Jorge Mendoza García 1

Resumen

El presente artículo argumenta tres formas en que el olvido se presenta en la esfera delo social: i) unolvido moderno,quesevehiculiza porla velocidadconqueen la actualidad se viven los acontecimientos y su abultamiento; ii) un olvido que se delinea cuando los marcos sociales de la memoria, como el tiempo, el espacio y el lenguaje se van desvaneciendo, derruyendo, y entonces los significados que antes

guardaban se diluyen, y iii) un olvido más institucional, ligado a las prácticas del poder,unoquetienelargoalientoydesdemileniosatrássepractica.Sonesaslas tres formas de olvido que aquí se desarrollan. Previo a ello, se introduce la idea de forma que se suscribe para argumentar el olvido social.

Palabras Clave: Velocidad, desvanecimiento, poder

Abstract

In this written it is argued three ways in which the oblivion is presents in the social sphere: i) a modern oblivion which is mobilises thanks to thespeed in which the events and its saturation occur currently; ii) an oblivion that is traced when the memory´s social frames like language, space and time are fading, destroying and so

the meanings that those kept before are diluted and, iii) an oblivion much more institutional linked to the authority´s practices, an oblivion which has long- winded andwhichispracticedsincemillenniumago.Thosearethethreewaysofoblivion that are developed here. Previously it is introduced the idea of form which is subscribed here in order to argue the social oblivion.

Key words: Speed, fading, power

1 Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. Correo electrónico: jorgeuk@unam.mx

Jorge Mendoza García

Sobre las formas

Formaslas hayy muchaspor distintos lares, dedistintas manerasy de diversos

materiales. Pero formas sociales, como aquellas de las que hablaron Georg Simmel (1908) y Maurice Halbwachs (1938), no tantas. Esas formas sociales, morfologías, delinean la vida en sociedad, podría decirse que es como una especiedecemento,la mezcla conquesehacela vida social. Simmel(1908) ha dicho que una forma cobra contenido en una sociedad, ahí se posibilita. Hay

distintas manerasquecobrala forma. Yesesolo queinteresa aquí, al menos en la formulación en torno al olvido social. Cómo ocurre eso, es la cuestión a dilucidar.

El estudio de las formas, surgimiento, permanencia y desaparición, lleva a

la morfología. Untipo de morfología intenta dar cuenta de las recurrencias y de cierta estabilidad, de esas formas que permanecen: lo repetitivo en el tiempo y espacio (Aranda, 1997), como pueden ser ciertas formas orgánicas: células que se agregan y forman tejidos, tejidos que se agregan y forman órganos, y órganos que dan paso a las formas de organismos vivos. O sociales, como las

imposiciones de que se echa mano para hablar sobre el pasado: omisiones de relatos, omisiones que se conjugan en el presente para imponer una versión sobre ese pasado, omisión e imposición que dan forma al olvido en u na sociedad.Locualendistintostiemposylatitudessonuna recurrencia.

Sepuedeseñalar quecierta morfología trata dereconstruir el continuo o la combinación de determinados elementos discretos, aunque en ciertas circunstancias dichos elementos no son cautos sino toscos y muy manifiestos, es

el caso de los elementos que configuran el olvido, como más adelante se argumentará. Por ahora, con fines de enunciación, una idea sobre forma es la siguiente: “una forma es algo que se distingue de un trasfondo y constituye la manifestación de una discontinuidad en las propiedades del medio” (Aranda, 1997, p. 110). Enese sentido, la forma esdeorden menosfísica, comode figura,

ymásdeordensocial, esdecir, cualitativa. Noesdevolumen,como incremento o decremento, sino de cualidades, de maneras y modos de hacer. Es algo que configura otra cosa, algo que lo contiene, como el marco de un cuadro o el carácter de una persona, o las maneras de la coquetería en el siglo XIX. Como una especie de disposición. En ese sentido, los objetos tienen forma, en tanto

distribuciones dotadas de cierta estabilidad que ocupa una posición en el espacio y tienen duración en el tiempo. Comolos recuerdos. Ocomoel olvido.

Esaidea deforma, de morfología, esuna que se encuentra, asimismo, en Georg Simmel, aunque desde su forma sociológica-psicosocial, le da, por decirlo

así, cierta “forma”. Dice que lo que hay en las formas son “influjos” que forman la vida social, que lleva a la acción. Sería, algo así como “forma de acción” que configuran a la sociedad (Simmel, 1908). Son éstas, asimismo, formas de socialización. Y es que, en un sentido, somos producto de la sociedad; en otro, vamos haciendo la sociedad, pues somos parte de ella. Es decir: estamos

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formados por relaciones, formas sociales. De ahí que, este gran ensayista y relegado de las universidades alemanas, les denomina “configuraciones sociales duraderas” (Simmel, 1917). Porque, justamente, las formas duran, tienen cierta estabilidad, dureza, y van configurando maneras, ritmos, contenidos, guiones, maneras de actuar, de pensar y de estar.

Asimismo, “y paradójicamente, unaforma lleva dentro a su alrededor: su

fondo, su contexto, o su emplazamiento” (Fernández, 2004, p. 37), por eso se trata de relaciones, como bien lo apuntaba Simmel (1908), porque ahí donde hayunaformasemirasurededor,sustrazas,susapuntalamientos,esdecir, sus fines: ahí dondehayprohibición se mira el olvido, susgrupos ejecutores, el

momento, los contenidos, la manera de censurar, lo sutil y lo burdo en su despliegue: “la figura yel fondonosonasuntosdiscernibles: todaforma incluye sufondoy,porlotanto,nopuedeprescindirdeél”(Fernández,2004,p. 37).

