamente el medio lo menciona a través de una frase popular, donde la única consecuencia
del interés de persistir en el error es quemarse.
Finalmente, en el análisis de esta cita aparece particularmente la palabra “empeño”, la cual dota de intencionalidad el accionar violento de las FARC, esto hace mención a un deseo, contrario a la descripción frecuente en la que los medios narran los actos violentos, donde éstos aparecen como hechos espontáneos de la naturaleza del grupo guerrillero. La descripción constante de hechos violentos y situaciones destructivas en las que las FARC se ve involucrada, ponen al grupo guerrillero en una posición poco confiable para negociar, ya que las expectativas que se derivan de sus acciones conllevan únicamente a pensar en que sus respuestas serán reactivas y consolidan ese imperio de terror que se les atribuye.
El imperio de terror que se adjudica a las FARC es explicado por los medios de comunicación desde dos perspectivas. Por un lado, como lo hemos visto, como una consecuencia de su naturaleza monstruosa; por el otro, como la materialización de un interés consciente y planeado. A continuación,
desarrollamos esta última perspectiva.
Interesados en destruir
A pesar de que, en la mayoría de las ocasiones, los medios de comunicación entienden la esencia y las actuaciones de las FARC como productos irracionales, propios de la falta de humanidad de sus individuos, cuando se hace referencia al grupo guerrillero en el contexto de su rol específico en las negociaciones, aparece un conjunto de intereses, que, suponen las editoriales, subyacen a la forma de actuar reflejada por las FARC. Dichos intereses aparecen a través de frases incompletas, ironía, sátira y preguntas generadoras de sospecha; cuestionando
así el rol del interlocutor.
ElColombiano, a través del siguiente pasaje, evidencia cómo los intereses supuestos a las FARC representan una limitante en la negociación en la medida en que abrir el espacio para dialogar implica abrir la posibilidad de que
manifiesten y alcancen sus deseos, los cuales trascienden los efectos de la violencia, poniendo en riesgo la estabilidad estatal. Esta postura detrae la intención de llegar a un acuerdo respecto al punto de víctimas que se negoci aba
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para el momento, en marzo, en los diálogos de paz, mes donde es publicada esta cita:
Creemos en el diálogo y en la paz, pero no a cualquier precio ni con interlocutores que parecieran estar interesados en rebajarse a los peores modelos políticos y militares, los de organizaciones inescrupulosas, ajenas al ideal de respeto a la humanidad de sus compatriotas. Que las Farc pasen al frente y expliquen tal
barbarie, para ver si entendemos por qué vale la pena mantener el esfuerzo de negociar el fin del conflicto armado con ellas (El Colombiano, 2014, párr.10).
Las editoriales evidencian en sus discursos la imposibilidad de comprender el por qué negociar con las FARC sería la mejor opción para resolver el conflicto. Inicialmente, en esta cita se usa la conjunción “pero” como una objeción que muestra el rechazo para dar continuidad a la negociación, sugiriendo que sostener este tratado implica un costo alto, no por el hecho de negociar, sino por quién representa el interlocutor. En este mismo sentido los argumentos que soportan la desconfianza que recae sobre el interlocutor se presentan mediante la palabra “pareciera”, como si fuera algo relativo, algo que puede estar sujeto a la percepción. No obstante, posterior a esto se enumeran afirmaciones concretas y negativas que se contraponen a la relativización, dotando los argumentos d e un carácter de verdad.
De igual forma aparece el uso de adjetivos que indican que las FARC persiguen sus intereses sin importar el modo para alcanzarlo. Además, que sus objetivos son contrarios a los de cualquier ser humano. Esta cita muestra también una estrategia narrativa que limita el entendimiento global de los argumentos que se exponen como intereses de las FARC, ya que se hace una calificación de
los supuestos deseos sin especificar a qué se refieren.
El carácter fallido del grupo guerrillero como negociador se soporta entonces en la advertencia que hacen los medios de comunicación sobre las consecuencias devastadoras que podrían derivarse de abrir un escenario para que las FARC expongan sus intereses, siendo consecuentes con la intención de prevenir, dichos
intereses no aparecen de manera explícita, omitiendo, así, el detalle sobre los mismos.
Esta simplificación de las descripciones, el uso de figuras retóricas como la sátira y la ironía también son utilizadas para deslegitimar a las FARC como negociadores desde lo que dicen, ya que al tener claridad sobre las consecuencias
negativas de sus intenciones, los medios esperan que sean las palabras de l as FARC las que demuestren esa mala intención y, en caso de contradecirla, se califican como mentirosas o engañosas, pues el único discurso considerado como verdadero es aquel que reafirma el imaginario divulgado por el medio.
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Toda palabra esconde un engaño
Partiendo de la existencia de una intención considerada como verdadera adjudicada a las FARC, los medios refutan versiones diferentes a través de estrategias retóricas como frases entrecomilladas, frases irónicas y el uso d e
preguntas capciosas al lector para promover la sospecha sobre lo que dicen las FARC. De acuerdo a las editoriales, escucharlos es abrir las puertas a la manipulación y los juegos malintencionados. La siguiente cita expuesta por El Colombiano, en septiembre de 2012, cuando se anunció la continuidad del cese al fuego hasta diciembre de ese mismo año, pone en duda la voluntad de las
FARC, anunciando que lo único que podría esperarse es un engaño.
A esto, ayer, se sumó el cinismo más recalcitrante del discurso leninista, la mentira abierta y sin sonrojo, la negación desvergonzada de todas las evidencias, y la esquizofrenia propia de quienes llevan años aislados del mundo y quieren aparecer
ahora como víctimas de la violencia y perseguidos por fuerzas fascistas ( El Colombiano, 2012).
Los discursos emitidos por las FARC carecen de credibilidad en la medida en que las apreciaciones que hacen las editoriales están basadas en el prejuicio que tienen de las FARC como emisor y no sobre los contenidos propios de sus argumentos, por esta razón la cita muestra la numeración continua de calificativos sobre lo que representa el grupo guerrillero y no sobre lo que dice.
La desconfianza se soporta no en lo dicho, sino en la actitud de quien lo dijo,
por ejemplo, no se hace explícita la “mentira”, sino que el detalle se pone sobre el hecho de pronunciarse “sin sonrojo”. En este mismo sentido sus palabras son descalificadas en la medida en que se parte del punto de que al ser aislados de la cotidianidad, no pueden ofrecer interpretaciones válidas sobre lo que acontece. El medio parte de una única verdad que no podría contemplar una posición
distinta, ya que dicha diferencia niega la comprensión de la realidad.
De igual forma, al comienzo de la cita hay una descalificación gene ralizada de cualquier tipo de discurso de las FARC y, posteriormente, cuando se traen a colación las palabras del grupo guerrillero mediante un juego narrativo, éstas también caen en la degradación de sus discursos, propia del párrafo.
A través del análisis de las estrategias discursivas usadas por los medios de comunicación en sus editoriales, de 2012 a 2015, relacionadas con los Diá logos de Paz desarrollados en La Habana, Cuba, aparecen imaginarios sobre las FARC como interlocutor que evidencian un rechazo a esta posibilidad de solución del conflicto, pues los atributos de maldad que se le suponen se presentan como una
verdad absoluta, sólida, que no está sujeta al cambio, ni por la condición del contexto, ni por el paso del tiempo. Asumir esta verdad como única impide que discursos alternos puedan ser tenidos en cuenta en esa construcción de realidad sobre el modo como nuestra sociedad debe encarar la solución del conflicto con el grupo guerrillero.
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Discusión
Los imaginarios sociales que se construyen y se difunden en las prácticas discursivas de los periódicos ElMundoy ElColombianoen el contexto de los Diálogos de Paz, no versan sobre el contenido mismo de las negociaciones, sino
que se edifican sobre los sentidos que se les atribuyen a los diferentes actores que en él participan.
Los sentidos que subyacen a los actores soportan la posición del medio frente a los Diálogos de Paz, favoreciendo o desfavoreciendo unas ideas sobre otras, respecto al modo como debe desarrollarse la negociación. De acuerdo con los
hallazgos, es posible afirmar que los medios de comunicación abordados no consideran como viable una solución del conflicto a través del diálogo, en la medida en que se ha construido y difundido un gran imaginario que deslegitima a las FARC en su papel de interlocutor.
Este gran imaginario se constituye entonces por cuatro narraciones principales, a saber: la naturaleza monstruosa de las FARC, el imperio del terror de las FARC, interesados en destruir y toda palabra es un engaño; presentadas con amplitud anteriormente. Estos relatos demuestran finalmente que posibilitar el fin del enfrentamiento a través del diálogo es asumir un riesgo, que no se presenta de manera explícita en las editoriales, pero que, suponen, atraviesa todas las esferas de la vida social y, por ende, afecta negativamente a todos los colombianos.
Partir de la certeza de un riesgo implica asumir una posición de temor y desconfianza frente a lo que significan las FARC, esta posición limita la oportunidad de otorgarle al grupo guerrillero una participación en la solución del
conflicto, pues su incidencia supone efectos nocivos, sugiriendo, a partir de allí, que la forma idónea en la que debe relacionarse la nación colombiana con estos individuos es a través del sometimiento de su cuerpo y su palabra.
La intención de los medios de comunicación de reproducir estos imaginarios sobre las FARC, produce la naturalización de estos sentidos, generando para los discursos alternos un significado de no real. Tal como lo afirma Castoriadis (1975) , en la medida en que los imaginarios son compartidos socialmente, se vela su proceso de construcción constituyéndose como una realidad. De esta forma, el imaginario aparece como algo natural y no como un símbolo que emerge en la interacción con otros.
