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LAS PARADOJAS SOCIALES Y LA PSICOLOGÍA SOCIAL
Javier Álvarez Bermúdez 1
Resumen
El objetivo de este artículo es mostrar, a través de diversos acontecimientos contemporáneos que han tenido un efecto significativo en las sociedades, un panorama actual de la psicología social. Así mismo exponer algunas ideas que puedan servir para efectuar una revisión conceptual y metodológica de la disciplina.
Palabras Clave: psicología social, concepción, método, debate.
Abstract
The aim of this article is to show the panorama of the current social psychology through several significant events that have been appeared in society. This article, also wants to present some ideas can serve to do a conceptual and methodological revision of the
discipline.
Keywords: social psychology, method, debate.
1 Profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Correo electrónico: jabnl@hotmail.com
Javier Álvarez Bermúdez
Para dar un marco contextual actual desde el cual entender nuestra disc iplina, referiré una serie de eventos a nivel mundial que han llamado la atención. Uno de ellos es el fenómeno del Brexit, que es una abreviatura de dos palabras en inglés; Britain(Gran Bretaña), y exit(salida), donde los británicos fueron llamados por su gobierno para decidir dónde querían estar respecto a sus vecinos europeos
y en un inédito referendo decidieron que su lugar estaba fuera de la Unión Europea (UE). Era la primera vez que un país decidía dejar la UE desde su creación en 1992 (BBC, 2016a).
Con esto los británicos decidieron abandonar un ámbito basado en la libre circulación de bienes, servicios y personas dentro del viejo continente (The
Huffington Post, 2016). Es decir, resolvieron poder circular libremente dentro de su propio territorio y no en el de todos los países que conformaran la UE, sintiéndose satisfechos de que los ciudadanos de esos países no ingresaran libremente a su territorio y gozaran de derechos similares a los que ellos t ienen (Newsweek, 2016).
Otro ejemplo son las elecciones para presidente en Estados Unidos, que las ha ganado un personaje atípico, el multimillonario Donald Trump, quien ha llegado a la Casa Blanca con sus propuestas excéntricas, sus ideas sensacionalistas y cuyo discurso estuvo basado en lo “políticamente incorrecto”, manifestando abiertamente lo que piensa, sin temor a ser acusado de racista o misógino (Reston y Collins, 2016).
Con una imagen basada en sus carencias y habilidades personales, sus valores racistas contrarios a la igualdad y justicia social, haciendo promesas nacionalistas de rescate y emancipación, apelando los instintos egoístas de la sociedad, obtuvo el apoyo de todo un sector de la sociedad estadounidense profundamente
desencantada de las limitaciones y efectos negativos de la democracia (Rodríguez, 2016). Entendida esta desde su bolsillo y su calidad de vida por quienes se han visto empobrecidos por las políticas de la globalización económica y sus efectos negativos, es decir, amplios sectores de la sociedad (Baker, 2016). Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos contra todo pronóstico, es decir, “la victoria de Donald Trump no fue previsible” (BBC, 2016b). Un último ejemplo a considerar es el referéndum en Colombia respecto a la votación para el acuerdo de paz que planteó el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la cual arrojó un “no” al perdón. Dicho acuerdo llevaría la paz a un país con 50 años de lucha armada, los cuales estuvieron marcados de masacres,
secuestros, reclutamiento de menores, terrorismo, narcotráfico y millones de desplazados (Miranda, 2016; Ramírez, 2016). El acuerdo de paz con la guerrilla, el cual llevó alrededor de cuatro años negociarlo, fue rechazado por la población en el plebiscito (Cárdenas, 2016). Otro dato que llama la atención es que se
registró la tasa de abstención electoral más alta en 22 años, en donde de 35 millones de personas habilitadas para votar, más de 21 millones (63%) optaron por no participar. Lo que muestra que no consideraron relevante dentro de sus
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vidas intervenir para decidir poner fin o no a la violencia en su país. Asimismo, el resultado del plebiscito contrasta con datos de encuestas que en semanas anteriores pronosticaban una tendencia muy clara en favor del “sí”, por lo que no se tenía previsto un posible resultado adverso para llegar a la paz (Animal Político, 2016a).
Una particularidad llamativa en esta serie de eventos, sería que no se dieron los resultados que se esperaban por parte de mucha gente. Esto hace evidente que quizás en muchos de los fenómenos sociales que se están viviendo actualmente, una gran parte de la población tiende a pensar que las cosas tendrían que producirse de acuerdo al “deber ser” y que eso se debe manifestar
en los resultados de los eventos. Pero la realidad es dura y nos damos cuenta que no necesariamente los eventos se desarrollan así.
Si queremos hablar de un evento de esa naturaleza en la cultura mexicana, sería la elección para gobernador en el estado de Nuevo León, con el fenómeno del candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón “el Bronco” quien fue el ganador. Esta era la primera vez que un candidato independiente se imponía en unos comicios de gobernador por encima de los candidatos de los dos partidos mayoritarios en el estado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), y el Partido de Acción Nacional (PAN). Fue el primer candidato que gana sin pertenecer a un partido y haciendo uso exclusivo de las redes sociales, es decir, no gast ando recursos económicos en los medios tradicionales de comunicación como televisión, radio y periódicos (Arreola, 2015; Campo, 2015).
El “Bronco” es una persona con una serie de características similares a Trump; con una forma de hablar un tanto desfachatada y altisonante en ocasiones, con una fuerte presencia en Facebooky redes sociales. Con estas características
venció a su principal oponente, una mujer y a otro representante de un partido tradicional, con más experiencia en la política y en la administración pública. Le arrebató al PRI la gubernatura de la entidad más rica del país después de 12 años consecutivos de ser gobernada por el mismo (Rosagel, 2015). Las encuestas mostraron datos que no preveían la victoria de este candidato, sin embargo, el resultado sorprendió a los simpatizantes de todos los partidos y sobre todo a los militantes de los mismos debido a la proporción de votos a favor del candidato independiente en contraste con los otros candidatos, ya que la victoria fue contundente.
En base a los anteriores ejemplos podemos plantear que el pueblo político
es una realidad donde existen poblaciones diversas, divididas, que albergan infinidad de conflictos como de acuerdos. Es decir, que no son necesariamente homogéneas o que siguen a una sola voz. Así, por ejemplo, los desenlaces de fenómenos como los anteriormente mencionados han cambiado la historia, no de la forma pensada hasta ese momento. Esto nos recuerda algunas de las
palabras de Amalio Blanco (1980) :
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El vertiginoso ritmo de desarrollo tecnológico, la rapidez de traslado y comunicación, la ola migratoria, la explosión e implosión de la población, la carrera de armamento, el paro, la delincuencia, etc., vienen suponiendo un nuevo orden de cosas y de problemas en relación con los cuales la psicología ha venido demostrando una preocupante desorientación que se hace
especialmente manifiesta en la psicología social. (p. 159)
Lo llamativo de sus comentarios es que se podrían aplicar al momento actual con la salvedad de que esto fue escrito por el autor hace 37 años. Lo que nos lleva a preguntarnos; desde la disciplina psicológica, ¿es necesario que nuestro
entendimiento tenga que ir a la par de esos fenómenos sociales? O tendríamos que considerar el rol que juegan los medios de comunicación en hacer creer a las personas que su “deber ser” es hacernos “entender rápidamente” por qué se dan esos fenómenos. Lo que quizás lleva a algunos practicantes de nuestra disciplina a creer que “debemos” tener explicaciones inmediatas a los fenómenos sociales emergentes, pero sabemos que esto no es necesariamente así dentro de la ciencia. Entonces, una cosa son los tiempos del entendimiento de los fenómenos desde un punto de vista objetivo, científico, y otra cosa es el vender una noticia y un entendimiento del día a día, como lo hacen quienes se venden como “expertos” en los diferentes medios de comunicación y que desgraciadamente, serían los referentes para la mayoría de los ciudadanos en las diversas partes del mundo.
Esto, aunado al hecho que de forma regular se ocultan datos y resultados negativos respecto a las líneas editoriales, así como también acontece en las líneas de investigación académicas, dado que solo se intenta publicar aquellos
datos de encuestas, estadísticos o resultados de estudios que muestran el efecto positivo de las proposiciones o tendencias de los hechos que se editorializan o teorías que se profesan.
Por lo cual tendríamos que pensar, en cuanto al estudio de los complejos procesos sociales, como los que hemos señalado, si necesariamente habría que entenderlos de forma inmediata (Íñiguez-Rueda, 2003). Argumentamos al respecto que, dado el desarrollo del conocimiento científico de nuestra disciplina, los fenómenos complejos no necesariamente se comprenden de forma rápida. Por lo cual es preciso señalar que el querer tener una respuesta inmediata a todos los fenómenos que se están viviendo, sería eso en sí mismo un problema de la ciencia. Asimismo, como señala Ibáñez (1983) el no ir a la par de los eventos
sociales da una característica de constante latente crisis a la disciplina dada esta continua contradicción. Ya que qué los diversos conflictos de interpretación teórica reflejan de alguna forma las crisis del desarrollo de la humanidad.