Halbwachs (1938) habla de “formas sociales”, que son “factores de psicologíacolectiva”, yquetienequeverconlosgrupos.Formasdela sociedad. Este autor habla de cuatro maneras en que las “formas sociales” se pueden pensar y se han tematizado. La primera, tiene que ver con la distribución que

permiteunaestructura,comola poblaciónysusasentamientos,comoel campo y la ciudad. Una segunda manera, es que las cosas, objetos y grupos tienen su ocupación espacial y su volumen, tienen una extensión; estas dos formas aplican igualparaanimales.Unatercera,másenel ordendelo social, sociológico y más próximaala visión del autor, esaquella quesi bien contiene formas materiales,

también lo son de orden social y moral: familias, grupos, partidos, por ejemplo, con sus valorese inclinaciones:

todos los elementos de forma, tamaño y lugar, corriente vital que pasa de una a otra generación, expresan una realidad diferente constituida por los

pensamientos y por la vida psicológica, expresión que tiene por su parte una existencia real y que en tal concepto entra en la conciencia que la familia cobra de sí misma (Halbwachs, 1938, p. 12).

Una cuarta manera de pensar la forma, la asume Halbwachs desde lo estrictamente social. El autor leyó a Simmel, y señala que las instancias que el alemán aborda para dar cuenta de las “formas sociales” hay que colocarlas en un espacio y dotarlas de carne y hueso, es decir, los grupos humanos que

permiten que funcionen, que mueven el engranaje, que aseguran su funcionamiento. Halbwachs (1938), no obstante, coincide con otras posturas: “todolo queesala vezdefinido yestableconstituye unaformasocial” (p.13). Lo queimportadelas formas, dice el autordela nocióndememoriacolectiva, es la liga quevincula las formasala vida social, esasqueél, comobuen francés,

denomina representaciones y tendencias.

Lasformasdela vida socialvandelineandoala sociedad,ensu presente, pero también en su pasado: se delinea y forma lo que del pasado ha de

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mantenerse. Hay pues una configuración del pasado, y se realiza desde el presente. Tales formas atraviesan a las personas, a los grupos, a la sociedad. Ellasnosinteresanensudevenir:cómoseconfiguran, sus procesos.

La disputa entre memoria y olvido

Bien. Con su exterioridad y su interioridad, las formas van configurando el

mundo de las personas, la sociedad, la colectividad. Vista así la forma, una magnitud es una forma (Fernández, 2004), eventos magnos, sucesos magnos, desplantes magnos, discursos magnos, de alguna manera es ésta como se conforma la alocución sobre el pasado, siendo que tal actividad se despliega

desdeelpresente.Enefecto,GeorgeOrwelllohabíaadvertido:quiencontrola el

pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado. Ciertamente, desde el presente se va organizando el pasado; el pasado no termina de concluir. Razón por la cual determinados grupos de poder intentan, cuando tienen los recursos, imponer ciertos discursos sobre el pasado, reivindicando personajes, fechas, gestas olugares antes denostados por otros

grupos también de poder. El pasado se encuentra en querella, ahí bien podemoscomenzar a ubicar una disputa, entre memoria y olvido.

La memoria colectiva es aquí entendida como ese proceso que reconstruye lo significativo que una colectividad ha vivido o heredado. La memoria colectiva se contiene con marcos sociales como el tiempo, el espacio y el lenguaje. El lenguaje es, asimismo, un artefacto, como otras instancias

duraderas, como las formas, en que se inscriben los recuerdos que la memoria traerá al presente y desde esa temporalidad los dibujará y significará. En consecuencia, la memoria se comunica, principalmente, con lenguaje, y tiene unanarrativa, tipo pequeñashistorias, conquesevareconstruyendo el sentido de lo que se desea comunicar. La comunicación, en tal sentido, juega un papel

relevante en el mantenimiento de la memoria colectiva, la memoria de un grupo, de una sociedad. Es un punto en un largo proceso, proceso que incluye en el otro extremo al olvido, el olvido social, concebido como las ausencias narrativas y significativas de ese pasado que aconteció y se significó en algún momento por un grupo o colectividad. Es ésta una idea inicial de olvido, más

adelante se ampliará.

Vistoasí, entrememoriacolectivayolvidosocialhayunadisputasobre el sentido de los acontecimientos del pasado y su recuperación. La primera insiste en la permanencia, el segundo en la ocultación. Ambos procesos se articulan

desde lo actual. Como bien lo señaló George Hebert Mead (1929): el pasado es una construcción social determinada por los intereses del presente. El propio Halbwachs(1950)yalohabíaplanteadoenlossiguientestérminos:“la memoria colectiva es esencialmente una reconstrucción del pasado que adapta la imagen dehechosremotosalas creencias y necesidades espirituales del presente” (p.

98). Enel casodel olvido, éste sedespliega comopropósito nopreservar el

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pasado sino adaptarlo para manipular el presente. Aquí cobra sentido la expresión de Orwell, sobre el control, el control del presente puede llevar al olvido del pasado, a inculcar ciertos olvidos. Cuestión que puede advertirse al mirar lo sucedido en las sociedades bajo regímenes autoritarios tanto en Europa del Este, en países con dictaduras militares en Latinoamérica o en México: pasado mutilado, experiencias del horror acalladas, versiones alternativas al

poder silenciadas, narraciones opuestas a las dominantes omitidas; el pasado encogido ha sido la resultante. Hasta que los pensamientos totalitarios y los gobiernos autoritarios cayeron, las múltiples versiones de la memoria se asomaron, antes no. Yasí comose les puede preguntar a los habitantes de Europa del Este y a los sudamericanos, se puede, igualmente, interrogar a

quienes experimentaron la represión en territorio mexicano entre los años sesenta y ochenta, durante la denominada “guerra sucia” que el gobierno desplegó para acabar con la disidencia política, especialmente con los grupos guerrilleros que se expresaron en ese periodo (Aguayo, 2001). Ellos saben de olvido social, pero también de memoria colectiva, porque la han practicado. La

disputa, en todo caso, sigue siendo, la de memoria y olvido, y la manera como van configurando el presente (Vázquez, 1998). Aquí se hablará de olvido, de algunas formas de olvido social, ese que intenta minar la memoria colectiva de las sociedades.