Siguiendo esta línea de pensamiento y teniendo en cuenta que los imaginarios se expresan en los discursos, los medios emplean estrategias narrativas para soportar el gran imaginario de deslegitimidad del grupo guerrillero, valiéndose de la ironía frente al interés que podrían tener; de la construcción de preguntas que sugieren dudar frente a sus expresiones de
voluntad de paz; de la exclusión de detalles que amplían el contexto de los acontecimientos, dando prioridad a aquellos aspectos que desfavorecen su imagen; de reiteradas calificaciones negativas sobre lo que son, dicen, les interesa
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y hacen; de la maximización de los hechos violentos en los que figuran como directos responsables; de la alusión a expertos o personas de relevancia política para soportar el pensamiento de los medios sobre la forma idónea de negociar; de acudir a la noción de sentido común para sustentar que la negociación con las FARC es un medio errado para la terminación del conflicto y evocar afectos como
el miedo y la desconfianza, para posicionar su perspectiva. Son estas figuras retóricas las que comienzan a configurar un carácter de verdad acerca de la imposibilidad de negociar con las FARC, naturalizando la construcción de este imaginario.
El imaginario de las FARC como no apto para negociar se comparte como el
único posible, debido a la idea promovida por Lakoff (2004) donde los medios de comunicación, concebidos como cimientos institucionales, tienen el poder de construir verdades a través de sus discursos, valiéndose de la legitimidad que les es otorgada por la incidencia social que tienen sobre las opiniones.
Dicho poder incide directamente en la forma como se perciben las posibilidades de resolución del conflicto, resaltando que las significaciones que se crean alrededor de éstas no se ciñen propiamente sobre las nociones de paz y negociación, sino que versan sobre las cualidades que validan al interlocutor. Los resultados obtenidos en la presente investigación respecto a la construcción y difusión de imaginarios sobre las FARC en el marco de los Diálogos de Paz desarrollados en La Habana, Cuba, abren las puertas para profundizar en investigaciones posteriores, especialmente en poder comprender cómo estos sentidos trascienden las narraciones mediáticas, permeando las diferentes prácticas discursivas que toman lugar en la interacción cotidiana de la sociedad.
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“Imaginarios sociales presentes en la prensa escrita de la ciudad de Medellín sobre las FARC-EP en el contexto de los Diálogos de Paz desarrollados desde el 2012 en la
Habana, Cuba” de Ana Isabel Mesa-González ; Luisa Espinal-Ramírez ; y Juan Carlos Arboleda-Ariza se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución - NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional .
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Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 2017 ISSN 2448- 7317
LUCHAS DE LAS MUJERES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ Y SUS RESISTENCIAS A LA PROPAGACIÓN DE LA VIOLENCIA: UNA MIRADA DESDE EL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO
Juan David Villa Gómez1; Manuela Avendaño Ramírez2; y Estefanía García Arcila 3
Resumen
Este artículo tiene como objetivo recoger y hacer una sistematización de investigaciones y textos de reflexión teórica o investigativa acerca de las acciones de
resistencia de las mujeres a la guerra y la militarización, así como a su continuo trabajo por la construcción de la paz. Se revisaron las bases de datos: Scopus, Sage Publications, Taylor y Francis, Redalyc, Scielo y Dialnet; además de otras publicaciones que se han realizado sobre el tema, en el contexto colombiano: en los procesos sociales, las ONG y otras organizaciones internacionales, que no aparecen en estas
bases de datos. La revisión se realizó priorizando artículos entre 2010 y 2016, lo cual no excluye la presencia de otras referencias. La información se analizó según el método de análisis categorial por matrices, siguiendo un procedimiento intratextual de coherencia, uno intertextual y una codificación teórica que permitió cruzar las categorías con el marco geográfico de las acciones. En los resultados se abordan las
formas en las que las mujeres se movilizan públicamente para hacer resistencia, ya sea por medio de marchas y otro tipo de movilizaciones, acciones performativas y artísticas, o por medio de la incursión en la esfera política conformando movimientos sociales para dejar un impacto en el tejido social que genere transformaciones en su subjetividad como mujeres, en sus comunidades y en la sociedad en general.
Palabras clave: Resistencia, militarización, guerra, mujeres, transformaciones subjetivas, movilizaciones, participación política, paz.
1 Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Correo electrónico :
juand.villa@usbmed.edu.co
2 Psicóloga de la Universidad de San Buenaventura, Medellín, Colombia. Correo electrónico :
mavera95@hotmail.com
3 Psicóloga de la Universidad de San Buenaventura, Medellín, Colombia. Correo electrónico :
estefaq_18@hotmail. com
Luchas de las mujeres para la construcción de la paz…
Abstract
This article has as objective to collect and make a systematization of researches and theoretical or research reflection texts about the resistance actions of women to war and militarization and their continuous work for peace building. It has been reviewed
the data basis Scopus, Sage Publications, Taylor y Francis, Readalyc, Scielo and Dialnet; besides of other publications that have been done about the theme in Colombia: social processes, NGO and other international organizations that are not in the data basis. In the review, it has been prioritized articles between 2010 and 2016, which does not exclude the presence of other references. The information has been analysed according
to the method of categorical analysis by matrixes, following an intratextual procedure of coherence, another one intertextual and a theoretical codification that allowed crossing the categories with the geographical frame of the actions. In the results are addressed the forms in which women mobilize publicly to make resistance, either through marches or another types of mobilization, performative and artistic actions either the incursion into the political sphere conforming social movements to make an impact in the social tissue to generate transformations in their subjectivities as women, in their communities and in the society
Keywords: Resistance, militarization, war, women, subjective transformations, mobilizations, political participation, peace.
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Juan David Villa Gómez, Manuela Avendaño Ramírez y Estefanía García Arcila
Introducción
Este artículo revisa y reflexiona, a partir de publicaciones e investigaciones sobre las luchas de las mujeres para la construcción de paz y sus resistencias a la propagación de la violencia y la guerra en diferentes lugares del mundo,
especialmente en el contexto del conflicto armado colombiano. La revisión se enmarca dentro del trabajo desarrollado en el semillero de psicología social y política; y el proyecto de “Práctica profesional integrativa: Intervenciones psicosociales en contextos de violencia y construcción de paz”, desarrollado por el área de psicología social de la Universidad de San Buenaventura – Mede llín,
que involucra la acción conjunta entre la intervención y la investigación, los profesores y los estudiantes para promover una vinculación profunda entre teoría y praxis, acción social e investigación. Este trabajo ha tenido varias líneas de práctica, reflexión teórica e investigación, tales como: intervención psicosocial en contextos de conflicto y posconflicto, memoria colectiva e histórica, paz y reconciliación, patriarcado, género y violencia. En esta última se inscribe el texto que se presenta.
En este marco, partimos de la idea que las mujeres encuentran en el espectro de la guerra afectaciones particulares, desde las cuales se refuerzan subjetividades que construyen y rodean lo femenino, en especial, la sumisión en lo privado. De esta manera, bajo la lógica patriarcal de la guerra que militariza la vida cotidiana, se comienzan a normalizar sucesos que afectan especialmente a la población de mujeres y, por tal motivo, dichos sucesos son silenciados e invisibilizados. Según datos del Grupo de Memoria Histórica Colombiano (2011), las denuncias por hechos de violencia directa contra la mujer solo representan un
5%, en esta dirección entendemos que el bajo porcentaje se debe al miedo a nombrar lo sucedido; las mujeres frente a las instancias de denuncia pertinentes, tienden a disminuir sus experiencias y sentimientos para maximizar lo que han sufrido sus esposos, amigos, allegados, entre otros (Treviño, 2016; Grupo de Memoria Histórica, 2011). Sin embargo, en Colombia, según el registro único de víctimas, las mujeres implican, al menos, el 53% del universo de personas reconocidas por la unidad de atención y reparación a víctimas (UARIV) en el marco de los procesos de reparación abiertos por el Estado colombiano a través de la ley 1448 de 2011, o ley de víctimas (RUV, 2017).
La cuestión estriba en que en medio de estos contextos represivos, el sentir
la mujer es confinado al espacio privado. Sin embargo, en éste conflicto armado y en otros que se han desarrollado en el mundo, las mujeres transcienden lo que les ha sido impuesto, sacando a lo público lo que no ha sido nombrado, en medio de un sistema opresor que niega y minimiza lo vivido. En palabras de Villa, Restrepo, Gómez y Estrada (2016) se hace necesario dar a conocer no solo las
afectaciones sino también los espacios de resistencia creados por las mujeres; en los que se ha generado apoyo mutuo para la reconstrucción del tejido social,
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resurgimiento del proyecto de vida tanto personales como de las familias y las comunidades afectadas .
En ese sentido, en la relación de la mujer con la guerra, paradójicamente, se generan espacios de transformación subjetiva para las mismas. Mediante el uso de diferentes estrategias, las féminas han traído al espacio de lo social y lo
cotidiano los horrores de una lógica patriarcal destructiva que está impregnada, no solo en sus cuerpos, sino también en todo el corpus social. La mujer pasa de ser un bien privado, generador de vida y, susceptible de daño y control, para apropiarse de un rol político, desde el cual, desarrollan estrategias de cambio y trasformaciones sociales distintas a la eliminación sistemática del enemigo (Villa,
2014; Villa y otros, 2016). En palabras de Treviño (2016) la mujer une en la diferencia, haciendo uso de ésta para la construcción de nuevas realidades sociales; trayendo una visión descolonizada del mundo, que posibilita en primera instancia la expresión de la verdad y confrontación del pasado. Llevando, por ende, a través de la movilización, la organización, el apoyo mutuo y la lucha por sus derechos, a una lógica de reconciliación y curación de las heridas generadas en el marco de violencias sociopolíticas que ha desestructurado sus subjetividades, sus vínculos familiares y comunitarios, sus organizaciones y su tejido social.