Esta tendencia inmediatista, predictiva, refiere el marco modernista - positivista dentro del cual es característico intentar tener un entendimiento respuestas ipso facto de los diversos y complejos fenómenos sociales, dicho marco que se nos ha querido imponer como el único estándar de entendim iento
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de las ciencias sociales. Un modelo práctico que permita “entender” rápidamente los diversos problemas sociales para darles una “solución” práctica de acuerdo a los parámetros del establishment, es decir, el que la disciplina deba ser “útil” para entender los fenómenos sociales y que permitan aplicar esos conocimientos “útiles” en “beneficio” de las personas. Donde a la disciplina se le impone un
deber, aportar a la solución de los conflictos sociales. Esto nos lleva a volver a retomar a Blanco (1980) cuando expone que:
Por su misma naturaleza y definición, nuestra disciplina está en estrecha relación con la historia y con la sociocultura, con los acontecimientos y
vicisitudes que dentro de ella tenga lugar, en tanto que éstos tienen clarísimas repercusiones sobre el acontecer sociocomportamental. Sería un grave error pasar por alto este hecho, ya que nos llevaría a la destrucción de uno de los pilares de la psicología social. (p. 164)
Dichos argumentos nos dan una perspectiva diferente al modelo de inmediatez de entendimiento de los fenómenos, el cual no necesariamente es el modelo idóneo para la comprensión de los acontecimientos. Por eso es que si nosotros preguntamos ¿cuál sería el modelo idóneo para dilucidar eventos como los señalados?, como respuesta argumentaríamos, retomando a Vigotsky (1978), que la construcción de un conocimiento como cualquier otro proceso psicológico complejo, no se da per se de forma inmediata. Habrá que deliberar, una vez más, si la construcción del conocimiento, visto como lo entiende el positivismo, realmente nos lleva a ser mejores personas o que evolucione positivamente la sociedad o resolverle sus problemas o resolver los problemas sociales, o ser
aspectos a los cuales “deban” ceñirse las ciencias sociales.
Referente a este tópico Gergen (1996), reflexionaba respecto a tener cuidado de no llevar nuestras investigaciones a estar alejadas de las preocupaciones centrales de la sociedad y de las personas que las conforman, y aún más, que nuestras reflexiones intelectuales no se conviertan en reliquias de tiendas de antigüedades debido a lo poco pertinentes y explicativas de los fenómenos que se viven actualmente. Esto precisamente nos habla de tener que apuntar a entender o tratar de entender una serie de fenómenos que se están manifestado en nuestras culturas como los debates y conflictos en torno a la relación entre las naciones, la legalización de la mariguana, las familias entre personas de un mismo sexo, la muerte asistida, por denotar algunos ejemplos de conflictos sociales
actuales.
Si revisamos el tema del debate acerca de la legalización de las familias entre personas de un mismo sexo, podríamos argüir que se supone que hemos avanzado mucho en el entendimiento de la familia, pero las confrontaciones que
se están dando en torno a la familia diríamos nos hablan de los fuertes posicionamientos entre los diversos grupos sociales, tanto a favor como en contra de su legalización, cada grupo con la convicción de la veracidad de sus
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argumentos (Animal Político, 2016b; Nájar, 2016). Lo que lleva a veces a cuestionar si la “utilidad social” de la disciplina es tomar posición en uno u otro bando y dar elementos explicativos del porqué la otra posición es incorrecta.
Lo mismo en cuanto al modelo de trabajo y el salario, porque nos damos cuenta por diversos informes internacionales que México es de los países donde
más se trabaja en el mundo, pero por contraparte, es de los que menos se gana en el mundo (Organization for Economic Cooperation and Development, 2016). Por lo cual la “conformidad” respecto al salario y la “inconformidad” respecto al aumento de precios de los combustibles, lo que en nuestro país se ha dado en conocer como el “gasolinazo”, ha llevado a una serie de manifestaciones sociales
y actos de rebeldía social que no se había presentado anteriormente en la magnitud de cómo se han presentado actualmente (García, 2017; Leyva, 2017; Vanguardia, 2017). Lo que llama la atención es que el escaso aumento a los salarios, lo contrario a los aumentos a los combustibles, desde mucho tiempo ha sido desproporcionado, entonces ¿por qué hasta ahora esta intensidad en las manifestaciones de descontento? Lo que nos lleva a argumentar que el análisis de las condiciones históricas permite ver que estas condiciones son cambiantes y van agregando cada vez nuevos componentes al dinamismo social. Aspectos que no se pueden analizar desde un reduccionismo psicológicos que tiende a imponer como relevante el control de las variables, ya que ¿cómo controlar el conflicto y el cambio social?
Lo mismo podemos decir en otra serie de fenómenos recurrentes tanto a nivel internacional como nacional como la migración o la equidad de género, lo cual nos lleva precisamente a cuestiones que refieren a la concepción de los derechos humanos, es decir, cómo se entienden estos actualmente con toda esa
serie de conocimientos, con toda esa serie de “certezas” y sobre todo como se aplican. Lo cual al ver el fenómeno de los derechos vemos que las personas precisamente se siguen confrontando respecto a los mismos, lo interesante al respecto de esos fenómenos y esas contradicciones a nivel social es que están presentes desde siglos atrás, con otras particularidades, con otras proporciones. O bien la implementación de la globalización en menoscabo del multiculturalismo, o bien un modelo educativo que se pretende universal, t odo ello haciendo evidente que existe una concepción que deja de lado ese amplio y contradictorio espacio de las subjetividades, dando un sesgo a los fenómenos sociales desde una ideas que se pretenden predominantes por “objetivas”. Dicha posición conlleva una insensibilidad respecto a las características particulares de
los fenómenos, puesto que los mismos se conciben como “secundarios”, n o “útiles” para el desarrollo.
Esto nos lleva a plantear lo señalado por algunos autores respecto al problema filosófico que se presenta ante este tipo de universalismos sociales en
cuanto ¿cómo, dentro de la humanidad, puede algo ser universal o la misma cosa entre tantos individuos diferentes? (Wagner, Holtz, Kashima y Álvarez, 2012). De ahí que se apele al esencialismo sobre las cosas, dada la tendencia natural en el
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pensamiento cotidiano tanto en niños como adultos. Donde el abordaje nos lleva a determinar cómo las personas significan las categorías que construyen y donde cuando una categoría es esencializada, dados sus significados subyacentes, se asume que existe una esencia de la categoría que determina una membrecía de la categoría o del fenómeno u objeto al cual se aplica. De ahí lo polisémico de los
fenómenos y de las formas de comunicarlos.
Por lo cual, la adscripción o membrecía a cierto tipo de categorías sociales elegidas para señalar a los diversos grupos, son señaladas por ciertos atributos más o menos insignes como los estilos de vida, las formas de pensar o de vestir, que permiten que el miembro adscrito y o también a los no miembros, infieran la
membrecía del individuo a un grupo determinado, esto no de forma científica sino de forma social, de sentido “común”. Sabemos que en muchos de los casos los atributos que definen a un grupo social no son accidentales sino el resultado de un intento por distinguir a los miembros del endogrupo de los otros grupos, dentro de la diversidad de los grupos sociales (Wagner y otros, 2012). Estos procesos a su vez están alentados y orientados por los diversos factores ideológicos y mitos sociales y se han construido a través de diversos procesos históricos (Wetherell & Potter, 1992).
Dichos procesos y patrones de interacción y comunicación, se manifiestan en tipos de rituales grupales que reflejan las representaciones específicas de los grupos. Estas representaciones específicas comúnmente toman la forma de un fundamento ideológico que se convierte en la razón de la existencia del grupo. Toda esa riqueza y complejidad de las interacciones del fenómeno humano, se ve simplificada por los universalismos sociales que escurren el bulto al momento de explicar los procesos de construcción y confirmación de las diversas identidades
sociales, las cuales tiene un propósito, el de la construcción del Self social, el cual es multifacético e idiosincrático.
Ya lo explicaba Foucault (1957) al señalar como diversos abordajes psicológicos que intentan describir a las personas dan tanteos desordenados, ya que anudan el fenómeno de lo psicológico en función de la panorámica de los intereses de sus propias instituciones académicas (por ejemplo, de forma contemporánea, de dotar a los alumnos de “competencias”) y de sus propios intereses como docentes (sus líneas de investigación), de ahí la dispersión de los trabajos. Lo cual lleva al peligro de que la investigación psicológica no manifieste una dialéctica correspondiente a la verdad si no su propia mitificación académica, al aislarse dentro de sus espacios de investigación dejando de lado la práctica y
participación insertada en los espacios sociales. Ya que como se ha afirmado (Gergen, 1973; Israel y Tajfel, 1972) no podemos entender al desarrollo de las ciencias y las investigaciones desligadas de las condiciones de la vida económica y social y de las contradicciones en las cuales se hallan atrapadas las sociedades
y las personas. En otras palabras de sus condiciones socio- históricas.
Hay algunos que tratan de justificar el hacer positivista considerando que es común que se cometan algunos errores, como cuando se pretenden evaluar
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características psicológicas como la inteligencia, argumentando que estos errores del pasado no se deberían emplear para atacar el desarrollo de los científicos de la psicología (Colom, 2000). Lo cual nos lleva a pensar en que esas ideas pueden ser una analogía de justificaciones como “daños colaterales” cuando se afectan inocentes en las guerras. Por contraparte, otros señalan la necesidad de
reflexionar si en verdad la investigación social es autónoma y debe ser aislada de las contradicciones y efectos del mundo social. Asimismo, el argumento de que la historia personal de quienes realizan las investigaciones no influye en la elección de los temas, en la orientación de sus hallazgos y en las interpretaciones que realizan de los procesos sociales (Denzin y Lincoln, 1994). Entonces, quizás la
forma en que estamos aplicando el conocimiento y la forma en la que lo estamos institucionalizando, no es la forma más pertinente de hacer llegar el conocimiento de la disciplina a los estudiantes dentro del actual modelo de universidad, d el cual también tendríamos que reflexionar acerca de su pertinencia. Dado que el conocimiento tiene consecuencias sociales. Y dentro de los ambientes académicos es evidente la estratificación de los grupos de “alto estatus” y “bajo estatus” y el tipo de relación que se establecen entre ellos de acuerdo a sus posiciones respecto a: el sistema social, la metodología empleada, sus temas de estudio, sus “galardones” académicos y un amplio etcétera.