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El olvido ha sido abordado por distintas disciplinas como la antropología, la sociología, la psicología y la historia. No obstante el concepto de olvido social, así nomenclaturado,hasidopocofacturado. Dehecho,puedeadvertirse que es unaidea que va cobrando forma. Seva llenando decontenido, y en este caso se

proponeunaperspectiva. Desdeesta visión, el olvido social seconcibe como la imposibilidad de evocar o expresar acontecimientos significativos que en algún momentoocuparon un sitio en la vida del grupo, colectividad o sociedad, y cuya comunicación se ve bloqueada o prohibida por entidades supragrupales, como la dinámica social y el poder. En tal caso los grupos de poder pretenden

silenciar o relegar los otrora sucesos significativos de una colectividad, toda vez que les resultan incómodos para legitimarse en el presente. De ahí que en distintos momentos pretendan imponer su visión particular sobre el pasado vivido y experimentado por toda una sociedad. En consecuencia, el mundo experiencial pasado de una colectividad se ve disminuido, se encuentra

encogido. El olvido puedeser concebido comounaausencia (Vázquez, 2001) Noobstantelo anterior,podríaaducirsequehayotrotipodeolvido, el

que no llega desde afuera sino que opera desde adentro de la propia colectividad y que puede denominarse voluntario. Este tipo de “olvido” no lo es tanto debido a que se mueve másen la dinámica de la memoria colectiva, pues ésta al mantener lo que considera importante o significativo relegará en ese


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mismo proceso otros sucesos (Halbwachs, 1950); cuestión que Umberto Eco (1998) advierte al hablar sobre la imposibilidad de “olvidar voluntariamente”, refiriendo que la memoria, al edificarse, incorpora aquello que le resulta con algún sentido, y lo que no, no lo incorpora. Eso, en consecuencia, no es olvido, sinomemoriacolectiva;estoes:elmismoprocesopsicosocialdelamemoria no aúna elementos o sucesos que no entran en el marco de la significación, y en

tanto tales no trascienden para el relato posterior: son relegados. Esa es la manera como se confecciona la memoria colectiva.

Aclaradolo anterior, puedeenunciarsehaydiversasformasdeedificar el olvido. Aquí se hablará de tres formas.

Primera forma: rapidez

La memoria, para edificarse, requiere de quietud, de calma y tranquilidad, porque efectivamente la contemplación, que es la etimología de “teoría” (Gómez de Silva, 1985), posibilita quelas cosasque se observen, se sientan, se palpen, se signifiquen, se introduzcan en la memoria. Los recuerdos no pueden

volverse tales nada más porque un suceso ocurra; se requiere al menos saber que algo se ha experimentado, haberlo vivido o sentirse parte de una cierta experiencia. Muchos son los acontecimientos que ocurren en la vida diaria, pero no todos quedan en la memoria, no pasa lo que en Funes el memorioso de Borges(1944), que nada puede olvidar, por la sencilla razón de que se recuerda lo que es significativo, lo que le interesa e importa a un grupo o colectividad, y es eso lo que permanece, lo que al paso del tiempo ha de transmitirse, comunicarse a otros grupos o generaciones, lo que contribuirá a darle un pasado con sentido a una sociedad.

Para que ello suceda se requiere, entonces, lentitud. Esa es la velocidad

de la memoria. El ritmo de la memoria es lento, tranquilo, calmo, lo que permite que determinados sucesos se consuman, en el sentido de consumarse, de asimilarse,deintegrarseycompletarse,yquedeestamaneraseincorporena la

memoria. Un acontecimiento que no se integra no permanece en el recuerdo: sólo aquello que se consume, que tiene algún significado, es digno de mantenerse para posteriores tiempos. Ya lo ha dicho el escritor uruguayo Eduardo Galeano (1984; 1986): la memoria guardará aquello que valga la pena; así sean dolores y sufrimientos, errores y muertes, o lindezas y candideces,

bondades y gratitudes. La memoria mantiene eventos, no interesando su signo ideológico, sino su significado para un determinado grupo o comunidad. Esa es la razón de por qué no todos los acaecimientos a lo largo de la vida de una sociedad, o de una persona, se mantienen como recuerdo.

Ypara que ello ocurra se requiere de experiencias, momentos, tiempos, dedicación y atención para percatarse de esos asuntos en los que se está

sumergido, de tal suerte que, entonces, algún evento se pueda primero experimentar, esto es vivir, y luego significar y, por tanto, ser digno de

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guardarse en la memoria. Por ilustrar, ir en el metro o en el camión maquillándose, leyendo y pensando en los problemas de la escuela no permite significar eso que se está leyendo, pues hay demasiadas cosas y ruidos alrededor: nohay disposición para atender ni tiempo para contemplar lo que va ocurriendo. De cientos de acontecimientos ninguno se significa porque hay apresuramiento, y no calma, paciencia y disposición para vivenciar lo que ocurre

alrededor.

Ciertamente, si la lentitud es el ritmo, la velocidad, de la memoria, la rapidez, el apresuramiento, esel ritmo,la velocidaddel olvido social. Una forma que conduce al olvido es aquella que antecede a la edificación de la memoria colectiva, esto es, un olvido que impide que los acontecimientos significativos

de una colectividad se guarden y, por tanto, que no se conserven y menos aún se comuniquen. Eso lo posibilita el ritmo social, la velocidad con que una sociedad se mueve: la dinámica social es de tal vertiginosidad que impide que un acontecimiento sea significativo porque aún no ha terminado de respirarse, de vivirse, de significarse, y ya está llegando otro, esto es, que los

acontecimientos y experiencias no se anclan, no se integran, o como dice Emil io Lledó (1992): “la imposibilidad dequeel presente no seconsumatodo en el instante mismo en que es percibido” (p. 153).