Por esta razón se hace necesario evidenciar la resistencia de las mujeres a la guerra por medio de acciones para la paz, para revertir la lógica de la violencia e impulsar nuevos lenguajes y formas de encuentro en la diferencia. La resistencia cumple un papel de autoevaluación e iniciación política, cuyo resultado es el encuentro con otros que sufren experiencias similares, de lo cual, surgen vínculos que empoderan a las mujeres, llenándolas de las herramientas necesarias para
develar la naturalización de la violencia (Wilches, 2010; Barrero, 2011). Así mismo, es el medio para ser reconocidas como sujetos de derechos y como constructoras de realidades sociales alejadas de una visión del mundo androcéntrica, racista y colonial (Villa y otros, 2016)
La revisión realizada en este trabajo, recoge por tanto diversas investigaciones, reflexiones y procesos de intervención que se centran en aquellos procesos políticos, públicos, artísticos y culturales de resistencia contra la guerra, que han sido generados por el accionar de las mujeres, como forma de construcción de paz y como mediación para la reconstrucción de sentidos de vida. El proceso de investigación documental y de revisión partió de realizar un barrido por las bases de datos Scopus, Sage, Taylor y Francis, Redalyc, Scielo y
Dialnet; además de otras publicaciones que se han realizado sobre el tema en el contexto colombiano, en los procesos sociales de las ONG y otras organizaciones internacionales que no aparecen en estas bases de datos, con el fin de recopi lar artículos de investigación en psicología, ciencias sociales y otros textos de
reflexión teórica e investigativa sobre las formas en la que las mujeres se movilizan públicamente para hacer resistencia, ya sea por medio de marchas y otro tipo de movilizaciones, acciones performativas y artísticas o por medio de la
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incursión en la esfera política, conformando movimientos sociales que dejan un impacto en el tejido social, transformaciones en su subjetividad, en sus comunidades y en la sociedad en general.
Se tuvo como base el método hermenéutico, y se utilizó en el proceso un análisis de contenido categorial por matrices, procediendo de manera analítica,
combinando procesos inductivos y deductivos hasta llegar a interpretaciones que relacionan categorías; permitiendo en un primer momento realizar un procedimiento analítico de coherencia o intratextual, que posibilitó ubicar los aportes fundamentales del texto dentro de la matriz categorial según unidades gramaticales y conceptuales de sentido dentro de cada texto.
El segundo paso permitió hacer un análisis intertextual. Las categorías se cruzaron teóricamente, se identificaron textos siguiendo las macro- categorías emergentes: “Proceso histórico”, que hace referencia a una mediación introductoria, donde se recogen luchas y resistencias clásicas de las mujeres, que son emblemáticas, porque posibilitaron, además, reconocimientos históricos a los derechos de las mujeres y una forma de actuar en lo público diferente a la lógica masculina en sus luchas por la paz y contra la violencia, de tal manera que implicaba, además, acciones para transformar el registro central del sistema patriarcal.
La segunda categoría: “Acciones públicas” retoma la especificidad de lo femenino en sus formas para movilizarse y actuar social y políticamente, desarrollándose en tres subcategorías:
• “Acciones performativas”, que implican formas de manifestación que involucran el cuerpo como medio para realizar rituales y expresiones artísticas
que manifiestan lo que no puede ser nombrado, pero que generó horror y dolor. De tal manera que la acción produce, forma desde lo corporal, una transformación desde y hacia lo subjetivo; pero también en el escenario colectivo.
• “Movilizaciones”, entendida como el uso del espacio público para la denuncia, el encuentro y la movilización de las mujeres en contra de los actos bélicos. Las marchas, las manifestaciones, los plantones, las tomas de lugares, entre otras formas, hacen parte de este tipo de acción pública.
• “Acciones políticas de cabildeo”, concierne al desarrollo e influencia en políticas públicas enfocadas a la construcción de la paz, así como la creación de organizaciones enfocadas a la defensa de los derechos humanos de las
mujeres, la búsqueda de la negociación política para la terminación de los conflictos armados y la construcción de la paz y la reconciliación.
La tercera categoría recoge las investigaciones y textos sobre las “transformaciones subjetivas” que se pueden evidenciar en las mujeres al hacer parte de procesos de resistencia contra la guerra; a su vez, se desarrolla en tres subcategorías:
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• “Identidad”, vista como la construcción de un tipo de identidad
particular y proveniente de la resistencia, desde la cual, las mujeres se posicionan como sujetas de derecho. Identidad que, especialmente, se genera en la politización del rol materno, el cual implica una ética del
cuidado, una opción por los otros y otras, y, un marco relacional y social centrado en el amor, como aceptación de lo otro y lo diferente; por medio de esto, su labor es aceptada y cobra un sentido social.
• “Roles y relaciones de género”, obedece a la creación de un tejido de
relaciones de solidaridad, en un sentir-con que destruye antiguas
rivalidades, construyendo vínculos de sororidad, reconocimiento mutuo y valoración de los saberes y legados de cada mujer; implica además el cambio en roles tradicionales que ocupaba la mujer en la sociedad patriarcal y machista de la que hace parte, para empezar a construir escenarios que llevan de lo privado a lo pública, con lo cual se movilizan también las formas de relación en la familia y la comunidad, especialmente con los hombres.
• “Participación pública”, implica el logro subjetivo más importante de
las acciones de las mujeres, en la medida que se da el salto de lo privado a lo público, declarando con convicción quelopersonaleslopolítico.La mujer deja de asumirse simplemente como “cuidadora del hogar” para pasar a construirse a sí misma como actora social y política, recogiendo un lema de algunas de las organizaciones estudiadas: “pasardelacasaala plaza” (Borland, 2006).
En resumen, se recogen los logros que, como colectivo y desde la movilización
no-violenta las mujeres han alcanzado. Además, en este proceso se relacionaron contenidos, agrupándolos según sentido y significado para la codificación teórica, en un procedimiento axial (Flick, 2004) y se intentó que el cruce se hiciera con un marco de categorías geográfico. Primero a nivel mundial (investigaciones en contextos diferentes al latinoamericano), un segundo grupo recogió el marco latinoamericano, para finalizar con el contexto colombiano, puesto que es el escenario fundamental desde el cual realizamos nuestra reflexión y sobre el cual planteamos nuestros principales aportes. Finalmente, se procedió a la codificación y a la redacción del texto que permite ir hilando lo enunciado por las investigaciones y artículos referenciados con nuestro propio proceso interpretativo, siguiendo la línea demarcada en las macro- categorías.
1. Entre las luchas feministas por los derechos de la mujer y la lucha contra la guerra como estandarte del sistema patriarcal
En este punto se abordan investigaciones que se remontan a los inicios del feminismo, principalmente con el movimiento sufragista en el siglo XIX y principios del XX. Algunos autores (Alano, 2013; Castaño, 2016) desarrollan una
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relación entre estas primeras luchas de las mujeres, con los procesos posteriores de resistencia a la guerra y la construcción de paz; puesto que estos primeros movimientos sociales feministas alcanzaron un reconocimiento público, no só lo por el éxito que obtuvieron, sino porque se construyeron a partir del ideal de una resistencia civil pacífica, y dieron los primeros pasos para el reconocimiento de
los derechos de las mujeres configurando un movimiento social al que se unieron integrantes de diferentes organizaciones del mundo (Alano, 2003; Castaño, 2016). Este primer paso por obtener el derecho al voto, permitió incursionar y reflexionar sobre las condiciones de posibilidad, tanto sociales como existenciales, en torno a la generación de soluciones justas en temáticas como la
pobreza, las condiciones de insalubridad y explotación en diversos ámbitos. Además de esto, se habían incluido en la agenda otros temas como: la marginación, el abolicionismo esclavista, la reforma moral y el apoyo a diversas corrientes políticas como el socialismo, el anarquismo o el laborismo (Tbébaud, 1993; Castaño, 2016). Investigaciones como las de Chandler (2005) evidencian lo dicho hasta el momento; la autora rescata la experiencia de un movimiento de politización de las mujeres en torno a la consigna: “menos caridad y más justicia” liderado por Addie Hunton, logrando vínculos con organizaciones internacionales en pro de la construcción de la paz.
Algunas de las investigaciones consultadas ligan también las resistencias de las mujeres a la guerra, con los movimientos sociales de los años sesenta y setenta. En este contexto los movimientos feministas comienzan a preguntarse por las transformaciones que sufren las mujeres en países en conflicto armado desde una perspectiva de género: se preguntaron sobre el papel de éste en el camino de la emancipación femenina, afirmando que la guerra no es una empresa
netamente masculina, puesto que implica una transformación en las responsabilidades y oficios de las mujeres (Tbébaud, 1993).
Es bajo el paraguas de este discurso y de la concientización de la posición de la mujer, como el feminismo llega a Latinoamérica a mediados de los años setenta y ochenta, convergiendo según Vargas (2008) con la necesidad de recuperación de la democracia en los países del Cono Sur. Por ejemplo, las mujeres chilenas hicieron emblemática la consigna: “democracia en el país y democracia en la casa”, que fue acogida por el resto del feminismo latinoamericano para dar a entender el carácter político de lo personal. También se evidenció en la instauración de ollas comunes, donde además de la resistencia a la dictadura, se dio el paso de las mujeres del mundo privado al mundo público y p olítico
(Tessada, 2013)4. Este tipo de acciones permitieron revertir la mirada tradicional del sistema patriarcal: “las mujeres en la casa y los hombres en la plaza”. Las Madres de Plaza de mayo en Argentina (Borland, 2006), y la Asociación de
4 La dirigente poblacional Eliana Olate lo expresa: “Nosotros [...] lo veíamos como una táctica
de la dictadura: tenernos con hambre, tenernos sin trabajo para no pensar”. Las Ollas Comunes habían convertido lo privado en político (Tessada, 2013. p. 106-107) .
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Mujeres del Oriente Antioqueño (AMOR) en Colombia, han utilizado como lema de acción el proceso contrario: “De la casa a la plaza” (Cfr. Villa, 2014; Villa, Tejada, Sánchez y Téllez, 2007), en ambos casos manifestándose en contra de diversas formas de viol encia.
Según Vargas (2008) estas luchas aportan a la culminación de las dictaduras hacia mediados de la década de los ochenta; durante este momento crucial el papel de las mujeres se centra en visibilizar el malestar que sufrían en lo privado, como los distintos tipos de violencia y la falta de autonomía a la que estaban sometidas. Por ello, se organizaron en torno de acciones públicas que partían de la gestión de colectivos feministas, a través de los cuales se tomaban las calles y
hacían escuchar al resto del colectivo social sus propuestas; con el objetivo de erradicar las injusticias vividas (Vargas, 2008; Tessada, 2013), dando pie a la denuncia, reivindicación de sus derechos, resistencias a la violencia y construcción de paz.