Ahora bien, nuestra disciplina nos ha llevado a desarrollar conceptos para entender elementos claves del denominado comportamiento social como actitudes, motivaciones sociales, cooperación vs competencia intergrupal, prejuicios, atribuciones, el cambio en las comunidades, los relatos y los metarelatos, etc., que nos permiten razonar que nuestra disciplina es una ciencia histórica, por lo cual las explicaciones son difícilmente generalizables a todos los
pueblos en todo momento histórico (Gergen, 1996; Blanco, 1980). Dichos conceptos nos permiten dar continuidad en la aprehensión de los fenómenos y orientarnos en uno u otro camino ya sea de ampliarlos o transformarlos. Tenemos que considerar que los eventos son dinámicos, por lo cual debemos ser capaces de entender de forma plausible los fenómenos y necesidades presentes. Para ello es pertinente retomar las ideas expuestas ampliamente por Moscovici (1972), respecto a que la psicología social debe desarrollar una alta capacidad de sensibilidad ante las problemáticas sociales. Para no caer en la rutinización de la investigación social y el debate acerca de las cuestiones epistemológicas, teóricas y metodológicas (Ibáñez, 1990).
Nuestra ciencia ha pasado por una serie de “crisis” (Blanco, 1980; Ibáñez, 1990; Gergen, 1996; Íñiguez-Rueda, 2003) respecto a la infinidad de mov imientos sociales que se han presentado en los diversos momentos históricos, lo que ha llevado a decir que nuestra disciplina ha estado en crisis por no preverlos. En dichas crisis se planteó que “tendríamos” que haber “predicho” esos hechos, esos
movimientos sociales, en el mejor sentido de la tradición positivista. Entonces, dicho así, si sería una crisis, pero visto desde otra perspectiva podemos decir que
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esos hechos son lo que nutre y da vida a la disciplina, su leitmotiv, su razón de ser.
Así, en cada período histórico encontraremos nuevos hechos, nuevos movimientos sociales que conflictúan y dividen a las sociedades, vemos, por ejemplo: el conflicto cristiano-musulmán a partir del siglo VII hasta la actualidad,
las revoluciones burguesas o liberales del siglo XVIII, las guerras de descolonización del siglo XVIII o las del siglo XX. O bien ya dentro del siglo XX los movimientos por los derechos civiles a partir de la mitad del siglo XX, los movimientos estudiantiles de la década de los años 60, las diversas crisis económicas del siglo pasado, a la par de los cambios sociales producto del rápido
desarrollo tecnológico. Movimientos sociales contemporáneos que la psicología social no había previsto.
Hemos expuesto que dentro de la disciplina hay una corriente dominante que ha profesado la necesidad de explicar y sobre todo predecir los comportamientos humanos. Pero los movimientos y conflictos por los derechos civiles y las reivindicaciones de los movimientos estudiantiles de la década de los años 60, llevaron a reflexionar profundamente acerca del qué hacer, del cómo hacerlo y sobre todo del para qué de la psicología social (Blanco, 1980; Ibáñez, 1990). Esto influyó de forma innegable en la disciplina en cuanto a aceptar y estimular la creación de nuevos paradigmas, campos del quehacer, la transversalidad disciplinaria, así como también la diversidad metodológica (De la Villa, 2015). Entonces, ahora, ya en el 2017, nos damos cuenta que estamos en otra serie
de crisis dentro de lo social que llevan a replantearnos si nuestra forma de hacer las cosas será la mejor forma para entender lo que está pasando; de ahí que tendríamos que pensar en cómo proceder para un mejor entender de todo este
dinamismo que se da en las sociedades modernas, como el dinamismo que s e pudo haber dado en las sociedades anteriores. Por lo cual, nuevamente, nos lleva a exponer si los principios base que sustentan a la psicología social deben removerse para que emerjan nuevas formas producción de conocimiento social y nuevamente estimular la ampliación y creación de nuevos paradigmas, campos de acción, fortalecer el trabajo transdisciplinario y seguir estimulando la diversidad metodológica.
Repensar nuevamente ¿cuál sería el papel de la ciencia? si esta tiene que ser vista como algo que tiene que estar dando respuesta a todo, y sobre todo “solucionarlo” en pro de y sacar ganancia de ello. Porque ahora también el modelo de lo social educativo es que la ciencia tiene que ser productiva y en la
medida de que es productiva, entonces es mejor evaluada, y que las y los académicos que produce más artículos son los mejores académicos. Así visto, ¿este “deber ser” es la medida del aporte científico? Entonces, en esa medida tendríamos que entender si que la forma en que hemos estado “midiendo” (en lo
referido a los aspectos metodológicos) estos fenómenos, ha sido la más pertinente para “ir midiendo los fenómenos”.
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Lo que nos lleva precisamente a otro gran debate dentro de la ciencia respecto a si el modelo positivista de tener indicadores fiables que permitan la predictibilidad de los fenómenos en sus diversas variaciones, “debe ser” el modelo de la ciencias sociales. Esto nos evoca lo que planteaba Martín- Baró (1989) concerniente a los peligros que implican los reduccionismos tanto
psicológicos como sociológicos y el centrarnos más en las conductas y menos en las acciones de las personas, en apuntar más hacia los hechos individuales soslayando los sociales o colectivos. Lo que nos lleva a argumentar que el individualismo tiende a ser una metateoría de la relación entre la persona y la sociedad, es una perspectiva que además reduce a la sociedad y también a las
personas ya que cercena la dimensión social de las personas. Más aún, dejando de lado los significados sociales de esas acciones colectivas y las contradicciones sociales inherentes a las mismas, en pro de la fiabilidad, la predictibilidad y la universalidad. De ahí que esta perspectiva individualista permite, si, extraer inferencias y conclusiones de lo que está estudiando, pero incorrectas. Ya que intenta extrapolar esos procesos particulares a procesos sociales, obviando una gran cantidad de variables, entre ellas la influencia social, la categorización social, la identidad social, es decir, la gran cantidad de fenómenos que surgen a partir de las relaciones entre las personas.
Inclusive dentro de los positivistas se han planteado interrogantes concernientes a la objetividad de las “medidas”. El caso de Kurt Gödel, por ejemplo, que evidenció que en todo sistema lógico podemos encontrar proposiciones cuya verdad no puede probarse (Rosenblum y Kuttner, 2016). Asimismo, Penrose (1996), nos expone lo insostenible del punto de vista en la actual filosofía respecto a que nuestros pensamientos son en esencia lo mismo
que el proceder de una computadora sofisticada, argumentando que los procesos cognitivos son no necesariamente computables como lo ha afirmado categóricamente el cognitivismo ortodoxo.
Estas dificultades que conllevan los principios positivistas lo podemos ver actualmente en algunos de los fenómenos que son “medidos”, como el caso de las encuestas político electorales y sus errores de medición y predicción, donde si nosotros exigiéramos a los expertos encuestólogos, no nada más de México sino también en otras partes del mundo, que nos expliquen cuáles han sido sus fallos, encontraríamos explicaciones como “errores en la aplicación de la metodología”. Haciendo una revisión de sus argumentos podríamos ver que no logran “entender” en que han fallado, creemos que esto debido a que su modelo
no les permite verlo. Y no les permite verlo porque ellos no son objetivos, asépticos, ajenos al fenómeno, en el sentido de las presunciones positivistas. Por el contrario se evidencia su alto nivel de involucramiento tanto económica como ideológicamente, tanto que han evidenciado como sus encuestas intentan
construir un ganador (Boltvinik, 2012). Haciendo ver asimismo, el carácter inductor del voto de dichas encuestas, las relaciones entre encuestadoras y los
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medios de comunicación que solicitan sus servicios, así como los resultados a satisfacción del cliente.
El adscribirse a ese modelo de entendimiento de los fenómenos electorales a través de las encuestas es un insigne ejemplo del problema de la predicción, donde no se plantea predicción para qué y para quién, si no seguir con ese
paradigma solo haciendo “algunos ajustes” al modelo. Lo que lleva precisamente a la visión de túnel del asumir ese paradigma como pensamiento único. Que refiere a pensar que este modelo de sociedad es la única manera en que funciona la organización social y que las crisis señalan hacia donde se deben de hacer ajustes para su mejor funcionamiento, sin permitir plantearse si no sería mejor
cambiar de modelo (Cachanosky, 2002). Entonces tenemos que entender que si la forma en que estamos tratando de estudiar los modelos de sociedad actuales y los efectos que ha generado, que son tan evidentes, realmente es la mejor forma para su abordaje o si el modelo solo necesita algunos ajustes (Mateo, 2013; Santos, 2013). O también tendríamos que replantearnos si hay la necesidad de empezar a pensar en otro modelo de sociedad y otra forma de hacer ciencia. Como también tendríamos que plantearnos si tendría que ver otras formas
de ir por la vida, si tendría que haber otro modelo educativo, tendría que h aber otro modelo de familia, etc. Y el modelo del “deber ser” ciudadano no necesariamente es siendo emprendedor y ganando mucho dinero. El cual es el ideal del ser una persona exitosa en nuestra sociedad y la cual se publicita y se transmite como la mejor forma de llegar a la felicidad.
Lo expuesto nos lleva a cuestionar si el conocimiento, en su esencia, tiene que ser necesariamente para resolver cosas o el conocimiento es para entender las cosas. Cosas respecto al mundo objetivo y la percepción consciente que
tenemos de él, o bien al mundo subjetivo, interior, de las personas y la forma en que ambos se conectan (Rosenblum y Kuttner, 2016).