Los excesos de la modernidad

La posmodernidad es una condición, un estado de ánimo, advirtió Lyotard (1979), pero también es un exceso de la modernidad, reflexionó Lipovetsky (1983), agregando que en la posmodernidad las sociedades no tienen ya una

base sólida ni un anclaje emocional estable, las situaciones antes consideradas nodales no lo son ya, se deslizan y son reemplazables; la velocidad se ha

apoderado de ellas, cuestión que señaló Paul Virilio en Estética de la desaparición (1980); “todo se desliza en una indiferencia relajada” (Lipovetsky, 1983, p. 14). Yquizá este tiempo posmoderno tenga que ver con la sociedad del

espectáculo, como lo anunciaban los situacionistas, al definirla como la transformación de lo real en una “representación falsa”. El consumo y su rapidez, en tal caso, sustituyen lo sosegado y lo durable. Y es que seducir, la forma de la posmodernidad, es abusar de las apariencias como bien lo reflexionaba Buadrillard (2000).

Hay una urgencia en ciertos círculos por moverse, tener experiencias fugaces,porestarendistintossitiosalmismotiempo,portrasladarsedeun sitio a otro, tipo ambulancias que trasladan un cuerpo de un lugar a otro en minutos,

asíparecequererexperimentarseosentirse lostiemposde arrebato.

Eso mismo pasa con los eventos, sí, porque “tan pronto ha sido registrado, el acontecimiento se olvida, expulsado por otros aún más espectaculares. Cada vez más informaciones, cada vez más deprisa, los acontecimientoshansufrido el mismoabandonoqueloslugaresylas moradas”


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(Lipovetsky, 1983, p. 40), de ahí que en las grandes ciudades se cambie fácilmentedelugarderesidenciay, portanto,lagenteseconocemenos, platica menos y se detiene menos; todo eso queda para el siglo XVIII. Michel Maffesoli (1997) lo denomina “vida errante”, “nomadismo” y, según señala, cada vez es más evidente: “la vida errante se encuentra entre estas nociones que, además de su aspecto fundador de todo conjunto social, traducen convenientemente la

pluralidad dela personayla duplicidad dela existencia” (p. 14-15). Enefecto, el entorno urbano con sus autopistas, edificios, plazas comerciales, autos, segundos pisos, el monstruo de las grandes ciudades se dispone de tal forma queprovocael aceleramientodela gente,impideecharraícesybloquea formas duraderas de sociabilidad, lo que ya había advertido Richard Sennett (1974)

cuando expresaba: el espacio público se ha convertido en un derivado del movimiento.

En todo caso, el acelere y los excesos de la modernidad llevan a una “profunda indiferencia, y ello se muestra por la cantidad derrochante de informaciones que los medios de información proyectan a diario, y de manera rápida, de tal suerte que no existe la posibilidad de que alguna emoción dure lo

suficiente” (Lipovetsky, 1983,p. 52), ni la alegría ni la indignación, menosaún el recuerdo. Desde hace tiempo lo había advertido Milán Kundera cuando espetaba:

el asesinato de Allende en Chile eclipsó rápidamente el recuerdo de la

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invasión de Bohemia por los rusos, la sangrienta masacre de Bangladesh hizo olvidar aAllende, el estruendo dela guerra del desierto del Sinaí ocultó el llanto de Bangladesh, la masacre de Camboya hizo olvidar al Sinaí, etcétera, etcétera, etcétera, hasta el más completo olvido de todo por todos

(Kundera, 1978, p. 16).

Parafraseándolo, se podría continuar: la invasión a Irak hizo olvidar la barbarie en Afganistán; Sadam Hussein ha eclipsado a Osama Bin Laden; las Torres Gemelas eclipsaron los 11 de septiembre de otros países; la llegada de Barak

Obama eclipsó los excesos de sus antecesores; la generación de energía atómicaenIránoscurecelainvasiónaIrak,yalguienmásocultaráaIrán.Sólo es cuestióndequearribe lapróximaguerraolapróximainvasión estadounidense.

La rapidez y el olvido en las grandes ciudades

Cuandosevarápidonohayretención,nohayidentificación ni correspondencia, y entonces los sucesos, los objetos y las realidades, entran en las arenas de la innovación,aunquepertenezcanalo original, estoes,al origen(Gómezde Silva,

1985), a lo primero, a lo que siempre ha estado. Pero uno no se percató de ello, porque llevaba prisa.


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Es una velocidad social que tiene que ver máscon obligaciones, deseos superficies, ansias y estrés. Con lo inmediato de la velocidad. La velocidad multiplica los lugares, por eso hay que visitarlos, aunque uno no se detenga a ver nada. Se está siempre a la carrera. Por eso la rapidez puede asociarse a lo ligero, ala ligereza, esaqueserequiere para nocargarcondolores o recuerdos. La ligereza de la vida se le imprime a las cosas y los sucesos, un sinsentido, se

vuelven acontecimientos superficiales, como sin importancia, y lo que carece de importancia carece de recuerdo. Se podría decir que la ligereza de la vida hace que las cosas no tengan sentido, que los sucesos no signifiquen, así que da lo mismounoqueotro: “toda vez queno se trata de ser nada sino depasar por encimita de todo” (Fernández, 2005, p. 81). La rapidez logra que las cosas

importantes dejen de ser importantes en poco tiempo. Quecuandose terminen de conversar dejan de existir. Han pasado.