Las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, grupo que nace durante la represión del régimen militar, se reúnen por primera vez en el año de 1977 para reclamar la aparición de sus hijos. Lo que comenzó como un reclamo individual, fue evolucionando hacia un reclamo colectivo, que se llevó al espacio público, a través de marchas, gritando en la plaza la consigna “con vida los llevaron, con vida los queremos” (Borland, 2006). Éste es quizás uno de los movimientos sociales de mujeres resistentes mejor estudiados por las ciencias sociales. En primer lugar como movimiento de derechos humanos (Bosco, 2001), o de resistencia no-violenta (Rojas y Canavese, 2000; Hernández, 2002; Daleo, 2007), analizando la forma cómo emplean el espacio público, las redes sociales y modos performativos para difundir su memoria y sus demandas (Da Silva Catela, 2003;
Mombello, 2006; Bosco, 2001; Rosenthal, 2000), y finalmente, por la forma cómo han reconducido el dolor, la rabia y el odio, hacia acciones colectivas y políticas que luchan contra la impunidad reivindicando la verdad, la justicia y la reparación (Schirmer, 1994; Thornton, 2000; Foss y Domenici, 2001).
Las diversas investigaciones revisadas dan una idea general sobre el eje central de la movilización de las mujeres, quienes han luchado por una politización de su rol tradicional, extendiendo sus preocupaciones no sólo a las necesidades particulares de su género, sino que han permeado las distintas capas sociales, estableciendo la importancia de realizar cambios en un sistema social injusto e inequitativo; para ello, se han tomado las calles, la esfera de lo público, en acciones conjuntas colectivas que van en busca de unos intereses comunes,
por medio de unas prácticas de movilización específicas para alcanzar dichos intereses en un sistema sociopolítico y económico determinado, venciendo el sentimiento de impotencia (Amaya, 2010; De Ávila, 2011; Morales, 2002).
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2. Acciones públicas
Según diversos investigadores se ha podido identificar, como una consecuencia no esperada de la guerra, el surgimiento en las mujeres de un espíritu de lucha y de denuncia, que, en oposición a los marcos de significado establecidos, ha ido
generando diversas razones para la movilización. Ir a la calle con acciones que se encuentran dotadas de fuerte contenido simbólico, construidas en el juego de interacción continua entre las dimensiones sociales y políticas, resignifican y deconstruyen imágenes y símbolos patriarcales que se reproducen, de forma independiente, a través de los medios de comunicación (Cuesta, 2012).
Estas acciones sirven como herramienta fundamental para mostrar a la población la cara no vista de los fenómenos sociales, introduciendo como resultado nuevos elementos de juicio, que hacen resistencia y se oponen a las narrativas comunes y cotidianas (De Ávila, 2011; Baldez, 2002). El contexto y la capacidad organizativa entran a jugar un papel importante en la comprensión de estos marcos de significado debido a las dimensiones sociopolíticas y culturales que los rodean. De tal manera que, incluso, las dinámicas de la vida cotidiana en las que han sido expertas, comienzan a ser parte de la trama subyacente de una acción colectiva producto de dicha acción social, que posibilita la formación y el mantenimiento de vínculos (Morales, 2002).
En la acción colectiva es donde según Cuesta (2012), convergen “las bases que componen los procesos organizativos a través de colectivos, organizaciones, redes, que garantizan la interacción con aquellos que se ubican en la categoría del oponente” (p. 17). Estas relaciones sociales y vínculos son aspectos importantes, como ingrediente primordial en la generación de una acción
colectiva diferente, centrada en los afectos, en el cuidado de las relaciones, en la sororidad, en el gesto y en una palabra que intenta recoger, apoyar y construir (Morales, 2002). En esta construcción colectiva las mujeres desarrollan una “otra manera” de tomarse la vía pública, desde el símbolo y el afecto, como forma de ejercer su derecho a la palabra en asuntos cívicos, expresar su desacuerdo y proponer nuevas formas de relación y de construcción de realidad (De Ávila, 2011; Blanca, 2014).
Esta acción pública diferente posibilita la visibilización de las ‘actoras’ (Sánchez y Rodríguez, 2015), configurando relaciones con su entorno, caracterizadas por dos aspectos: un interés significativo en la integración con la s demás actoras, más allá de la lucha, cuidando el entorno relacional; y la decisión
de incluir diversas formas de dar solución a los problemas percibidos, diversas conceptualizaciones del conflicto social que se afronta; así, se hace posible una forma diferente de actuar que, en conjunto, produce un tipo particular de organización. Con todo ello, se da prioridad a construir y conformar un nosotros,
una identidad compartida y alternativas de solución que no se encuentren mediadas por mecanismos de control sobre recursos económicos, políticos y
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sociales, para lograr construir la equidad desde prácticas sociales cotidianas (Morales, 2002; Sánchez y Rodríguez, 2015).
Los planteamientos anteriores se ubican como base para entender las diferentes formas que han utilizado las mujeres para llevar a cabo sus acciones públicas que, van desde la marcha y el plantón, hasta la búsqueda de un lugar en
las instancias políticas mediante acciones de cabildeo. Dichas acciones serán expuestas con mayor detalle a continuac ión.
2.1. Acciones performativas:
Una de las formas que ha predominado en las investigaciones sobre resistencia de las mujeres contra la guerra, es el performance; visto como una estrategia de acción que utiliza el cuerpo como medio de comunicación, evidenci ando situaciones sociales, históricas y políticas que ellas atraviesan (Ríos, 2014; Blanca, 2014; Alcázar, 2008). “Éstas han construido un lenguaje simbólico, que pasa por la gestualidad del cuerpo, del color, del silencio, del sonido musical, de las diversas formas literarias, del amor y de la palabra misma” (Vega, Díaz, y Cardona, 2011, p. 101).
Lucero (2014) sostiene que el performance funciona como un acto vital de transferencia a través del cual se comunica a otros un saber social y una memoria compartida, convirtiéndose en una construcción de significado que permite comprender el contexto circundante. Taylor (2003) sugiere que la acción pública de tipo performativo, puede ser en efecto una poderosa forma para romper la lógica de homogenización y resaltar los relatos de grupos minoritarios o excluidos. Lo cual es fundamental al hablar de procesos sociales de mujeres, ya
que posibilitan afrontar su exclusión y diversas formas de violencia que las golpean. Por su parte Gaborit (2006), Reátegui (2009) y Villa (2014) afirman que estas acciones son una manera propicia para expresar experiencias de horror, que es probable que no puedan ser nombradas en forma narrativa o documental, p or ello, las féminas lo realizan mediante una dimensión ritual, icónica o artí stica.
Por su parte Blanca (2014) enfatiza la función de visualización estética que cumple el performance, porque va más allá de medios discursivos, siendo las sensibilidades su potencialidad estética central. Así mismo, el cuerpo es el protagonista principal, “es nuestro verdadero sitio para la creación y nuestra verdadera materia prima” (Gómez, 2005, p. 204), lo que establece la importancia de exponerlo en el acto público, ya que es una metáfora del conjunto
sociopolítico más amplio.
Las mujeres a través de las expresiones estéticas tomaron como principal elemento de reflexión los componentes de la vida cotidiana, a través de los cuales empezaron a conocer y explorar las problemáticas personales, sociales, políticas
y económicas que las atravesaban. De esta forma se muestra cómo el performance tiene una relación importante, como cuenta Alcázar (2008), con los movimientos sociales y los tiempos de agitación política en las décadas de los
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sesenta y setenta, donde las luchas feministas se presentaban con gran fuerza y en las cuales el cuerpo femenino era una expresión libertaria dentro de una sociedad que tradicionalmente lo había reprimido y reducido a objeto sexual (Alcázar, 2008, Ríos, 2015).
Atendiendo estas consideraciones anteriores se encontraron en los diferentes trabajos de investigación registros de acciones performativas alrededor del mundo. Algunos de ellos en el marco de la Guerra ABA en Nigeria, durante el Apartheid en Sudáfrica, y el conflicto armado en Timor Oriental, donde las mujeres utilizaban canciones, danzas y vestuarios representativos de su cultur a (Kuumba, 2006; Mason, 2005). Incluso el silencio, acción que aparentemente se
ve como pasiva, puede convertirse en un medio performativo empleado por las mujeres para afrontar la opresión y constituye un acto de resistencia consciente, que subvierte lógicas y prácticas del orden establecido en la vida cotidiana; en este caso, el orden de la guerra, la discriminación y el terror, como en el caso de Sudáfrica (Motsemme, 2004).
Otros estudios se centran en diferentes performances utilizados por las mujeres como forma de denuncia frente a la llamada Guerra del Terror. Mujeres de los Estados Unidos de América convocaron a una acción de impacto internacional que tenía como dispositivo la obra teatral Lisístrata (Wiederhold y Field-Springer, 2015) la cual ha sido utilizada por mujeres de diversos lugares del mundo, como la Asociación de Mujeres Social Demócratas de Suiza en el año 1935 (Andersson, 2003). En la obra se contraponen las expectativas sociales del rol femenino: criar soldados y patriotas para la guerra, con el comportamiento inesperado de las mujeres que se oponen a la guerra y al reclutamiento de sus hijos (Wiederhold y Field-Springer, 2015; PNUD Colombia y UNIFEM, 2010; Pérez,
2011).
En lo público pudieron concretar su visión relacional del mundo, donde la vida cotidiana es llevada a la plaza, con el objetivo de generar transformaciones profundas de sistemas opresivos y de terror, a través de estrategias artísticas, lúdicas y representacionales que conducen a enunciaciones resistentes: el trabajo de las ‘arpilleras’ durante el período de la dictadura en Chile (Lira, 1998), las mujeres que crearon “la cueca sola”, un baile que se realizaba acompañado con la fotografía de un familiar ‘desconocido’, expresión simbólica del hombre desaparecido (Tessada, 2013). Los escraches5 en Argentina (Oberti, 2006; Daleo, 2007; Pastoriza, 2009; Sarlo, 2009), diversas acciones artísticas en este país: grafitis, murgas, conciertos, obras de teatro (Rojas y Canevese, 2000, Molas y
Molas, 2006); la creación de un teatro popular para trabajar la memoria histórica,
5 “Los escraches son acciones no-violentas de carácter lúdico y pedagógico que buscan identificar y señalar a personas, instituciones y otros responsables de los crímenes cometidos contra la dictadura. Es una forma de acción social que han desplegado los movimientos sociales en Argentina, como mecanismo para luchar contra la impunidad y generar algún tipo de sanción social, ya que las sanciones del Estado, o bien no se dan, o bien tardan demasiado
en llegar” (Cfr. Villa, Londoño y Barrera, 2015, p. 224).