Ahora bien, si como argumentan las posturas positivistas, si realmente el conocimiento ha servido para resolver cosas, por qué es que actualmente muchas de las enfermedades digámoslo, con mayor espectro, tienen que ver con los hábitos, es decir, la gente tiene comportamientos que afectan su salud aun teniendo conocimiento de ello, un ejemplo, el mayor índice de mortalidad en jóvenes son los accidentes automovilísticos asociados a sus hábitos (Organización Mundial de la Salud, 2015). Otro ejemplo, es el de que sigue habiendo infinidad de guerras por diversas causas en las cuales hay miles de muertes, sabiendo que existen otras formas menos cruentas de resolver un problema. O bien existe una
gran cantidad de violencia en el mundo, donde cada año, más de 1,6 millones de personas pierden la vida violentamente. Así, la violencia es una de las principales causas de muerte en diversas poblaciones en el mundo (Organización M undial de la Salud, 2002; 2014).
Igualmente, tiene que ver con entender toda la complejidad de los fenómenos humanos, más allá de esa visión positivista que se nos ha intentado imponer. Por otra parte, eso nos lleva a pensar también, cuál necesariamente va
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a ser el rol que tenemos nosotros como psicólogas y psicólogos sociales, o sea, si nos vemos como profesionistas, si nos vemos como activistas, si nos vemos como políticos, etc. En esa medida tendríamos que plantear cuales serían las características de nuestro rol.
Del mismo modo tenemos que tener cuidado si eso no nos lleva a perder perspectiva, por eso señalamos que podríamos debatir profundamente dentro de nuestra disciplina acerca del hacer. Consideramos un hacer para entender el dinamismo social en todas sus etapas de desarrollo. Este dinamismo social, sabemos, continuamente ha ido a una velocidad más rápida que las formas de entendimiento de lo social, por eso podemos pensar que las transformaciones de
las disciplinas como la nuestra tienen que ser necesariamente apuntando a sacudir sus bases. Se dice que todas las crisis tienen algo positivo, en nuestra disciplina las crisis son un componente más de nuestro fenómeno de estudio Por eso tenderemos que reflexionar acerca si el hacer que estamos desarrollando es el pertinente y, sobre todo, no perder de perspectiva el cuestionar aquellas supuestas bases que se supone que son las más consolidadas. Además, entendemos que muchas de las maneras de transmitir una ideología podrían ser, como lo señalaba Foucault (1957; 2003), estrategias para el control de las personas. Con mecanismos sutiles, no castigando los cuerpos sino corrigiendo sus “almas” a través de la ciencia y el conocimiento para hacer a las personas "dóciles y útiles". A lo cual proponemos tener cuidado de no ir en esa dirección.
Por otra parte, la posición que nosotros tomemos como pensadoras- es dentro de una sociedad neoliberal, asumiendo o confrontando la ideología que ella conlleva e intenta imponer, hará evidente la posición de la verdad que
profesamos, aunque nosotros no lo percibamos (Foucault, 1990). Y mostrará si nos acercamos a la creencia positivista de la ciencia o la creencia metafísica del cristianismo o si somos antagónicos a los mismos.
Para terminar, podríamos plantearnos, como ya señalaba Nietzsche (2012), cuál es la función de la ciencia y si esta es una forma de pensamiento liberador.
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Javier Álvarez Bermúdez
Las paradojas sociales y la psicología social de

Javier Álvarez Bermúdez
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Sobre el papel del psicólogo s ocial
Blanca Reguero Reza 1
Cuando me plantearon realizar esta presentación era difícil estructurar el tema concreto del que hablaría, tomando en cuenta que la psicología social es una disciplina muy compleja, en cuyo centro reside un cúmulo de pensamientos que muchas veces son más diversos que similares. Sin embargo, algo debe unirlos, algo debe funcionar como el hilo conductor que enlace toda esa complejidad.
La pregunta, entonces, sería: ¿qué define a la psicología social como disciplina? La respuesta no parece estar en los objetos de estudio de la propia disciplina, tales como la vida cotidiana; las estructuras simbólicas y semánticas que posibilitan la interacción; el lenguaje y sus posibilidades para construir la realidad; las relaciones interpersonales, grupales o culturales; la sociedad como un pensamiento; la historia y las características que definen un lugar; lo que hace permanecer a la gente en una “comunidad” o cualquier otro que alguno de nuestros estudiantes decida investigar y, por este solo hecho, introducir al cúmulo de contenidos por los que se ha interesado la psicología social que, como se puede ver, no se parecen mucho unos a otro s.
Pero si la respuesta no parece estar en los objetos de estudio, entonces algo más debe mantenerla unida. Quizá la estructura metodológica que ha utilizado para acercarse a la realidad, aunque es algo que, a su vez, parece poco probable, pues hay quien piensa que uno no se acerca, estrictamente hablando, a la realidad, sino que más bien la realidad obtiene su forma mientras uno le va
tomando apego y le va poniendo cualidades; mientras, otros intentan buscarle regularidades a su forma, buscan medir su tamaño y ver qué porcentaje de influencia es capaz de ejercer un grupo determinado. Están, de igual forma , aquellos que piensan que se debe estar dentro de la realidad para conocerla. Y hay quien plantea, incluso, que no son ellos sino los que viven una realidad específica los únicos capaces de describirla. Así, muchos otros la conceptualizan
desde diversas perspectivas. Entonces, nuevamente la respuesta es negativa, ni el objeto de estudio, ni la metodología de trabajo son el punto central de la psicología social.
1 Profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Psicología Social, Facultad de Psicología. Correo electrónico: breguero@unam.mx. Presentación del viernes 18 de
octubre de 2017, en ocasión del IV Foro-SOMEPSO “Psicología social (hoy)” realizado en la Facultad de Psicología de la UNAM.
Blanca Reguero Reza
Pero, entonces, ¿dónde está el centro de la psicología social? El lugar donde reside se encuentra en una necesidad inherente a la naturaleza social: la necesidad de la acción o, en el caso particular, la necesidad de la reacción. En muchos sentidos la psicología social es ampliamente reactiva (por su capacidad de generar reacción, de transformar aquello con lo que entra en contacto) y su
fortaleza proviene de su incesante necesidad de transformar la sociedad, más allá de limitarse a comprenderla, sin dejar esto de lado, evidentemente .
Ahora bien, ¿ante qué debe reaccionar la psicología social? Dependiendo de la respuesta que demos a esta pregunta, podemos entender la importancia y los alcances de la disciplina. Y la mejor forma de responderla es haciendo un breve
análisis de la sociedad y del mundo en el que vivimos, quizás así nos quede claro el papel del psicólogo social en el siglo XXI.
Vivimos en un siglo de múltiples fuerzas cambiantes; es probablemente lo múltiple, lo complejo y lo carente de forma aquello que describe más fielmente al monstruo que se ha vuelto nuestro siglo. Época en la que las desigualdades económico-sociales se han incrementado, dando como resultado ricos más ricos, pobres muchísimo más pobres y una clase media con tintes de pobreza cada vez más subsumida en la necesidad ideologizada del consumo, del tener para poder valer, de la transformación del deber ser en deber poseer. El capital, en su forma menos abstracta de dinero, se ha convertido en la idea siempre perseguida, angustiantemente nunca alcanzada y, por desgracia, imposible de realizar; porque una idea no es algo real, una idea construye realidad, pero nunca se concreta realmente, menos aún la idea de algo que ni siquiera tiene forma, como lo es el capital, ya que su estructura es la de un medio, algo sin valor de uso, un mero valor de cambio en el sentido más abstracto. Y, sin embargo, este no ser
define en gran medida nuestros deseos y expectativas, se vuelve fin en vez de medio, siendo —desde nuestra óptica—un fin sumamente vacío, ya que el dinero no es nada por sí mismo.
Igualmente es el siglo de lo inmediato: la velocidad de la información acelera constantemente la velocidad de la vida, la multiplicidad de contenidos desborda la capacidad de comprender cada uno de ellos, mientras más cosas aparecen en el horizonte de posibilidades, menos relevancia adquiere cada una de ellas porque para amar algo hay que verlo de cerca, tomarse su tiempo para conocerlo y poder disfrutarlo tranquilamente, como las creencias que antes tenían sentido y definían una vida entera, mientras hoy día aparecen y desaparecen a la velocidad de modas de Internet, matrimonios y movimientos de protesta. Lo
múltiple es la posibilidad de, hoy, ser uno, mientras mañana me levanto siendo otro distinto, sin que esto tenga que ocasionarme el menor de los conflictos; sin embargo, la pregunta constante es la posibilidad real de elección: ¿acaso soy quien yo elijo ser o es la oferta quién define la demanda?, como pasa con nu estras
redes sociales
Ahora bien, otro tema que vemos de manera reiterada es el de la violencia , pero empezar a hablar de ella es meterse en un terreno complicado, no obstante,
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es otra de las características que definen al siglo XXI. Aunque la violencia existe y seguirá existiendo, hoy en día en sociedades como la nuestra está en un nivel estructural y se extiende a todos los niveles sociales. Tenemos la violencia implosiva que sufren todos aquellos que se enfrentan a una realidad en la que tienen un trabajo mal pagado y poco satisfactorio, que todos los días buscan un
escape de su vida por medio de la televisión, las redes sociales o el vicio, aquellos que tienen que hacerse cargo de responsabilidades para las que no tienen los recursos suficientes, ni económicos, ni educativos, ni psicológicos, quienes son bombardeados constantemente con la idea de que deben de aspirar a ser millonarios, a viajar por el mundo, a tener un celular y también un coche, pero
cuyo medio no les brinda las oportunidades para lograrlo. Los jóvenes, que ven un panorama obscuro, miran que sus padres, cuya vida no refleja lo que ellos esperan tener, no saben cómo establecer reglas y límites en su vida y son s us principales referentes. Son jóvenes que asisten a un sistema educativo que no los satisface, que se enfrentan a las posibilidades de acceder a trabajos mal pagados, donde no son apreciados, ni respetados; así que se van por la “fácil” porque “ahí está el varo” y entonces existen, no son uno más, tienen un poco de poder; así como sus gobernantes infringen la ley y son recompensados, ellos buscan su tajada. Violencias generalizadas, violencias que se ejercen de forma sistemática: contra mujeres, contra periodistas, contra el pueblo; violencias que a su vez se ven replicadas constantemente por la gran mayoría de los actores de esta sociedad.