La velocidad, reflexionada intersubjetivamente, es un acuerdo de cómo mirar la realidad (Fernández, 2004), y no una categoría exclusiva de la física, comoordinariamentesecree.Lentitud yrapidezsonmomentosantagónicos de la línea de la velocidad del ritmo social, y enesa medida la dinámica social

puede viajar en uno o en otro sentido, dependiendo del momento y de la época que se viva.

Ahorabien, si serevisan los trabajos dedisciplinas comola Antropología se concluirá que se requiere de lentitud y quietud para investigar la realidad, lo cual saben también los buenos observadores, puesto que hay que detenerse,

literalmente, a contemplar lo que se va a analizar, lo que se ha de observar con sumo cuidado, como cuando se elige uno de dos libros clásicos: eso no puede decidirse en la rapidez de un volado.

Se puede afirmar que la rapidez es una forma con que está facturado el olvido. PabloFernándezChristlieb (1989)lo expresaenlos siguientes términos:

al ritmo que se camina o se corre, entre 5 y 15 kilómetros por hora, “a esa velocidad se puede ver, oír, sentir y razonar con detalle y atención lo que sucede alrededor” (p. 24) y, en cambio, “a velocidades más altas dichas capacidades se atrofian, y ya no se puede ver más que bultos, oír más que ruidos, sentir másque vértigos” (p. 24). Por eso no dejan de sorprender las

contrariedades: Einstein se percató dela velocidad dela luz caminando, y sintió “el principio dela relatividad mientras observaba el vuelo delas gaviotas sobre el mar” (Virilio, 1980, p. 50); en contraparte, Checo Pérez, cuando corre, sólo miran ráfagas de paisaje, quizá por eso es que George Müller adujo que la velocidad vehicular permite “no pensar en nada, no sentir nada, alcanzar la

indiferencia” (en Virlio, 1980, p. 117); los corredores, comoel jamaiquino Usain Leo Bolt, sólo miran líneas, a los adversarias y la meta, a eso se circunscribe su realidad. Yese parece ser el síntoma del presente, porque en“el siglo de la motorización” se “ha impuesto la velocidad como un valor mensurable, cuyos records marcan la historia del progreso de las máquinas y de los hombres”

(Calvino, 1988, p. 58).

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Consecuente con estos razonamientos, se ha de considerar que hay dos tipos de pensamiento: por un lado el pensamiento lento y por otro el pensamientorápido. Elprimeroesunpensamientoquealbergala memoria, que conserva, que está lleno de identidades, tanto individuales como grupales. Es unoque se mueve lentamente que, comodiría Halbwachs(1950), nos da la impresión de que nada cambia. El segundo tipo de pensamiento, que se puede

desplegar en la vida ordinaria del presente, en los denominados tiempos posmodernos, se manifiesta con los sucesos que no se entretienen ni se detienen a pensar en perdurar, esto es, que la colectividad y los grupos actúan sin la intención de mantenerse en una memoria posterior y, por lo mismo, viaja a una velocidad mayor que la requerida por la memoria. El rápido es un

pensamiento más bien de conversión, de innovación, de creación, que se presenta al momento de hablar, escribir o caminar, y todo ello en conjunto se denomina presente o, más bien, futuro. Por eso en ocasiones queda la impresión de que lo que se ve es algo “nuevo”, porque es producto de esta perspectiva. Coneste pensamientoestá fabricado el olvido social. En términos

de sitios, se puede expresar de la siguiente manera:

en los lugares viejos la prisa se detiene, el pensamiento vaga por otras

épocasylaspreocupacionesdeactualidadsehacenaunlado;mientras que en los lugares nuevos el espíritu contemplativo cede paso al dinámico, el quehacer se acelera, como si no hubiera ahí nada que recordar, sino más bien hubiera que estar construyendo los recuerdos para después (Fernández, 1994, p. 107).

Marc Augé (1992) habla del envejecimiento de los acontecimientos y Emilio Lledó (1992) esgrime que el presente es efímero, fugaz, inatrapable. Desde su perspectiva, Kundera lo expresa así:

en las épocas en las que la historia avanzaba aun lentamente, los escasos

acontecimientos eran fáciles de recordar y formaban un escenario bien conocido, delante del cual se desarrollaba el palpitante teatro de las aventuras privadas de cada cual. Hoy el tiempo va a paso ligero. Un acontecimiento histórico, que cayó en el olvido al cabo de la noche, resplandece a la mañana siguiente con el rocío dela novedad, de modo que

noconstituyeenla versióndelnarradorunescenariosino una sorprendente aventura que se desarrolla en el escenario de la bien conocida banalidad de la vida privada dela gente” (Kundera, 1978, p. 16; énfasis en el original).

Enesascircunstancias, puedeadvertirse, la velocidad se veacompañadade la saturación de acontecimientos.

Esta rapidez delos sucesos, comose experimentan enla actualidad, por su propia dinámica, son volatilidad pura, algo que no se puede retener porque

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esfugaz. Ocomodiría Italo Calvino (1988): “la rapidez con que suceden los hechoscreala sensación delo ineluctable” (p. 47), delo inevitable. El olvido, en al menosunadesusformas, esfugacidad: lo quenosecontemplanose retiene, y lo que no se retiene es lo fugaz, por eso su etimología alude a “huida”, a “alejarse velozmente”, y se emparenta con “ahuyentar”, con lo “prófugo”, porqueasí esdeescurridizo el suceso,la realidad misma,cuandosele mira y se

le vivenciaconfuga(GómezdeSilva, 1985). Esel casodelasmodas:suforma es fugaz, rápida, como la vigencia de ciertas tecnologías como la de las computadoras, de los teléfonos celulares, o las noticias de primera plana, asunto queya habían anticipado Kundera y Vattimo: brevedad quecruza el tipo de decisiones que se cambian de un segundo a otro, y es que

el acelere es la marca registrada de la urgencia. Quienes caen dentro de esta estructura psíquica se mueven con rapidez, caracterizados por un movimiento febril, medio dislocado e impaciente; hacen mil cosas a la vez, nunca dudan porque eso quita el tiempo, su reloj siempre marca el cuarto

paralasdoce,sondinámicosyactivosylosanunciosdedesodorantes están hechos para ellos (Fernández, 1995, p. 30).