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que retoma las luchas de las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de los nietos apropiados durante la dictadura (Correa, 2002). Las Madres de Plaza de Mayo han realizado acciones que toman un cariz estético, un significante performativo: la pañoleta blanca, la siluetada que llenó las calles de Buenos Aires, performances que manifiestan presencias de una ausencia (Jelin y Longoni, 2005).
En Guatemala, con el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM, 2010) y el equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP, 2006) y en El Salvador con las “Dignas” también se desarrollaron múltiples acciones colectivas de visibilización, utilizando el arte y otras formas de expresión, además de un apoyo psicosocial permanente, entre iguales, en una perspectiva de dignificación y reconstrucción
de tejido social (Villa, 2014), las tejedoras de Mampuján, en Colombia (CMH, 2013) son experiencias de encuentro, movilización y transformación social, resistencia y fortalecimiento comunitario a través de acciones artísticas.
Por otro lado, en el contexto colombiano Alfonso (2012) afirma que, en 1972, y con una acción de resistencia desde la memoria colectiva, nace en Barrancabermeja, la Organización Femenina Popular (OFP). Allí, las mujeres han establecido la conmemoración como acción performativa, reorientando significados de ciertas fechas importantes para el país, estableciendo espacios de vida como referentes políticos, simbólicos y subjetivos que se han disputado sentidos con los actores armados y el Estado (Alfonso, 2012).
De otro lado, también se han escrito textos y desarrollado investigaciones sobre las Madres de la Candelaria y las mujeres del Oriente Antioqueño, entre otras organizaciones de mujeres que se movilizan desde diferentes enfoques políticos en una lucha, tanto por la recuperación de la memoria y contra la impunidad, como en la búsqueda de paz y reconciliación en una perspectiva que
intenta detener la guerra y construir en lógica de lo femenino una convivencia pacífica. En estas regiones ha tenido mayor fuerza lo simbólico y la acción ética y política para rechazar la guerra; sus lenguajes se han gestado en lo artístico, lo expresivo, lo emocional, lo ritual, lo cultural: telones, monumentos, fotografías, salones, murales son manifestaciones de esas voces que no han sido escuchadas y que encontraron una manera de expresarse, en un contexto difícil, porque implicaba hacerlo en medio del conflicto, precisamente como una forma de resistencia a dialécticas de muerte y devastación (Uribe, 2009; Marulanda, Valencia y Londoño, 2009; Villa, et. al. 2007; Villa, 2009, 2014).
También pueden referenciarse otras expresiones performativas desarrolladas
en Colombia, documentadas por María Victoria Uribe (2009), quien afirma que las mujeres, como actoras protagónicas de la resistencia, son quienes desarrollan acciones explícitas para la recuperación de su cotidianidad, el restablecimiento de los vínculos sociales, la elaboración del duelo, a través de diversos rituales y símbolos; lo que les permite ser soporte para sus comunidades en el
afrontamiento del horror: de tal manera que estas acciones terminan siendo una reparación colectiva desde abajo, desde lo femenino, que al reincorporar las almas de los muertos al tejido social, se resisten al mandato de los diversos
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actores de la guerra que han ordenado su olvido y desaparición (Cfr. Diéguez, 2013).
Otras acciones como telones, murales, jornadas culturales, fotografías, marchas simbólicas, arreglo de cementerios, referenciadas por esta autora (Uribe, 2009), por Rojas Ochoa (2015) en El Salado y el equipo de investigadores del
Centro de Memoria Histórica (Grupo de memoria histórica, CNRR, 2009) en varios contextos de Colombia: Mampuján, Bahía Portete, San Carlos, entre otras, son evidencia de la fuerza de las mujeres y su capacidad para resistir, reconstruir y transformar las lógicas de la violencia en dinámicas de reencuentro y reconstrucción del tejido social. En este sentido, Por ejemplo, Villa e Insuasty
(2016) presentan la manera en que las mujeres fueron soporte para los procesos de resistencia, reparación y reconstrucción a través de la memoria colectiva, la verdad narrativa y el apoyo mutuo en el municipio de San Carlos (Antioquia). En términos narrativos podríamos hablar de una épica de las solidaridades que se tejieron y del apoyo mutuo que se empezó a desarrollar; en primer lugar, por las mujeres, siendo éstas casi que el primer soporte psicológico y quienes dieron el paso primordial en el apoyo social en tiempos tan aciagos donde estuvo hasta prohibido llorar a los muertos (Villa y Avendaño, 2017).
2.2. Movilizaciones
Se refieren al conjunto de acciones colectivas a través de las cuales se busca promover, contribuir e impulsar iniciativas y propuestas, donde el espacio público es el principal protagonista, debido a que ha sido lugar de encuentro y expresión de la ciudadanía, recuperando su dimensión política. En el convergen los
discursos de diferentes movimientos sociales con el de los entes gubernamentales. Es por tanto un espacio de interacción de diversas dimensiones, el escenario perfecto para la denuncia y la movilización ciudadana (Fernández, 2013; Tejerina, 2005; Rodriguez, Juárez y Cruz, 2009; Sánchez y Rodríguez, 2015). Estas manifestaciones se concretan en plantones, marchas, bloqueos, entre otras, y han sido un modo de proceder de las mujeres cuando han necesitado mostrar posiciones contrarias a la guerra, o se rebelan ante su condición de víctimas no reconocidas.
Rodríguez, Juárez y Cruz (2009) consideran la movilización como un proceso de instrumentación práctica que está en una diada inseparable con el lenguaje, siendo la palabra el principal medio de expresión gracias a su posición activa en
la protesta. Las mujeres han construido su propio lenguaje desde el cual denuncian, exigen y nombran los diferentes fenómenos sociales (Vega, Díaz y Cardona, 2011). En sus luchas contra la guerra, han recurrido a ésta como mecanismo de visibilización mediante la toma del espacio público, tanto en las
zonas rurales como urbanas; protestando en contra de injusticias de tipo económico, social, político, cultural y simbólico que por años se han instaurado en las culturas, las que afectan no solo al género femenino sino también al
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conjunto social en general (Kuumba, 2006; Ibarra, 2007). Puede afirmarse que allí se reconstruyen, por medio de las acciones de las mujeres en este ámbito; sentidos de vida, procesos sociales, éticos y culturales, de colectivos, pueblos, ciudades y regiones completas (Vega, Díaz y Cardona, 2011; Martínez y Mirón, 2000).
Lo que se ha registrado en la investigación académica permite evidenciar la forma mediante la cual, mujeres de todos los lugares del mundo han recurrido a las movilizaciones para protestar en contra de actos bélicos; por ejemplo, en Suiza en 1935 (Andersson, 2003), durante la Guerra del Golfo Pérsico (Riley, 2005), y durante la Revolución Argelina en los años 60 (Moghadam, 2001). Se destacan de
manera fundamental, como un movimiento global, las Mujeres de Negro quienes, desde hace varias décadas, nacidas en Israel y Palestina, pero extendidas a diversas partes del mundo, se visten simbólicamente de negro para alzar su voz en las calles, movilizarse en el espacio público para denunciar la violencia y las guerras; según ellas, siempre iniciadas por los hombres, mientras que normalmente, las principales víctimas suelen ser mujeres y niños. Su lucha está inspirada en la no-violencia antimilitarista y su movilización se basa en la desobediencia civil y en la promoción de una política feminista que sea alternativa a la lógica patriarcal de la violencia. Finalmente acuden a la educación para la paz, la interconexión de la actividad local con la global y el apoyo mutuo como forma de mantenimiento de la lucha (Women in Black, 2017).
En diferentes contextos de conflicto alrededor del mundo como Bosnia - Herzegovina (Skjelsbaek, 2006), Guatemala (Fulchiron, 2007), Ecuador (Martin Beristain, 2009), El Salvador (Carcedo, 2010), y en otros contextos de América Latina (Oliveira, 2015), se evidencian múltiples movilizaciones de resistencia de
las mujeres para luchar contra la guerra y reivindicar sus derechos a participar en los procesos de negociación política del conflicto, comisiones de la verdad y procesos de reparación.
En Colombia las movilizaciones de las mujeres se han manifestado contra de la guerra, por una salida negociada al conflicto, por la visibilización de sus efectos en el ser femenino y por el reconocimiento de su singularidad (Ibarra, 2007; Hernández, 2015). Estas acciones de movilización pública son realizadas por organizaciones como la Ruta Pacífica de las Mujeres y la IMP6, que actúan bajo un sentido de responsabilidad para denunciar activamente la violencia tanto física como simbólica que las ha atravesado (Ibarra, 2007; Forero, 2009; De Ávila, 2011). Según Ibarra (2011), la mitad de las movilizaciones realizadas por éstas, en la
búsqueda de la paz, son marchas y concentraciones; destacando que a diferencia de otros actores que oponen resistencia a los grupos armados, las mujeres no recurren a acciones de confrontación como huelgas, paros y bloqueos de vías; debido a que, por su perspectiva feminista, estas movilizaciones están más
enfocadas en el cambio de mentalidades, pensamientos, actitudes y en el impacto cultural.
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Algunas de estas movilizaciones son documentadas por Vega, Díaz y Cardona (2011): las realizadas por la Ruta Pacifica de las Mujeres e IMP en diferentes lugares del país: 3.000 mujeres marchando a Quibdó, 4.000 mujeres movilizándose en Bogotá y otras 400 desde Cartagena y Bucaramanga hasta Bogotá. Otra movilización destacada fue la realizada por el aniversario de las
Madres de la Candelaria en Medellín. En estas marchas resaltan atuendos, emblemas, símbolos y consignas que hacen parte del escenario público para la denuncia.