A la par de la violencia aparece la discriminación. Ésta también se produce en todos los niveles. Vivimos en el mundo de la globalización y, sin embargo, algunas ideas, productos y sistemas tienen más derecho a ser globalizados que otros. Las
representaciones sociales vigentes de belleza, de riqueza y de bienestar están muy alejadas de la realidad del grueso de la población. Ni siquiera hace falta empezar a hablar de la cultura, de una educación digna, de la posibilidad para decidir sobre uno mismo. Así, constantemente se violan nuestros derechos humanos. Así, constantemente lo dejamos pasar porque es lo normal en la sociedad donde vivimos. La falta de educación, la falta de estructuras de creencias firmes y el individualismo exacerbado tienen consecuencias graves, transforman la manera en la que vemos al otro, en que lo consideramos como alguien cuyos sentimientos y decisiones tienen igual valor que los nuestros. Podemos volver al otro un objeto más en la realidad, un peldaño más en la escalera por la que asciende nuestra vida. Como objeto, es posible usarlo y desecharlo, como hemos
hecho con la naturaleza. Lentamente vamos desgastando las relaciones entre los humanos, hasta llegar al punto sin retorno, hasta herirnos en lugares tan profundos que devastan nuestra identidad, que nos obligan a perder la confianza. Y aunque estas cosas pueden parecernos buenas o malas, lo único seguro es
que vivimos en medio de ellas. Independiente de cualquier juicio de valor que le proporcionemos al siglo XXI, los psicólogos sociales están obligados a comprenderlo, a meterse en las estructuras con las que se establece la sociedad ,
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para actuar en ellas. Y, claro está, actuar es asumir una postura ética. Quizá es ahí donde se encuentra el centro de la psicología social. Esta necesidad de actuar en la sociedad obliga a la psicología social a ser una disciplina ética, nos fuerza, a l os psicólogos sociales, a ser críticos, nos lleva hacia la reflexión constante.
Dado que vivimos en el mundo de la información y de la globalización, démosle apertura global a toda clase de pensamientos y hagamos valer cada gota de información vertida en la red, seamos formadores de formadores, trabajemos con la sociedad para que ésta pueda reflexionar sobre sí misma y trabajemos con cada pueblo y población que sufre abusos para que aprendan a decidir sobre sí mismos, a estrechar los lazos que unen todas las otredades, a resignificar a la
comunidad, alejándola de ser un sitio para volverla una forma de existir en el mundo.
Si me preguntan nuevamente qué es la psicología social en el siglo XXI, creo que debo decir que es una necesidad. Tal vez valga la pena reformular un poco la undécima (y última) de las TesissobreFeuerbach, de Marx, que dice: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo.” Sin embargo, ante un mundo que se transforma constantemente y a toda velocidad, habría que detenerse un segundo a reflexionar hacia dónde va ese cambio, para poder darle sentido y dirección. Si bien es cierto que la acción es fundamental en el quehacer del psicólogo social, también lo es el hecho de que ésta tiene un sentido. Nuestra responsabilidad es asumir una postura, reflexionarla, preguntarnos hasta el cansancio “¿por qué vale la pena?”, hartarnos de comprender las consecuencias que derivan de ella, ver si estamos dispuestos a vivir con ellas, sólo entonces podemos actuar. Pero n o debemos pecar de ingenuidad, ya que en este mundo las buenas intenciones no
son suficientes. Si nuestra acción transforma a la sociedad, entonces debemos transformarla en una sociedad en la que deseemos vivir, porque nosotros somos parte de ella.
Nuevamente la psicología social en el siglo XXI es una necesidad. Y ser psicólogo es una gran responsabilidad. Si esperamos abrirle la puerta a una sociedad que sea más consciente de sí misma, entonces necesitamos ser más conscientes de nosotros, por eso es una gran oportunidad estar en un espacio como este, donde los estudiantes se reúnen, porque tengo la esperanza de que algo de lo que vengo a decir aquí haga eco en su consciencia y ento nces empiecen a transformarse. Al final, estamos comprometidos con la acción y el cambio. Y tengo la firme creencia de que es la manera en que podamos contribui r
en su formación el día de hoy lo que logrará que mañana ustedes también busquen transformar su entorno y reformular la sociedad en una menos violenta, menos fría, menos individualista y, en definitiva, mucho más crítica. Porque una sociedad crítica es una sociedad que se piensa a sí misma y mientras se piensa se
va transformando. Porque una sociedad crítica no permite que se esta nquen estructuras que la vulneren. Porque una sociedad crítica es una sociedad que
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protesta por las desigualdades e injusticias. Y porque, en resumen, una sociedad crítica es una sociedad que aterraría a nuestros gobernantes.
Es así como espero que puedan ser los psicólogos sociales por lo que resta de siglo: críticos, reflexivos, comprometidos, responsables, éticos y que trabajen todos los días por esta sociedad y este mundo. Porque debe quedarles claro que ,
si nos proponemos realizar las cosas de manera diferente, aún hace falta mucho trabajo.
“Sobre el papel del psicólogo social” de Blanca Reguero Reza se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0

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La piratería
Pablo Fernández Christlieb 1
Decirles piratas es atinadísimo: los piratas eran unos señores que les quitaban cosas a los que las habían robado legalmente, como los piratas del Caribe que asaltaban galeones cargados de tesoros saqueados de México en el siglo XVI, acto al que denominaban, curiosamente, “privatizar”. O sea que los piratas sí son enemigos, pero de los conquistadores. Hoy en día atracan a empresarios
monopolizadores, ésos que le ponen marca registrada a todo, hasta al henequén, a la inmortalidad de las células y a la superficie lunar, según se ha informado en los periódicos. Ahora se podría denominar “popularizar”.
Los piratas no son unos angelitos: son los que copian discos de Thalía, películas como las de HarryPottery programas de Microsoft y luego van y los venden bien baratos a la salida del Metro, lo cual significa que nada más copian lo que está de moda –no lo que es bueno– porque solamente les interesa el dinero. De hecho, tienen exactamente la misma mentalidad que los empresarios. Por eso no imprimen libros. La regla general es que únicamente hay piratería de cosas chafas, es decir, aquéllas cuya publicidad excede a su calidad y que son
producidas por empresas grandotas, del tamaño de un galeón, a las que lo último que les interesa es afinar el pensamiento y la sensibilidad de la gente, que es justo lo que mejor se llevan entre las patas a la hora de ir tras las ganancias. Pero cuando llega un pirata y les reproduce su mercancía, entonces sí ponen car a romántica y le piden a los videoaudioespectadores que por favor les ayuden a
proteger la propiedad intelectual, en nombre de la cultura, la creatividad y el arte. Su error es que amenazan con que si sigue la piratería entonces ya no va a poder cantar Paulina Rubio.
A quien les puso el título de piratas para perseguirlos por la vía jurídica, se le olvidó que a la población en general, entre la figura del pirata y la del empresario, siempre prefiere la del pirata, que es como el de Sabina y el de Stevenson y el de
Johnny Depp o el de Espronceda con diez cañones por banda; después de todo, los piratas se visten bonito y les gusta el ron. Y tienen como lema el que les compuso Serrat: “Para hincarlos de rodillas hay que cortarles las piernas”. Todavía no se sabe de un poema dedicado a los empresarios.
1 Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Psicología Social, Facultad de Psicología. Correo electrónico: pablof@unam.mx
Pablo Fernández Christlieb
La piratería es el acto por el que alguien vende una idea que es legalmente de otro, pero nomás legalmente, lo que muestra que hoy por hoy lo más torcido de la realidad no es la transa sino la legalidad, porque el dueño legal acostumbra ser mero explotador del dueño de la idea, o sea que el derecho de autor no es del autor. De entrada, uno se conformaría con que los empresarios no nos
zambutieran sus rollos de que ellos son los buenos, porque a quien no es ni empresario ni pirata, le tiene aproximadamente sin cuidado si el asunto es legal o ilegal. A los terrestres no nos importa lo que acontezca en la mar océana.
La legalización de la piratería parece implicar que deje de ser negocio el negocio de atontar a la gente para después venderle tonterías estilo Britney
Spears, porque todo pasa a convertirse en dominio público como lo es el padrenuestro o los abanicos. La cultura no tiene dueño. Tampoco marca registrada. Por contra, parece implicar que la única alternativa es diversificar y enriquecer el panorama cultural con nuevos autores, diferentes propuestas y más oportunidades, ya no para los que quieran ser ricos y famosos, sino para los que quieran cantar, escribir, componer, producir, inventar o lo que sea. Si se legaliza la piratería, puede que Shakira siga cantando, pero cuando menos habrá la esperanza de que Luis Miguel no llegue a presentar Misromances 18. Ciertamente, si una canción o lo que sea es de verdad una “expresión”, algo que se expresa, pues, entonces es algo que por naturaleza lleva dentro la necesidad de salir y hacerse público, darse a conocer, difundirse, sin importarle cómo. No se puede ser cantante sin querer que lo oigan, y quienes hacen obra cultural suelen sacrificarse y empobrecerse con tal de hacer algo que alguien mire. Hacer público lo propio es el verdadero derecho de autor, y el hecho de que se difunda es ya de por sí su éxito, así que el derecho de autor incluye el derecho a
ser pirateado. La piratería es difusión.