Tal ycomolo había expresadoFinkielkraut (1989): nohayquecansarse, rápido, a otra cosa.

Adiferencia de otras formas de olvido, comoel institucional, que operan del presente hacia el pasado, que se aplican después de que la memoria se ha

edificado, la rapidez opera del presente hacia el futuro, porque eso es lo que imposibilita: impide que la memoria llegue a ser, en tanto que las otras formas impiden que se mantenga y se comunique. En ese sentido, la rapidez se opone a que la memoria se forme, el olvido se anticipa aquí a la memoria: el presente no termina de ser, de consumarse, de interiorizarse, de significarse. La fugacidad

como anticipo e imposibilidad de la memoria.

Segunda forma: desvanecimiento de los marcos sociales

Hayunasegundaformadeolvido: si la memoriacolectiva seedifica con marcos

sociales como el espacio, el tiempo y el lenguaje, su contenido se delinea tambiénahí, sehacedemaneracolectiva ynoindividual, comointenta mostrar la psicología general; el olvido, en esta tesis y siguiendo las reflexiones de Halbwachs(1925;1950),sepresentacomoelproductodedistintasmaneras de desvanecimiento: el derrumbe de los marcos, la destrucción de ciertos

artefactos que mantenían significaciones, por tanto se presenta la incomunicación. En esta forma el poder ya se hace presente, se hace manifiesto. Hayolvido cuandolos marcossociales enquesecontenía la memoria se desdibujan, cuando éstos se vienen abajo. Comocuando se derriba una casa y quienes vivieron ahí se sienten desolados porque “los edificios demolidos son

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memoriasderrumbadas:el olvido esel hechodequenoquedepiedra sobre piedra”(Fernández,1994,p.108).Estolosabenlosdesalojadoresdefamilias en barrios pobres, aunque dicho implemento viene de lejos, pues podemos encontrarla como una práctica de los conquistadores que se dedicaron, entre otras cosas, a destruir edificaciones nativas y levantar otras para imponer significados distintos en los mismos lugares. Como se ha mencionado, si la

memoria colectiva se contiene en un marco como el espacio, el olvido sería el desalojó del significado de un sitio. En el mundo mesoamericano, por caso, la veneración a la diosa madre de la tierra, Tonantzin, se realizaba en el Cerro del Tepeyac,sitio defervor deunacultura ancestral quedepositabaala mujeren el centro, al menosenel sentido deprotección y solicitud deproducción del maíz,

semilla preciada en esos terruños. Ala llegada de los conquistadores, éstos se dedicaron asuplantar deidades, bajo el argumento de eliminación de “ídolos” y “falsas creencias”. La eliminación de una creencia, de un pensamiento, fue sustituidaporotracreencia,porotropensamiento:elcristiano.Ahídonde antes se significó a una diosa madre, se adoraría despuésa otra madre, pero esta vez

cristiana: la VirgendeGuadalupe.Tressitios estratégicos deculto eligieron los franciscanos para sustituir deidades: el mencionado Tepeyac, la sierra de Tlaxcala donde se veneraba a Toci, y las cercanías del volcán en Tianquizmanalco, donde se rendía culto a Tezcatlipoca. No fue azar que se eligieran esos sitios, eran claves en la conquista espiritual: sustitución de significaciones, claras políticas de olvido. El Códice Franciscano era claro al respecto: “pareció convenir que a donde hubo particular memoria y adoración de los demonios la hubiera ahora de Jesucristo nuestro Redemptor, y veneración de sus santos” (en Florescano, 1999, p. 249). Esa fue la práctica: derruir y sustituir, pues puede advertirse que varios santos cristianos eran

primigeniamente deidades paganas a las que se les rendía un culto muy

arraigado, de lo cual se aprovechó el cristianismo para expandirse, tal es el caso, por ilustrar, de San Vito y San Hipólito en distintas latitudes. El argumento era siempre religioso, ideológico, depoder, puesdesdeel pensamiento dela nueva religión se argüía que lo pagano remitía a la superstición, y por tanto debía

eliminarse y suplantarse. En un sentido habrá que recordar que etimológicamente paganus significa “hombre de campo”, y el culto a la naturaleza, al lado de los conocimientos de los secretos de ésta para dotar de vida a los humanos, así como la celebración de festividades asociadas a sus ciclos, nacimiento, reproducción, etcétera, se consideraron prácticas del

demonio y quedaron prohibidas por los cristianos. Lo terrenal arrasado por lo celestial.

El olvido sepresenta menosporla distancia enel tiempo, esto es, porque los recuerdossonsobreeventosquehantenido lugarenuntiempolejano, y más porque los recuerdos se encontraban enmarcados en un sistema de nociones que en el presente no se reencuentran o cuesta demasiado trabajo accederaestosque, enestecaso, esunmarcoespacial. Ciertamente, el olvido

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Tres formas de olvido social

se presenta cuando las personas no pueden en ciertas circunstancias “identificar su pensamiento con el de los otros, y elevarse a esta forma de representación social… el contacto entre su pensamiento y la memoria colectiva se interrumpe” (Halbwachs,1925,p.108).Yalainversa,elrecuerdopuedeencontrarse cuando lospensamientosdelaspersonasseorientanendireccióndelos pensamientos dela sociedad.Losrecuerdosllegan acondicióndequeselocalicen los marcos

sociales en que se encuentran inscritos, y entre más marcos de localización lo sustenten, más fecundo será. Del otro lado, “el olvido se explica por la desaparición deesos marcoso de unaparte de ellos, siempre y cuando nuestra atención no sea capaz de fijarse sobre ellos o sea fijada en otra parte” (Halbwachs, 1925, p. 377); lo cierto es que el olvido “o la deformación de

algunos de nuestros recuerdos se explica también por el hecho de que esos marcos cambian de un periodo a otro” cuando la sociedad modifica sus convenciones (Halbwachs, 1925, p. 377). En síntesis, marcos esfumados, recuerdos inalcanzables.