En estos procesos, tal como lo afirma Villa (2009, 2014), en sus investigaciones en Oriente Antioqueño, Medellín y Córdoba, la fuerza está en lo femenino: son
las mujeres las que, desde su ser, han construido una lógica de encuentro, evocación y reconstrucción colectiva para intentar transformar relaciones sociales y familiares rotas. Son acciones construidas desde lo cotidiano, donde el sentir y la emoción se hacen palabra, gesto y símbolo. Más que acciones jurídicas, tienen un sentido político. En particular en el Oriente Antioqueño, la movilización no se ubica dentro de una lógica de lucha y confrontación política contra la izquierda o contra la derecha, sino en una afirmación política y social de la dignidad de las víctimas, de la vida de sus habitantes; encarnando lo fundamental de la fuerza femenina en el marco de una ética del cuidado y de la responsabilidad.
En este sentido, y en concordancia con Villa (2009, 2014), creemos que, dentro de nuestra cultura patriarcal, será muy difícil lograr que lo masculino genere una propuesta de afirmación de identidad sin exclusión, puesto que la lógica patriarcal es ésta: la de la afirmación del sí mismo a partir de la negación del otro. Por tanto, una experiencia que rompa esquemas y paradigmas tendría que venir de una lógica femenina, como la de las mujeres de la Asociación de
Mujeres del Oriente Antioqueño (AMOR) y las Madres de la Candelaria. 2.3. Acciones de Cabildeo
Las investigaciones permiten reconocer un tercer núcleo que podemos denominar “acciones de cabildeo”, mediante las cuales se dan a conocer consecuencias que la guerra ha traído a las mujeres, que según Villellas (2006), se consideran como indirectas, pero que son incluso más graves, porque obedecen a intenciones de los actores armados o victimarios para generar daño al género femenino; además, permiten conocer cómo son ellas quienes cargan el mayor peso de la guerra (Gardam, 1998; Sánchez y Rodríguez, 2015). Dichas acciones, a
modo general, tienen como objetivo principal influir en políticas públicas de determinado contexto, generando impacto a nivel local, regional, nacional e internacional (Mateo, 2013), según la intención que se tenga a través de los actos específicos y puntuales (Centro de Información y Recursos para el Desarrollo,
2001; Sánchez y Rodríguez, 2015).
Para lograr sus metas en éste ámbito, se encuentra en las investigaciones, que las mujeres alrededor del mundo han creado organizaciones y han
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incursionado en la vida pública para construir la paz y luchar por el cese al fuego y la terminación de los conflictos armados; y así mismo poder adentrarse en instituciones estatales como organizaciones formales, mediante las cuales se establece la necesidad de lograr cambios colectivos, visibles y beneficiosos en esas políticas públicas; no solo para las mujeres, sino para la sociedad en general
(Sánchez y Rodríguez, 2015; Salcedo, 2013; Romero, 2014; Boer, 2015). Tomando como referencia la definición de Fisas (1998) sobre “promotores de paz”, citado por De Ávila (2011) se propone que:
una mujer constructora de paz es quien interioriza e institucionaliza los
valores, actitudes, conocimientos y procederes ligados a la cultura de la paz, desempeñando una función de alfabetización para la paz, ayudando a otros y otras a aprender las dificultades de la mediación y la transformación de conflictos en cooperación. (p. 23)
Esta definición anterior se encuentra presente en la conformación y nacimiento de organizaciones de mujeres en contra de la guerra y por la construcción de la paz, lo que se ha convertido en un fenómeno recurrente desde hace décadas y está presente en todos los lugares del mundo. Es posible datar que desde la Primera Guerra Mundial las organizaciones de mujeres han estado presentes realizando actos de resistencia a la guerra; así, en 1914, la Alianza Internacional de Mujeres Sufragistas se hicieron presentes con una denuncia que evidenciaba lo destructivo de la guerra (Anderson, 2003); de otro lado, Hensley (2006) documenta el accionar de la Liga Internacional de Mujeres Por la Paz y la Libertad (WILPF por su nombre en inglés) que nació como una forma de compromiso de
las mujeres con la justicia social y la paz, que tuvo una destacada acción política de cabildeo en diversos escenarios. Por su parte, Wetzel (1996) y Bendelac (2015) han mostrado cómo desde mediados del Siglo XX, en compañía de la ONU, na ce La Conferencia Internacional de las Mujeres, que las reúne para tratar cuestiones de violencia, guerra y paz, para que desde una perspectiva política se puedan transformar los conflictos bélicos.
También se encuentran registros de la conformación de movimientos y organizaciones de mujeres en el Medio Oriente y en el continente africano para construir paz (Sewell, 2007; Pratt, 2007; Kemal y Berna, 2014; Zille y Samina, 2015 y Polo, 2015). Según Sewell (2007) a principios de los 2000, se creó en Liberia u n movimiento pacífico de mujeres que expresaban: “A cualquier lugar al que
ustedes, los hombres, vayan, nosotras los seguiremos hasta que decidan dejar las armas y parar la guerra”. Paralelo a esto, mujeres del Medio Oriente conformaron un encuentro anual llamado Conferencias del Cairo donde buscaban formas de resistir a la Guerra del Terror (Pratt, 2012).
Lamus (2007) y Villellas (2006) hacen una anotación interesante respecto a la intención de las mujeres para realizar acciones de cabildeo. Éstos aseguran que se han movido en una línea del estar entre “afuera, dentro y en contra”, lo cual ha
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sido una estrategia que responde no solo a demandas de tipo político, sino que sirve como medio para impulsar diferentes proyectos de transformación cultural y simbólica de alto impacto. Estas acciones, tanto en la esfera de lo político, como fuera de ésta han posibilitado la reflexión para repensar las construcciones sobre lo privado y lo público para la transformación de ejercicios de democracia y
ciudadanía (Cuesta, 2012; Vega, Díaz y Cardona, 2011; Zavaleta, 2014).
Según Villellas (2010), uno de los grandes instrumentos políticos internacionales que han conseguido las mujeres en su lucha por la construcción de la paz y la visibilización de crímenes de guerra en contra de las mujeres es la Resolución 1325 de la ONU; ésta, junto con otros instrumentos, leyes, estatutos,
pactos y declaraciones (Kemal y Berna, 2014; USAID; OIM; Unidad para la Atención y Reparación a Víctimas, 2015) reconocen las necesidades de las mujeres y niñas víctimas de la guerra, así como el respeto de sus derechos y la importancia de respaldar su trabajo por la construcción de la paz. Herramientas de análisis que permiten repensar y replantear iniciativas políticas claves para el logro de la paz con sensibilidad de género, partiendo del reconocimiento de la mujer como agente activo (Theidon, 2006; Hensley, 2006; Valji y otros, 2012).
Por su parte, en el contexto latinoamericano, específicamente en Colombia, el accionar de las mujeres también se ha encaminado hacia la resolución pacífica del conflicto armado y la búsqueda de la paz, compartiendo el sentir de muchas mujeres alrededor del mundo, y que según MZR7 y Sisma Mujer (2010) se basa en la necesidad imperante de desmontar una lógica de guerra, dev elando diferentes efectos que tiene en las distintas poblaciones, especialmente, sobre los daños desproporcionados a las mujeres (Sánchez y Rodríguez, 2015).
Este tipo de acciones se hace altamente visible con la Organización Femenina
Popular (OFP), quien se ha ganado un espacio político a lo largo de los años, generando influencia no solo en el Magdalena Medio, región de su nacimiento, sino también en ciudades como Bogotá y Neiva, extendiéndose, poco a poco, hasta formar el Movimiento Social de Mujeres Contra la Guerra y por la Paz que tenía como propósito crear nexos con otras organizaciones, crear símbolos contra la guerra y hacer campañas públicas en contra de la guerra. En el acápite anterior se mencionaba el nacimiento de “Iniciativas de Mujeres por la paz”, IMP, y la Ruta Pacífica de la Mujeres, dos redes que agrupan organizaciones de mujeres de todo el país, que buscan desarrollar acciones que en el ámbito político puedan visibilizar las afectaciones de las mujeres en la guerra, la reivindicación de s us derechos, sus luchas y sus resistencias, además de su inclusión en procesos de
negociación política, construcción de la verdad y la reparación (Ibarra, 2011; Hernández, 2015).
Además de lo anterior, la Ruta Pacífica (2014) diseñó una “Comisión de la verdad de las mujeres”, como insumo político, jurídico, social y cultural que
alimente, contraste y confronte una posible comisión en relación con el conflicto armado colombiano, incluyendo en los relatos sus dolores, sus expresiones y
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vivencias particulares. En el proceso se recolectaron más de 1.000 testimonios que generaron un acercamiento complejo a esta realidad, vislumbrando algunas perspectivas de actuación para mitigar el daño y transformar subjetividades y sistemas sociales patriarcales de violencia y opresión ejercida en las féminas (Osorio, Ávila, y Linares, 2012).
Finalmente, en América Latina y en Colombia, se han documentado los logros de las mujeres para el reconocimiento de la violencia sexual y su relación con la guerra. En Bolivia, durante el año 2012 se aprueba la ley No 243 del 28 de mayo, la cual se erige contra el acoso y la violencia de tipo política que afecta a las mujeres; en Perú, durante la comisión de la verdad, se incorporó una perspectiva
de género a cada procedimiento y también contó con una dependencia de género independiente (Valji, Sigsworth, y Goetz, 2012; Theidon, 2006). De forma similar, se registró en Colombia que la corte constitucional emitió al Auto 092 del 14 de abril de 2008, donde reconocen dos aspectos importantes: las mujeres como sujetos políticos diversos y, por otro lado, sus afectaciones particulares en determinados acontecimientos, como es el caso del desplazamiento forzado (PNUD; UNIFEM, 2010).
3. Transformaciones subjetivas
Los procesos de resistencia descritos anteriormente han llevado progresivamente a las mujeres a vivir cambios, tanto en su ser individual como en la construcción de su ciudadanía (Sánchez y Rodríguez, 2015). Se trata de transformaciones subjetivas experimentadas en su vida cotidiana, en sus roles, relaciones y en la construcción de su propia subjetividad. A continuación, señalaremos los
principales hallazgos en las investigaciones revisadas.