Con la legalización de la piratería, sólo quedarían los piratas de corazón. Como dice Daniel Defoe en sus Historiasdepiratas: “Los indios solían tratar con piratas y siempre los habían encontrado hombres de honor en cuestiones de negocios”. En los últimos cuatro siglos, nadie ha dicho algo así de los empresarios.
“La piratería” de Pablo Fernández Christlieb se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional .

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Reseña: Nateras, O., Arciga, S. y Mendoza, J. (coords). (2016). Psicologías Sociales Aplicadas. Temas clásicos, nuevas aproximaciones y campos interdisciplinarios. México/Madrid: Universidad Autónoma Metropolitana en coedición con Biblioteca Nueva.
Gustavo Serrano Padilla 1
Reseñar cualquier libro suele ser una tarea complicada y de largo aliento, sobre todo porque, para empezar, se tienen que leer libros que a veces uno quisiera nunca haber abierto y, para acabar, resulta que a veces se debe aprender a hablar bien de los autores; sobre todo si se quiere que el libro se empiece a vender y se consolide como una obra clásica dentro del círculo de profesionales y ap rendices de cada disciplina. Y como se puede imaginar, la tarea suele resultar peor cuando
se trata de un libro en el que escriben, por lo menos, quince diferentes autores con sus ideas, sus miradas, sus formas de entender eso de lo que están hablando, las formas en que lo expresan y los chistes que escriben cada dos por tres a lo largo de sus textos. Comoquiera que sea, el libro que esta reseña pretende presentar no tiene ninguno de esos problemas, muy por el contrario, resulta que
cuando uno lo empieza a leer se da cuenta (casi desde el primer capítulo), que puede encontrar cosas interesantes, antiguas, novedosas, chistosas y hasta importantes en cada una de sus páginas. Y como cada uno de los capítulos está escrito por una persona diferente hasta empiezan a dar ganas de buscar la biografía y currículum de cada uno, como si de repente se entrara en una complicidad con los autores. Como si no se pudieran entender sus textos sin conocerlos a ellos previamente: como si Ricoeur se hubiera equivocado cuando dijo eso de que ‘cuando una obra es publicada se vuelve independiente de sus autores’. Esto sucede nada más y nada menos porque entre autor y texto también existe una complicidad tácita. Porque se ve y se siente que le tuvieron que andar
pensando qué poner en cada renglón, qué palabra era la precisa para dar a entender lo que querían decir. Porque se nota, al final de cuentas, que mientras los autores escribían sus capítulos también se estaban escribiendo a ellos mismos.
1 Estudiante de la Facultad de Psicología, UNAM. Correo electrónico: gustavosp94@outlook.com
Gustavo Serrano Padilla
Conviene así, como un homenaje a todos los implicados, ir poquito a poco presentando este libro, enmarcarlo también en una situación histórica, detenerse en los chistes y peripecias de cada capítulo. Conviene, en fin, sumergirse en los ríos de tinta que este libro fue capaz de reunir y que ahora presenta para profesores, estudiantes y aficionados a la psicología s ocial.
Este libro, con sus diecinueve autores y cuatrocientas páginas, forma parte de un proyecto que se ha ido gestando a lo largo de los últimos años en los pasillos, salones y salas de juntas de diferentes universidades. De ello da cuenta la pluralidad de enfoques, miradas y afiliaciones institucionales del mismo. Desde la UAM-I, pasando por la UPN, haciendo una parada en el ITESO, para regresar a la
UNAM y alcanzar, inclusive, a la Universidad Autónoma de Barcelona. Dicho proyecto conoció su primera publicación hace apenas cuatro años con el libro Introducción a la Psicología Social, una coedición entre la UAM y Miguel Ángel Porrúa. Así mismo, y hasta donde se sabe por los chismes que se cuentan en las comidas y pasillos, se está trabajando en un tercer libro que completará la primera trilogía de (esperemos), muchas más publicaciones y aportaciones de aquellos interesados en hacer de la psicología social un conocimiento y no tanto un artificio.
Dicen los que creen que saben, que nunca se debe juzgar un libro por su portada, que lo importante siempre es “lo de adentro”; y en efecto, esta vez no se equivocan. Si uno, por alguna bonita casualidad, llegase a ver este libro en algún anaquel de las pocas librerías que hay en la ciudad, seguro lo primero que va a pensar es que se trata, como no, de un libro de psicología social en el que se habla de cosas como el liderazgo, el manejo de grupos y de cómo hacer que la gente se queje poco de su explotación, porque lo primero que se alcanza a ver
en la portada es un edificio grande como los que se encuentran por Santa Fe (en la zona de corporativos, claro). Dos edificios que brillan de éxito y que seguramente molestan a cualquier incauto que vaya pasando por ahí. Y como el título dice que son psicologías sociales aplicadas no suena tan descabellada la idea de que, en efecto, puede llegar a ser un libro que explica cómo llenar formularios y no fallar en el intento.
Pero eso sí, quien tenga el gusto de conocer a alguno de los tres compiladores o de haber visitado, tomado clases, paseado o se haya bebido un café en las instalaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana, sabrá que no, que no es posible que este libro trate de eso, que debe de haber otra cosa “allí adentro” y acto seguido, casi seguramente, lo que hará es abrirlo y entonces
sí, se va a dar cuenta que la portada es, además de lo más feo del libro, lo menos importante. Empezará a sentir el papel amarillo medio poroso en la yema de los dedos, llegará al índice y se quedará más o menos picado con alguno de los quince trabajos agrupados en tres grandes secciones: Temas clásicos; n uevas
aproximaciones; y campos interdisciplinarios. Y ahí, en medio de otros tantos libros empezará a sentir que este en especial tiene algo qué decir, que vale la pena seguir ojeándolo un poco más porque puede que en él uno se empiece a
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apasionar por la psicología social. Que vuelva a descubrir por qué le gusta tanto o, de plano, termine por no entender nada y decida comprarse algún otro libro. Apenas en la Introducción que ofrecen Octavio Nateras, Salvador Arciga y Jorge Mendoza, se puede apreciar que quien hizo la portada del libro no se tomó la molestia ni de ver el índice. De manera breve, pero profunda se presenta el
proyecto del libro, el largo camino desde que se concibió en la imaginación hasta que se le vio salir calientito de la imprenta. Se deja claro también que eso de “aplicadas” no quiere decir que se trate de una psicología social que ‘aplique ’ cuestionarios o instrumentos de evaluación o que se la pase sellando formulario tras formulario, porque ciertamente aplicación significa ponerse en contacto o
inclinarse hacia la realidad y eso, bien se sabe, aunque no se quiera admitir, se puede hacer pensando y repensando la realidad. Palpar, reflexionar, sumergirse y cuestionar la realidad social es el arduo trabajo que cada uno de los autores realiza día con día allá en sus propias trincheras, pero que ciertamente no valdría de mucho si no hubiese otros que, como ellos, todavía prefieren sumergirse un poquito más en la realidad que en la infamia de los premios y condecoraciones. Comoquiera que sea, si uno se quiere enterar de qué va el libro y cada uno de sus capítulos más vale dejar de leer esta reseña y ponerse a leer la Introducción del libro.
Pero, como esta reseña también tienes que esforzarse por decir algo , intentará de manera muy somera describir cada uno de los apartados del libro para ver si así el querido lector de estas breves páginas se queda con el gusanito y acaba por apretar un poquito más los libros de su librero para hacerle espacio a otro más.
El primer apartado de los tres que componen el libro se titula Temas Clásicos
y se supondría que cualquier iniciado de la disciplina debería de conocerse de pies a cabeza a los clásicos de la misma. Pero si por alguna razón desconocida o vergonzosa uno todavía no se los sabe puede recurrir al primer capítulo: La primaveradelaPsicologíaColectivaescrito por Salvador Arciga Bernal, se encarga de mostrar un panorama histórico de la psicología colectiva. Nombre con el que se le conocía a la psicología social antes de su burocratización dentro de las universidades. A través de la relectura de autores como Wundt, Durkheim, Le Bon y hasta Moscovici, Salvador Arciga aporta una mirada hacia los orígenes de aquello que hizo posible un libro como este: la psicología social. Desde la demopsicología, la psicología de los pueblos (que marca el origen de la ciudadanía) y recala en la noción de representaciones sociales, la morfología
social, hasta llegar a la psicología política (que conecta magistralmente con el siguiente capítulo), hemos de recorrer los primeros pasos de la psicología s ocial en su búsqueda por consolidarse como una disciplina académica. Buscando su lugar entre la sociología, la filosofía y la psicología clásica habrá de encontrar su
propio nicho, su propia atalaya desde la cual poder mirar la realidad social. Apenas después de ello nos encontraremos con otro artículo que, retomando
las ideas del primero (porque siempre hay que estar releyendo a los clásicos), nos
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ofrece una amplia visión de lo que ahora conocemos como psicología política: sus orígenes, su presente y las posibles consecuencias que puede llegar a tener en el escenario político actual que se caracteriza, cada vez más, por una serie de incongruencias y contradicciones sobre las cual el psicólogo social (o político) debería ser capaz de actuar, no para intervenir y salvar al mundo como así lo
creen algunos especialistas, sino simple y sencillamente porque la realidad, quizás, ya no duela tanto. Lo político se definió como un campo específico de acción por ahí del siglo XIX considerándolo, como dice Manuel González, citando a Marramao: “el escenario primordial donde se define la vida social”. Y así, este tipo de psicología junto con sus practicantes debe de enfrentarse, con todo y
todo, a las grandes tensiones de la vida política para intentar salvaguardar de alguna manera a la propia vida social.
Y una forma de hacer eso, además de las ideas que Manuel González escribió en su artículo, puede ser a través de otra rama de la psicología social conocida como psicología comunitaria y que, por lo menos en México, cuenta con los magistrales trabajos del Dr. Eduardo Almeida, mismo que se dio a la tarea de recopilar las principales aportaciones que se han realizado desde diversas universidades del país y sugerir así posibles campos de acción para dicho tipo de psicología social.