Lo que sucede con el espacio acontece de igual manera con el tiempo. Efectivamente, hay supresión en el caso de las fechas omitidas:

olvidar una fecha, pasar por alto una efemérides, es perder un

acontecimiento: si desaparece un objeto desaparece su recuerdo, de manera que el olvido colectivo es la pérdida de los marcos sociales de la memoria. Al suprimir un aniversario, por ejemplo, se suprime efectivamente el suceso (Fernández, 1994, p. 105)

y al endosarle otro significado, se olvida o se relega el sentido anterior. En buena medida el 11 de septiembre chileno, el del golpe militar de 1973, globalmente ha sido eclipsado por el 11 de septiembre estadounidense de

2001, toda vez que éste ha sido más atendido y publicitado. Esto, a su manera, lo había manifestado Frederic Bartlett (1932), al mencionar que cuando los acontecimientos osignificaciones quevivimos nocoinciden conlos marcos de los que nos ha dotado la colectividad, los recuerdos terminan por no encajar, y entonces “se van”, se los lleva el olvido. Los marcos son, en consecuencia,

posibilitadores del recuerdo, pero también del olvido, pues al ausentarse, desaparecer,los recuerdosnotienen dóndeanclarse.Elpodersabeestoyse ha dedicado durante siglos a sacarle provecho.

De igual forma que con el espacio, sobre el tiempo y el desplazamiento de significaciones viene de lejos. Así, por caso, varias festividades del calendario

cristiano fueron en un inicio “festivales paganos”, y después adoptados y adaptados por la Iglesia para allegarse conversos. Es el caso de la fiesta de la Pascuacuyosorígenesremitenala celebraciónpaganadela resurrección de la naturaleza, sus símbolos, el conejo ylos huevos, dancuentadela reproducción y la nueva vida respectivamente, lo que, asimismo, lleva al sexo, lo que en el

pensamientocristiano se haalejado, depositándole significados espirituales y

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ultraterrenos. El mundo mesoamericano sufrió la embestida del olvido mediante la re-utilización del marco temporal, las celebraciones indígenas fueron permutadas por celebraciones cristianas. Narra Enrique Florescano (1999) que haciamediadosdelsigloXVIaprácticamentetodoslospueblosindígenasse les puso otro nombre, nombre de algún santo cristiano, y así “la recordación de la antigua fundación prehispánica se transfiguró en remembranza de la

evangelización cristiana” (p. 251). Las festividades de llegadas de la lluvia fueron reemplazadas por las celebraciones de Semana Santa, y así con muchas celebraciones: mediante estas sustituciones el antiguo calendario agrícola de los pueblosindígenassetransformóenuncalendario defiestas yritos cristianos.

Tal reemplazo cristiano no se circunscribió al mundo mesoamericano, puesfuedemayoralcancesuprácticaolvidadora.Enesatrazapuede señalarse el 25 de diciembre en el que actualmente se celebra el nacimiento de Jesús,

fecha en que en el mundo pagano se conmemoraba al dios-sol: el empalmamiento de un significado sobre otra fecha significativa pretérita constituyó un arma eficaz del cristianismo para la conquista de Occidente. Lo cual, no obstante su victoria, no deja de ser paradójico, por caso, mientras Jesús sehaseñaladoquenacióenundesierto subtropical, enla actualidadla nieve se

ha convertido en el símbolo de la navidad desde que Europa lo adoptó; y su nacimiento ha devenido negocio sumamente rentable para los mercaderes herederos de aquellos que Jesús expulsó del templo de su Padre. El absurdo de tal práctica y celebración no se mira por lado alguno desde la perspectiva olvidadora (Galeano, 1989).

Otramaneradel olvido, tiene queverconla destruccióndelos artefactos que contienen la memoria colectiva de un grupo o sociedad. Por ejemplo, la quemadelibros esilustrativa al respecto. Enla Grecia Clásica lo hicieron; en la china Antigua la practicaron. Y al igual que con los chinos y los sucesos de la Edad Media, los españoles cristianos quemaron los libros de los españoles de cultura islámica, los llamados moros: le prendieron fuego a los libros islámicos

de religión, poesía, filosofía y ciencia, “ejemplares únicos que guardaban la palabra de una cultura” (Galeano, 1982, p. 62) que regó aquellas tierras y en ellasfloreció.ElobispoZumárragallevótal prácticaaAméricacuando,en 1531, señalando como papeles pintados por el demonio, arrojó a la hoguera los

códices aztecas, fórmula que extendió a otros materiales, aniquilando al mismo tiempo 500 templos y veinte mil “ídolos”. En 1562, el inquisidor Fray Diego de Landa maldiciendo a satanás, también arrojó a las llamas los libros de los mayas; y como contexto ecológico, alrededor de la quemazón, los acusados de ser herejes eran puestos de cabeza siendo, de esta manera, castigados los lectores:

esta noche se convierten en cenizas ocho siglos de literatura maya. En estos largos pliegos de papel de corteza, hablaban los signos y las imágenes: contaban los trabajos y los días, los sueños y las guerras de un pueblo nacido antes que Cristo (Galeano, 1982, p. 158).