3.1. Identidad
Según Forero (2009) y Vega etal.(2001), la identidad colectiva se encuentra al interior de una red de relaciones surgida de la interacción de determinados actores, donde el principal componente es el vínculo emocional que se desarrolla a raíz de un sentimiento de unidad emanado de la convergencia de aspectos relativos a la historia, la biología, la memoria, que son utilizados en los diferentes grupos sociales para ser transformados y redefinidos de acuerdo al proyecto social y cultural que los une, mediante la creación de nuevos significados para los
símbolos.
Siguiendo en la línea de Forero (2009), y en el marco de interés de este artículo, existe un tipo de identidad que se construye a partir de situaciones en la que cierta parte de la población ha sido excluida y negada, constituyendo
identidades subordinadas dentro de la lógica de dominación, tal como las mujeres han tenido que hacerlo a lo largo de la historia. Sin embargo, cuando éstas se encuentran y dialogan, especialmente a través de las acciones colectivas,
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surgen identidades de resistencia, puesto que las mujeres se reposicionan en la esfera social y se sobreponen a la separación histórica que ha implementado el patriarcado, pasando a unirse en “un ser con las otras, sentir con las otras y construir con las otras” (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013), a reconocerse como sujetas de derechos (Mesa de Mujer y Conflicto Armado, 2010). Además de
resignificar la maternidad, subvirtiendo los símbolos tradicionales que las representaban, logrando politizarla (Ibarra Melo, 2011; Borland, 2006; MZR y Sisma Mujer, 2010; Tessada, 2013; Mateo, 2013; Villellas, 2006); para trascender el vínculo de sangre, como argumento poderoso para luchar, exigir e incidir juntas (MZR y Sisma Mujer, 2010). Ellas “refuerzan su condición de dadoras de vida,
politizan el duelo, el dolor maternal, el cuidado, la protección y la ética como mecanismos para resolver el conflicto” (Sánchez y Rodríguez, 2015, p. 168). Según Kutz-Flamenbaum (2015), el “maternalismo” dota a las mujeres de una “posición especial” y una autoridad distinta acerca de un aspecto de la política y , también así, construye “una cubierta socialmente aceptable” para el trabajo político de las mujeres, quienes se han declarado guardianas y defensoras de la vida (Hensley, 2006); construyendo una nueva identidad que trasgrede lo privad o, posicionándose y encaminando las lucha de ellas, dando como resultado identidades políticas claras (Araiza, 2004; Pratt, 2012; Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013).
En este sentido, Mujeres en Zona de Conflicto-MZC- y Sisma Mujer (2010), afirman que las mujeres colombianas afectadas por el conflicto armado, comienzan a reconocerse como agentes activos para oponerse a la guerra y ser constructoras de paz, atravesadas por el emblema “no parimos hijos e hijas para la guerra”, politizando precisamente el rol asignado como madres. En esta misma
línea, Garner y Slattery (2012) trabajan sobre dos arquetipos maternos construidos en las mujeres alrededor de la postura a favor o en contra de enviar hijos al campo bélico en el ámbito de las guerras libradas por los Estados Unidos en el presente siglo: la Madre Patriótica, orgullosa de enviarlos a morir por el honor y por la patria, basada en las características de la clásica madre espartana; y por otro lado, la Madre Buena, representada por Tetis, madre de Aquiles, qu e imploró ante los dioses la protección de su hijo ante los horrores de la guerra (Pérez, 2011). Según las autoras, estas últimas mujeres tenían una premisa que las representaba: Ididn´traisemyboytobeasoldier(“No crié a mi hijo para ser un soldado” ).
De allí que las mujeres de la Ruta Pacífica retomaran esta mirada (Forero, 2009; Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013) formando una identidad colectiva, que conlleva a la construcción de nuevas formas simbólicas que se acompañan de estrategias de visibilización, mediante una incidencia política, donde pueden “expresar, contar, vencer el miedo, acompañar a otras y enseñarle a un país cómo
las guerras han afectado de forma directa o indirecta la vida de todos los colombianos” (De Ávila, 2011, p. 30).
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Además de lo anterior, autores como Motsemme (2004), Huston y Kramarae (1991) y Hernández (2015) describen cómo las mujeres, en estos contextos, construyen identidades configuradas con referentes de fortaleza, resistencia y valor, puesto que encuentran un mundo de posibilidades para poder ir más allá de los límites de las representaciones opresoras disponibles, superando incluso
violencias extremas como las del Apartheid, en Sudáfrica, o la masacre de El Salado en Colombia. Así, logran reconstruirse a sí mismas y con ellas todo su tejido social: protectoras de su propia identidad, personal y colectiva. En otro contexto, como el de Sri Lanka, se reconfiguraron otros estatus, como el de viuda, dejando de lado estigmas religiosos y culturales que recaían sobre ellas, para
recuperar la propia vida y asumir con autonomía su propio destino (Rajasingham - Senanayake, 2004).
3.2. Roles y relaciones de género
Los roles de género, según Aguilar y otros (2013) son “la forma en que se comportan y realizan su vida cotidiana hombres y mujeres según lo que se considera apropiado para cada uno” (p. 209). Estos comportamientos no son inherentes del ser, sino producto de la construcción cultural e histórica. Actualmente, estos roles de género se han ido reconfigurando debido a las múltiples transformaciones que ha tenido la definición de género y las reivindicaciones de la llamada “segunda ola” feminista (Castaño, 2016). Aun así, los roles, marcados y delimitados, han perdurado por mucho tiempo, otorgándole a la mujer el lugar de lo privado, el cuidado de los hijos y la administración del hogar y todo tipo de tareas que la ponen en una posición de
cuidadora y dadora de vida, y su vez de subyugación (Tbébaud, 1993); mientras que, por otro lado, al hombre se le otorga el lugar de lo público, adoptando una posición de dominación tanto en lo exterior como en su hogar.
Las mujeres, en su trasegar por los caminos de la lucha contra la guerra y la búsqueda de la paz, han transgredido estos roles, dándoles nuevas significaciones desde sus propias construcciones como mujeres, y del mismo modo, transformando de manera implícita el rol socialmente establecido para los hombres, posibilitando relaciones más equitativas, dando el salto de lo doméstico a la plaza pública (Araiza, 2004; Dubby y Perrot, 2000; Grau, 2013; Sánchez y Rodríguez, 2015). Es por ello que han traspasado el rol materno tradicional privado llevándolo a lo público, donde la madre se convierte en quien reclama
por las injusticias e inclemencias que han tenido que padecer sus hijos a causa de la guerra. Salen en defensa de esos hijos obligados a ir a la guerra, reivindicando a los que están desaparecidos o a los que han sido asesinados (Ibarra, 2007; Forero, 2009; MZR y Sisma Mujer, 2010; De Ávila, 2011; Vásquez, 2009), creando
un tejido de relaciones de solidaridad, en un sentir-con que destruye antiguas rivalidades, construyendo vínculos de sororidad, reconocimiento mutuo y valoración de sus saberes y legados (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013; Vega,
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Cardona, y Díaz, 2011; MZR y Sisma Mujer, 2010). Éstas nuevas formas de relación han sido posibles gracias a la construcción de puentes de comunicación y de puntos de convergencia a través de los cuales, las mujeres aprenden en conjunto (Mujeres de Negro, Sevilla, 2013).
Para Villa (2014) ha sido la acción pública de memoria, las historias compartidas, la organización y la movilización social resistiendo hechos de violencia y represión, lo que ha permitido una transformación de los roles de género en las mujeres de las regiones de Oriente Antioqueño y sur de Córdob a (Colombia): la construcción de confianzas, el restablecimiento de vínculos y el fortalecimiento de relaciones fue lo que las posibilitó a contar sus historias de
violencia, avanzando hacia la tramitación de otros dolores y experiencias marcadas por las violencias de género e intrafamiliar. El asumirse como víctimas sobrevivientes de la violencia política posibilitó una reflexión en torno a su condición de mujeres en el marco de un sistema patriarcal que explota y oprime, lo que también abrió la mirada al espacio microsocial, el mundo de la vida y la cotidianidad, un cambio en la forma de pensar y actuar de las mujeres, que hicieron evidentes los logros y los pasos que han dado en medio de las adversidades: mantener los hijos, ofrecerles una mejor calidad de vida, hacerse cargo de las riendas de la propia vida y de la familia (Villa, 2014).
Según De Ávila (2011), las mujeres que están luchando contra la guerra se comprometen inmediatamente con la construcción de paz, también desde las relaciones cotidianas, interiorizando valores y actitudes de una cultura de paz: promocionan la no violencia para solucionar conflictos y actos injustos, acciones de tolerancia y respeto por la vida y la diversidad, nuevas formas de relación, más horizontales; lo que implica transformaciones en cotidianidad, apropiación de
espacios alternativos a los generados por la guerra (Riley, 2005; Villellas, 2006), incluyendo una educación en la familia que desarrolle un espíritu y una cultura de paz (Omotayo, 2006), quitando de en medio la naturalidad otorgada, por ejemplo, al servicio militar (Garner y Slattery, 2012).
La labor de las féminas se ha centrado en hacer contraparte a las dinámicas cotidianas que fomentan el odio y los sentimientos de venganza, como sucede con los medios de comunicación, realizando lo que ellas llaman “descontaminación mediática”, para así reducir los efectos de esa “caja fuerte de propaganda de guerra y reproductora de una visión militarista … y belicista” (Mujeres de Negro Sevilla, 2013, p. 373; Manzoni, 2009; Araiza, 2004; Gargallo, 2014). Esta transformación de los roles femeninos ha contribuido a quitar el telón
de la polarización para demostrar lo factible de la coexistencia, la reconciliación y el diálogo, a partir del reconocimiento de ese otro y otra como digno y como interlocutores legítimos, con los que hay puntos de acuerdo y convergencia (Villellas, 2010).
Como se mencionaba anteriormente, la transformación paulatina de las subjetividades de las mujeres ha impactado en ambos géneros (Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013), como lo describe Kuumba (2006), la resistencia de las mujeres
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a los roles tradicionales ha permitido transformar relaciones de subordinación en el orden patriarcal. Un ejemplo emblemático son las mujeres zapatistas de Roberto Barrios en México que desde los años ochenta, a través de su papel activo en la comunidad, han llevado a la transformación de relaciones entre hombres y mujeres (Araiza, 2004).