Otra de las relaciones casi fundamentales que tiene la psicología con la realidad social se presenta a través de la educación. Y es justamente el artículo de Octavio Nateras y Jorge Mendoza el que intenta dar cuenta de ello. Pensar en la educación más allá de su inevitable aspecto cognitivo e individual es la tarea que se proponen estos dos autores quienes saben perfectamente (porque los dos son muy buenos profesores), que el conocimiento siempre se construye entre tres: el
estudiante, el profesor y el universo simbólico que los constituye. Ojalá que si alguna vez el secretario de educación llega a ver este libro en alguna librería de la ciudad se tome la molestia de echarle, aunque sea un ojo a dicho capítulo y se pueda enterar que, en efecto, la culpa no la tienen los profesores y que la situación actual del país no se va a resolver con spots televisivos anunciado : “aprender a aprender”, que es la estrategia más antipedagógica que existe.
Los últimos dos artículos de esta primera sección están dedicados al tema de la salud y a los movimientos sociales. Como se podrá imaginar ambos dejan de sonar a temas clásicos, porque ciertamente los dos abren el preámbulo hacia la siguiente sección del libro. En efecto, ante los tiempos convulsos que vive la sociedad de nuestros días se hace cada vez más necesario que la psicología social
comience a reflexionar y a aplicarse a distintos ámbitos de la vida. Esto ya no es con la intención básica de consolidarse como una disciplina sino con la única meta de comprender qué está sucediendo y, con ello, generar alternativas para la comprensión de la realidad. Profundizar en estos dos artículos será trabajo de
aquel que compre el libro, pida las copias o se lo encuentre en la biblioteca por pura casualidad. Lo único que se puede apuntar aquí es que, después de atravesar la historia del pensamiento de la psicología social, tanto Javier Álvarez Bermúdez
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como Alfredo Guerrero Tapia llevan la teoría a la práctica. Se abocan con todo lo ya pensado en los rincones difíciles, húmedos y complicados de la realidad social. Y si todavía quedan ganas de seguirse aplicando lo único que uno tiene que hacer es seguir pasando las hojas para así llegar a la segunda parte del libro. Las NuevasAproximacionesde la psicología social arrancan con un breve artículo de
Elizabeth García y Araceli Nava en el que desvelan la familia, la escuela y el trabajo como espacios de aplicación a través de la relación entre psicología social y género. A través de los roles de género y las posiciones sociales que ellos enmarcan las autoras van sacando lentamente los alfileres que sostienen nuestra realidad cotidiana. No se vaya a sorprender el lector promedio de que le caiga
una que otra piedra mientras pasa sus dedos y sus ojos sobre este maravilloso artículo. Y en esa misma línea se inscribe el artículo de Antar Martínez Guzmán, Nancy Molina Rodríguez y Oscar Guzmán Cervantes quienes se embarcan en la teoría queery los estudios de transgénero a través de un profundo análisis de las estructuras psicosociales que dan cuenta de aquello que entendemos por género. Deconstruyen para volver a ensamblar como si de piezas una estructura se tratase. Y, finalmente, el último capítulo que encuentra relación con la sexualidad corre a cargo de Juan Soto quien, todavía no sabemos cómo, llegó al terreno de la pornografía. Pensando en una estética diferente a la que estamos acostumbrados, adentrándose en la profundidad de aquello sórdido Juan Soto , igual que algunos otros autores del propio libro, logra dar cuenta de esos pequeños alfileres. Quién sabe, igual y sí es trabajo de los psicólogos sociales hacer que la realidad sea menos obvia. Lo oscuro, lo sórdido, lo sucio, el deseo y sus cuasi concreciones son los temas sobre los que se posibilita pensar en la pornografía. ¿Nadaestáprohibido?es la pregunta que sirve también como título.
Más que una desviación, algo insano o perverso, la pornografía es, en efecto, otra de las expresiones de la cultura: una pura forma de entretenimiento.
Y a propósito de desviaciones y perversiones; Alejandro Sánchez Guerrero en su artículo sobre tradiciones discursivas y consumo de drogas sigue con la ardua tarea del psicólogo social en tanto da cuenta de cómo es que los discursos sobre el consumo de sustancias han sido los encargados de satanizarlas hasta tal punto en el que ya no nos hace falta reflexionar sobre ellas sino simplemente alinearnos a un discurso y decir cosas como: “el cigarro mata”, “el alcohol te embrutece” y “la marihuana es la planta del diablo”. Ciertamente quien se detenga a pensar un poco se dará cuenta que el problema es muchísimo más profundo que cualquier discurso medicalizado y que tiene que ver, en efecto, con una serie de prácticas
y rituales sociales que bien valen la pena esos cinco minutos de vida que quita cada cigarro.
Y al final de las NuevasAproximacionesnos vamos dando cuenta que lo verdaderamente importante sigue estando en lo más antiguo, lo más empolvado .
Lo histórico. Por eso es que Jorge Mendoza, en el segundo artículo que tiene en el libro, se dedica a hablar de la vida cotidiana a través de la narrativa, una herramienta más o menos reciente, pero cuya historia tiene ya algunos siglos en
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su haber. Allá arriba decíamos que, en efecto, la realidad está sostenida por unos pequeños alfileres gracias a los cuales creemos que existe algún sentido, una especie de orden y no sé qué tantas cosas. Esos alfileres son, al final de todo, los cuentos que nos contamos a nosotros mismos para creérnosla. La cultura es, sobre todo, una muy buena cuenta cuentos. Y es gracias a ella que, en efecto,
todavía se puede vivir medio a gusto.
Pero todavía queda un último apartado que se aparece medio tímidamente en el índice del libro, como si él no hubiese querido estar ahí: como los tímidos o las personas decentes que no andan hablando como merolicos de lo que hacen o no. Los CamposInterdisciplinariosde la psicología social constituyen el último
capítulo del libro y empiezan (cómo no), con un breve artículo de Pablo Fernández al que se le nota que más que ser un texto interdisciplinario, es un texto desdisciplinado. No solo por la falta de citas y referencias al estilo APA, sino porque en él se cruzan autores, libros, conversaciones, películas y canciones. Y porque además se mete con dos temas que a muy pocos académicos les interesan: el tiempo y los jóvenes. La ventaja de siempre de regresar a leer a Pablo es que uno sale con una lista de autores a los que quiere leer para enterarse, por ejemplo, si la vida de Rimbaud de verdad fue tan mala. Leer a Pablo siempre es una invitación a leer a todos los autores de los que habla .
Después de quedarnos con la pregunta de por qué los jóvenes todavía no se enojan ni sienten la angustia porque el tiempo ha dejado de moverse, Giazú Enciso y Alí Lara nos regresan a la academia, a los conceptos propios del último giro en la psicología social (y en las ciencias sociales en general): el giro afectivo. Dicho giro consistió, básicamente, en darse cuenta de que los sentimientos sí importan, que no son unas cosas que estorben para ver la realidad, sino que, por
el contrario, posibilitan habitarla, palparla y sentirla. Más cercana a las filosofías vitalistas o de proceso (Whitehead, Bergson, Spinoza), que al positivismo esta psicología todavía se pregunta por la configuración afectiva de nuestra sociedad. Pero para adentrarse en los afectos no bastan los conceptos, hace falta literatura. Por eso mismo José Morales Gonzales y Salvador Iván Rodríguez Preciado se dedican a develar la profunda relación entre psicología social y literatura. No es que, como siempre se dice, “uno encuentre psicología en la literatura”, que eso es lo que dicen los charlatanes. Sino que, de una forma entre el misterio y el asombro, ambas esferas se encuentran profundamente conectadas. Quizás es porque, en sus inicios, la psicología social prefería ser más literata y culta que reconocida y burocrática.
Y al final, como mero azar, por pura coincidencia, para cerrar con broche de oro está un artículo (otra vez) de Juan Soto. Como siempre, los textos de Juan Soto nos invitan a pensar nuestras investigaciones y las formas en que hacemos psicología social desde otra perspectiva. Investigarusandoimágeneses una
provocación para dejar de pensar que las imágenes son meros auxiliares de textos que los amantes del powerpointutilizan para no tener que escribir tanto y ahorrarse la tarea de pensar. Posicionar a las imágenes en el centro de nuestras
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investigaciones posibilita, quizás, entender otra cosa del mundo con otros insumos: ya no con el discurso. Las imágenes, que no acaban de decir más que las palabras, sí dicen otras cosas .
En fin, ya se vio que en este libro hay (casi) para todos. Para lo que no hay, es para una psicología acartonada y poco interesante como se ha hecho costumbre
en diferentes universidades y círculos académicos. Hay riqueza y pluralidad, encontronazos entre un artículo y otro, alguno que otro chiste, una mala jugada del teclado y otras tantas peripecias de los escritores. Pero, sobre todo, hay una vocación y unas ganas de seguir haciendo psicología social, aunque no venda mucho. Aunque todavía en las comidas familiares nadie entienda qué es lo que
hace un psicólogo social.
No queda mucho más que agradecer y apoyar el proyecto que tenemos entre nuestras manos. Viejas, nuevas y próximas generaciones. Ojalá que este libro les pueda servir a todas ellas y que siempre quede alguien para seguir discutiendo de psicología. Porque al final de todo, como dice Jorge Mendoza: “nada que valga la pena puede construirse mientras uno esté solo” .
Reseña: Nateras, O., Arciga, S. y Mendoza, J. (coords). (2016). Psicologías SocialesAplicadas.Temasclásicos,nuevasaproximacionesy campos interdisciplinarios. México/Madrid: Universidad Autónoma Metropolitana en

coedición con Biblioteca Nueva, de Gustavo Serrano Padilla se distribuye bajo
una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional .
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Reseña: Fernández Christlieb, P. (2016). La función de las terrazas. México: Editoras los miércoles.
Jorge Mendoza García 1
La vida cotidiana y sus menesteres, sus vicisitudes, sus andares, sus sensaciones, sus emociones y sus pensamientos. Esos son los objetos de reflexión de Pablo Fernández Christlieb en este tercer libro de ensayos psicosociales sobre la cultura cotidiana. Los anteriores, Lavelocidaddelasbicicletas(2005) y Laformade los
miércoles(2009), dan cuenta de otros tantos aspectos de la vida en sociedad. En este caso, se abordan temas como la gente y sus estilos, los tímidos, las mamás, los creativos, los sangrones, las mujeres y los demás, los amargados, los aprovechados, la gente de domingo y la señorita Gómez. Asimismo, las formas de la vida en sociedad: los lujos, el manejar, el aventar, la gastronomía, el Teletón, las etimologías, el Twitter, las celebraciones, los alivios, los ejemplos, el alma y,
por supuesto, el humor. Ensaya sobre los objetos, como las plantitas, la ropa vieja, los accesorios, el periódico, los muebles, la navaja suiza, los regalos y las cosas de mano. Interpreta y disecciona ciertos transportes como las rueditas, las ambulancias, los triciclos de carga y los aviones. Los sitios también los revisit a,
tales como las terrazas, el Metro, los cementerios, el barrio, los cines, los museos y la Ciudad de México. Los personajes no podían quedarse fuera, como Santa Claus, los oficinistas y el propio Scrooge.
Pablo Fernández Christlieb es un psicólogo social (colectivo, le gusta acentuar, pues abreva de una perspectiva proveniente del siglo XIX, antes que esta psicología se volviera cientificista), y desde esa posición fabrica ideas, desde esa perspectiva teoriza. Lo ha hecho en libros comoLapsicologíacolectivaun fin desiglomástarde, Laafectividadcolectiva, Lasociedadmentaly Elconcepto de psicologíacolectiva, en los que conceptualiza la disciplina y analiza e interpreta a la sociedad. Todos ellos tienen una característica: son para especialistas en la
materia o en ciencias sociales, muestra de esto son las abultadas bibliografías que contienen sus escritos, que provienen de diversas disciplinas y siglos.
No es el caso del libro que se reseña en esta ocasión, pues éste está hecho, sí, con la misma perspectiva de la psicología social, pero a manera de ensayos , una colección de textos que ha publicado en diversos periódicos y revistas, y que tienen la virtud de no estar dirigidos a un público de especialistas, sino a la gente
1 Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. Correo electrónico: jorgeuk@unam.mx
Jorge Mendoza García
que en la calle algo lee: el periódico, las revistas, los anuncios… y que viaja en el Metro, en el taxi, en el Metrobús o que se encuentra en la banca de un parque o tomando café. No es un lenguaje técnico al que recurre, no es una escritura acartonada de revista que sólo leen los colegas; se trata, más bien, de una pluma ligera, audaz, amable, en ocasiones agria, de fácil lectura: son textos hechos para
ser leídos, comprendidos y disfruta dos.
En este libro la gente, sus formas de andar, los objetos, los transportes, los sitios y los personajes constituyen ese recipiente donde se ancla la cultura cotidiana; y es la mirada psicosocial la que interpreta. En efecto, la psicología social es la perspectiva desde donde se analiza esta cultura de a diario, pues es
en la cotidianidad donde se va dando forma y sentido a la realidad social en que estamos inmersos. Fuera del individualismo y de los esencialismos, el autor nos va narrando las agrupaciones, el barrio, la ciudad; nos va introduciendo en los estilos de la gente, lo mismo gracias —como ser tímido—, que desgracias — como ser aprovechado. En el primer caso, el tímido “es aquel al que se le ocurre una respuesta buenísima tres cuartos de hora después de que debió haberla dicho, la cual memoriza para la próxima vez”, y que después la dice en una situación que ya no tiene caso. En el segundo caso, nos dice que los aprovechados son esas personas que no rompen legalidad y prohibición alguna, pero que, en cambio , sacan provecho al máximo de las situaciones donde se colocan: hacen las cosas como no queriendo, están en primera fila, están donde pasan los bocadillos, se hacen patos con la cuenta, piden lo más caro, no cooperan y se ofenden si se les reclama, toda vez que no están haciendo algo prohibido.
Y en este mundo tan actual y moderno, tan profesional, no podían faltar las mamás, esas profesionales que saben de alimentos, estimulación temprana, que
leen revistas especializadas para que sus hijos sean índigos, superdotados o genios, que emplean frases célebres y prefieren el alimento sano y actividades extracurriculares para sus hijos, según lo dictado por la nutrióloga o astrólogo en turno, que hablan de tiempo de calidad para dedicarlo al desarrollo de habilidades de los niños, a quienes llevan a escuelas donde les puedan descubrir al talentoso que llevan dentro. No son las madres de siempre, que preparaban sopa con menudencias de pollo, pues hoy día esas mamás usan tecnicismos para mostrar que son muy profundas. Acordes con este tiempo de hipermodernidad, igualmente encontramos seres empaquetando ocurrencias que trafican com o ideas y las ponen en un Twitter, que es ya la unidad del pensamiento y el conocimiento: frases, aforismos, citas y “otras cápsulas que son como shots de
comprensión, revigorizantes, donde para saber ya no se requiere tragarse libros completitos como antes” y “lo que tiene en común toda la sabiduría encapsulada en ciento cuarenta caracteres de la cultura contemporánea es que las citas son, en primer lugar, refritos… en segundo lugar, son abstractas, o sea, parece que
dicen algo pero no dicen nada… y en tercer lugar, siempre son las mismas, copiadas y requetecopiadas recíprocamente de los mismos diccionarios, programas de radio, páginas de Internet; verbigracia, ´sé tú mismo; el mundo
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rinde culto a la originalidad’”, aunque casi siempre se corre el riesgo de, como mamá profesional, no saber de dónde vienen las palabras y citas que usan, y así le endosan a “Eisntein” lo que dijo “Eisenberg”, y hasta la cita está mal.
Y así como hay formas y estilos de las personas, hay espacios que conforman la vida en común, por ejemplo, los barrios, esa estructura de la sociedad que
contiene acuerdos sólidos y duraderos, donde se convive entre conocidos y desconocidos (de los que no se sabe el nombre, pero se les ha visto), y el trato es con cierto decoro, en especial con las doñas: en el barrio se ejerce la comunidad con desconocidos, lo que constituye un fundamento de la civilización: “Puede que la familia sea la célula, pero el barrio es la mónada de la sociedad”, afirma el autor.
Y así como hay un barrio, hay un antibarrio, un sitio que oprime y en el que, superficialmente, se goza y se satura, por caso los cines. Sintéticamente: “Un cine es un lugar donde se comen palomitas: sólo así se explica que la gente las coma únicamente ahí”. Se creyó que provenían de los teatros, para darles cierto aire intelectual, pero en realidad provienen de las ferias y kermeses, que es donde también se venden y comen palomitas: “La idea de comer mientras se ve una película se debe a que la forma de comerlas siempre debe ser con un aire de estar atendiendo a otras cosas” .
Lafuncióndelasterrazasnos va llevando en un recorrido por la ciudad, por las calles, por los cuerpo, las manos, el alma, eso que está entre el cuerpo y la ropa, por las cosas que usamos, como el paraguas, esas cosas que hacemos, sentarnos y departir, o por esas formas que cobramos (que algunos llaman estados de ánimo), como ser amargados y burlarnos de las buenas formas, o esos olvidos del espíritu de bondad que tenía Scrooge, antítesis del tan publicitado “espíritu de la navidad”, que es mera farsa y puesta en escena de una sociedad
hipócrita, donde los ricos regalan migajas y lloran durante dos minutos por los minusválidos que aparecen en el Teletón. En fin.
Los ensayos que el autor nos entrega gozan de cierto humor, que, por cierto, hay uno sobre el tema. Mientras la seriedad es un método que intenta controlar los hechos tipo naturaleza, como la producción, la economía y el poder, el humor sabe que la cultura se vive y se deja discurrir como las conversaciones y las caminatas: quienes tienen sentido del humor logran palpar la lentitud que corre por la vida social, una especie de pensamiento de largo aliento, ese ritmo que tiene de trasfondo la vida en sociedad, ritmo que permitió ir edificando esta cultura que se forjó tras siglos de ensayos y aciertos. De ahí que se requiera paciencia para dar cuenta de lo que va sucediendo en este país. Que es
justamente lo que tiene el autor: paciencia y mirada de psicólogo colectivo que escarba en el fondo de los sucesos y de la gente.
Lafuncióndelasterrazasgoza de una pluma cordial, es accesible en su hechura y en sus temas, y bien puede degustarse en una terraza, café y cigarro
de por medio. La gente de a pie ahí se encontrará y, quizás, hasta sonreirá. Nota: El libro contiene está dedicatoria: “A la señorita Gómez”. El último ensayo se titula: “La señorita Gómez”, e inicia así: “La señorita Gómez no existe” .
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Pero cuando uno lee el ensayo sobre la señorita Gómez se percata de que sí existe: que nos hemos topado con ella en el elevador, la hemos visto tomar el taxi, la hemos visto en una oficina, nos la hemos encontrado comiendo en un restaurante o la hemos visto caminar correctamente con sus zapatillas por la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Reseña: Fernández Christlieb, P. (2016). Lafuncióndelasterrazas. México: Editoras los miércoles, de Jorge Mendoza García se distribuye bajo una Licencia Creative Commons

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Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 201 7
Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 2017 ISSN 2448- 7317
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