En América Latina, tanto la Ruta Pacífica de las Mujeres en Colombia, como las Madres de Plaza de Mayo en Argentina han construido entre sus integrantes nuevas formas de relacionarse, que implican llevar a lo público sus condiciones de vida, sacando a la luz la discriminación que han sufrido por razones de género; han cuestionado la violencia que se ejerce sobre el cuerpo de las mujeres y han
propuesto nuevas formas de crianza y maternidad (Forero, 2009; Vásquez, 2009; Grau, 2013). Según Villa (2014), esto ha implicado, un cambio en la relación con los hombres, esposos o nuevos compañeros, generando un empoderamiento que ha implicado un afrontamiento a la violencia de género. En sus procesos de apoyo mutuo y resistencia, las mujeres también han abierto brechas para compartir, afrontar y superar historias de violencia doméstica, utilizando las mismas metodologías lúdico-vivenciales con que abordaron historias de victimización política. De allí salieron fortalecidas para reconfigurar las relaciones con sus parejas, renegociando su lugar, tanto en el mundo privado, como en lo público, favoreciendo su aparición en escenarios de participación.
3.3. Participación pública
En esta categoría se puede dar cuenta de una de las transformaciones más importantes en las luchas de las mujeres en relación con el rol social asignado,
desencadenando un proceso de concientización gracias al cual ellas han iniciado movimientos que dan a conocer sus demandas y sus opciones pacíficas para afrontar la guerra (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2011; Fritz, Doering y Gumru, 2011). Es una elección política posibilitada por la incursión del conflicto en la vida de las mujeres; es decir que, la guerra se ha convertido, paradójicamente, en la oportunidad para algunas de ellas de participar activamente en aspectos sociales y políticos; generando procesos organizativos a través de colectivos, redes, entre otros. Así, demandan y realizan al mismo tiempo un ejercicio de ciudadanía (Mesa de Mujer y Conflicto Armado, 2010; Villellas, 2010; Ruta Pacífica de las Mujeres, 2013; Theidon, 2006; Sánchez y Rodríguez, 2015).
Algunos estudios describen que, desde la Primera Guerra Mundial, hasta mediados del siglo XX, se dieron importantes transformaciones de las mujeres en el aspecto público (Chandler, 2005). Desde los años 50 hasta entonces, diferentes organizaciones de mujeres se han movilizado alrededor del mundo, conformando
organizaciones políticas, realizando conferencias en las cuales discuten temas concernientes a la justicia y la equidad de género, la construcción de paz, la participación en mesas de negociación de diferentes conflictos.
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Investigaciones en América Latina registran cómo hacia los años 70, las féminas comienzan a utilizar la expresión “lo personal es político”. A partir de allí se vendrán una serie de cambios en sus formas de relacionarse con lo político, sin dejar de lado el espacio de lo íntimo; ellas reclaman, en naciones como Méxic o, Guatemala, Chile, Bolivia, Uruguay y Argentina, a raíz de diversas formas de
violencia y exclusión padecidos y de los golpes de estado en el cono sur, la necesidad de un espacio político en relación con las reivindicaciones feministas (Carosio, 2009; Araiza, 2004; López, 2011; Zavaleta, 2014).
Cabe resaltar el papel y lugar que las mujeres han tenido en diálogos y acuerdos de paz que han sido firmados entre 1989 y 2011 (O'Reilly, 2016), donde
han podido empoderarse de su rol como constructoras de paz, no solo desde el escenario público, sino también en el académico, en la educación de sus hijos y en sus comunidades (Wood Wetzel, 1996; Morrison, 2006; Omotayo, 2006; Moghadam, 2001; Rajasingham-Senanayake, 2004; Kutz-Flamenbaum, 2015; ONU Mujeres, 2012; Hudson, 2011). Un hito significativo fue el registrado en la desmovilización del “Revolutionary United Front (RUF)” en Sierra Leona; gracias a la acción conjunta de las mujeres, la comunidad local se comprometió con la necesidad de dar cese a las atrocidades y ceñirse al acuerdo anterior pactado con Naciones Unidas. Luego de la dejación de las armas la labor de las organizaciones femeninas se dio a través de la reintegración de los combatientes a la vida civil (Gizelis, 2009).
Según Martínez y Mirón (2000) y CEPAL (2008), las mujeres han generado conciencia social para deconstruir discursos que dividen y polarizan a la población mediante determinados estereotipos. Su accionar en este campo ha conllevado a la creación de diferentes políticas que promueven valores como la paciencia, la
caridad, la compasión y la mediación, como respuesta y resistencia a la cultura bélica (Martínez y Mirón, 2000). Según O’Reilly (2016), la mediación de las mujeres ofrece mejores probabilidades para que una crisis se resuelva sin recurrir a medios violentos. Además, ellas han sido claves para generar políticas públicas que producen cambios sociales y comunitarios en los que, tanto mujeres como niñas, se han visto beneficiadas en su reconocimiento como sujetos políticos; así como cambios culturales y educativos. (Rajasingham-Senanayake, 2004; Moghadam, 2001; Kuumba, 2006).
En Colombia, la Ruta Pacífica de las Mujeres (2013) ha vivido un proceso de maduración, en el que las participantes han construido e implementado una propuesta educativa en cultura de paz y no violencia; mediante la Escuela
Itinerante de Formación Política han cimentado una paz con sentido de mujer (De Ávila, 2011). Así mismo, las mujeres han desarrollado proyectos de impacto social, como se recoge en la experiencia emblemática del Centro Nacional de Memoria Histórica, “Mujeres y Guerra: Víctimas y resistentes del Caribe Colombiano”
(Centro Nacional de Memoria Histórica, 2011) mediante el cual buscan generar eco en las instituciones del Estado en alianza con organizaciones de carácter
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Luchas de las mujeres para la construcción de la paz…
social y político, que tienen impacto local, nacional e internacional (Vega, Cardona, y Díaz, 2011).
Otras transformaciones significativas en la participación política de las féminas se han dado en la consecución de un lugar en la esfera política y laboral (Grau, 2013; Tbébaud, 1993), rompiendo con estereotipos culturales que atribuían
estos lugares a lo masculino (MZR y Sisma Mujer, 2010; Centro Nacional de Memoria Histórica, 2011; Vamos Mujer, 2008; Rajasingham-Senanayake, 2004; Aragón, 2011; Centeno, 2014). Sin embargo, quienes más han avanzado en este tema son las mujeres que se adscriben a grupos antimilitaristas, los cuales, como afirma Cockburn (2012), se oponen a la militarización de la vida cotidiana
teniendo en cuenta que el mili tarismo,
No es únicamente… la confrontación de las fuerzas del orden contra una población –que solemos oponer a la idea de democracia– sino que es precisamente un hecho que penetra en el Estado de derecho, que se infiltra por todas las arterias de nuestra vida social, cultural e incluso afectiva (Mujeres de Negro Sevilla, 2013, p. 382).
De allí que las Mujeres de Negro en Colombia, se hayan manifestado frente a la militarización de la vida cotidiana, y se hayan comprometido a no permitirla, a rechazar el servicio militar obligatorio, promoviendo la objeción de conciencia, cuestionando la vestimenta militar, no entregando sus descendientes a la guerra; evitando comprar juguetes bélicos y armas en el hogar, cuestionan y reflexionan en familia, en especial con los más pequeños los juegos, videos y cine que promueven el uso de la violencia (Ruta Pacífica de las Mujeres; Vamos Mujer,
2008).
4. Conclusiones
A lo largo de este rastreo teórico, nos encontramos con lo desgarrador de la guerra, su poder para acabar con la vida, sueños y proyectos de las mujeres. Su instauración en la cotidianidad trae consigo la destrucción del tejido social, cuyas consecuencias, son la naturalización de los fenómenos que son abarcados por el espectro de la guerra; por ello, una vez que se convierten en parte del diario vivir de las mujeres y las comunidades que los enfrentan son silenciados y aceptados por el miedo a ser heridos, a perder seres queridos y por la instauración de un
sentimiento de indiferencia provocado por la idea de una falta de control sobre lo sucedido. Esto se vive especialmente, en el caso de las mujeres, quienes son consideradas como bien privado de los hombres, lo cual, las convierte en un blanco susceptible de daño.
Frente a ello, las mujeres se levantan para gritar “¡Nomás!”, nombrando lo que han vivido, sentido y escuchado. De esta manera, el espacio de la guerra, se ha convertido, paradójicamente, en oportunidad para que algunas féminas salgan
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Juan David Villa Gómez, Manuela Avendaño Ramírez y Estefanía García Arcila
de su espacio de confinamiento a lo privado, dándole voz a todas las injusticias que han vivido en carne propia; además de las que han presenciado en sus familias y comunidades enteras. La guerra ha sido, al mismo tiempo, desgarradora y movilizadora, su incursión en la vida de las mujeres víctimas, frecuentemente no reconocidas, ha conllevado a que éstas generen acciones de resistencia, en su
gran mayoría pacíficas, mediante las cuales tocan puntos álgidos del sistema social buscando ofrecer una mirada más amplia y mediante la cual se generen procesos de transformación social.
La ardua labor social y política de las mujeres ha implicado denunciar y dar a conocer lo absurdo y abrupto de la guerra; pero aquí no agotan sus acciones:
ellas han construido una red de relaciones importantes, mediante las cuales se han fortalecido y han transcendido los prejuicios e ideales impuestos sobre el género femenino. Su resistencia pacífica alrededor del mundo mediante la construcción de la paz, con perspectiva de género, ha sido de vital importancia para unir los pueblos y para asegurar que las necesidades de toda la población puedan ser cubiertas de forma justa.
Finalmente, la voz de las mujeres en el espacio de lo público mediante las acciones de resistencia, ha traído frutos en la construcción del rol político femenino; por ello, este trabajo buscó reconocer también las metas alcanzadas y las transformaciones subjetivas que se han desarrollado desde un espacio de diversidad no solo de género, sino también cultural y contextual, dando siempre a conocer en diferentes lenguajes y de diferentes maneras, el sentir de lo femenino, acerca de la necesidad de una paz dialogada e inclusiva.
REFERENCIAS
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