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Tres formas de olvido social

A su vez el arzobispo de Lima, para evitar la “idolatría” y otros males del “demonio” mandó quemar todos los instrumentos indígenas, incluyendo la

quena. Corría ya el año 1614. Las atrocidades del fuego sobre los depósitos del pasado ahí no pararían. El pueblo de la Isla de Pascua tenía por costumbre reunirse una ocasión por año a escuchar el relato sobre el contenido de sus tablillas, donde estaban inscritas pictografías que daban cuenta de su pasado, lossacerdotesindígenassabíandeesepasadoysulectura, yellosdistribuían el

conocimiento de sus antepasados. En 1863 tratantes peruanos de esclavos arribaron a la Isla y se llevaron a los dirigentes, después “llegaron misioneros católicos que quemaron grandes cantidades de esas tablillas por tener un origen pagano. El resultado fue que nadie pudo leer las que se salvaron, y gran parte de la cultura autóctona seperdió” (Moorhouse,1953, p. 221).

Lo cierto es que no siempre se logra la borradura o suplantación de manera total, algo queda, la resistencia, por ejemplo. En ese sentido, toda ciudad, todoespacio sometido,guardaseñales, vestigios, marcasoal menos el emplazamiento de lo que antes hubo. En México, por caso, ahí donde hay catedrales cristianas, al menos debajo de las más representativas, se encuentran

ruinas del mundo mesoamericano, templos antiguos de culturas anteriores (Florescano, 1987). Yesque, ciertamente, el espacio, el territorio, “es yha sido también el punto de identificación y reclamo de las luchas de los pueblos originarios”(JelinyLangland,2003,p.1),porqueahíestabanasentados, porque ahí experimentaron sus vivencias, porque ahí depositaron su identidad. Esa

manera de endosar significados en el suelo, en el sitio, viene de lejos, y no se práctica al pasodelos siglos algo distinto. Todogrupo queseapropia de un espacio lo significa y deposita ahí sus intenciones. Los procesos políticos también “marcan” los sitios donde ha ocurrido algún evento, por caso el

latinoamericano, de violencia del poder hacia los grupos de oposición. De ahí

que a partir de esos lugares se intente reconstruir el pasado significativo de un grupo, y levantar, ennomuypocoscasos, placas o monumentosque recuerden lo acontecido (Florescano, 1987).

Por su parte, el poder pretende, las más de las veces, apoderarse de los sitios dela memoria, intentando coparlos y dotarles de ciertas referencias y de una interpretación que entra en disputa con lo narrado por diversos grupos de oposición que experimentaron algún suceso en ese lugar:

inevitablemente, el paso del tiempo, la presencia de nuevos sujetos y la redefinición de escenarios y marcos interpretativos traerán nuevos sentidos

–a veces inclusive contarios a los originarios-. Otras veces, la indiferencia será el destino de esa marca, a veces tan laboriosamente conseguida” (Jelin

y Langland, 2003, p. 03).

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En Latinoamérica, especialmente, se encuentran espacios en que ocurrieron acontecimientos y prácticas represivas en el pasado reciente, tales sonlos camposdedetención ydesaparición, edificios dondehubo represiones, etcétera (Calveiro, 2001; Piper y Hevia, 20012). Tales espacios

seconviertenenlugaresdeluchaentrequienesintentantransformarsu uso y de esa manera (o para) borrar las marcas identificatorias que revelan ese pasado, y otros actores sociales que promueven iniciativas para establecer inscripciones o marcas que los conviertan en ‘vehículos’ de memoria, en lugares cargados de sentido (Jelin y Langland, 2003, p. 11).

Así, en Argentina pueden señalarse sitios, como la Escuela Mecánica de la Armada Argentina (ESMA), y El Atlético, centros de detención clandestina donde se detuvo, torturó y desapareció a presos políticos, como lugares emblemáticos

dela represión. Unlugar marcadoeneste país esLaPlaza deMayo.Enel centro deBuenosAires, el sitio esconocidocomo“Laplazadelas madresdemayo”, en alusión al movimiento de madres de desaparecidos políticos a manos de la dictadura militar (1976-1983). Esa plaza tenía (y tiene) también otros significados. Ahí se establecía una reunión entre autoridades y fuerzas

populares durante el peronismo. Ahí se encontraban madres, intentando averiguarelparaderodesushijosdetenidosydesaparecidos.Yasí,cada jueves las madres caminaban alrededor de la Pirámide de Mayo, demandando la presentación con vida de sus hijos. En el piso, alguien pintó un pañuelo blanco, símbolo que representa a las madres que se atavían con esa prenda. En esa

plazacoexisten múltiples significados, ylos gruposquela visitan evocanahí un sentido u otro dependiendo de sus reivindicaciones.

Por otro lado, en una buena parte de Europa, las huellas de la Segunda Guerra Mundial han sido borradas. La deliberada intención de olvidar ese episodio por parte de algunos gobiernos, llevó a “maquillar” sitios que

albergabanla memoriadel terror, asuplirlos porotros más“encantadores”: “Es comosi hubiera prevalecido unviolento instinto deborrarlo todo y de renovarlo todo, unaespeciedeamnesiacreativa. Eraindecentesobrevivir, parano hablar de prosperar de nuevo, teniendo presente el gráfico e inmediato pasado” (Steiner, 1971, p. 83). No obstante los esfuerzos, en varios sitios, en diversas

ciudades queda la impresión, invade la sensación de que ahí falta algo: “Si va uno por las calles de Dresde o de Varsovia, si se detiene en una de las exquisitamente recompuestas plazas de Verona lo sentirá sin falta” (Steiner, 1971, p. 84).

Queda quizá el emplazamiento o una sensación o un anhelo o una resistencia: por más que se destruyan sitios, monumentos, casas, edificaciones, algo queda: “quitar los escombros, dentro de lo posible; porque también habrá escombros que nadie podrá quitar del corazón y de la memoria” (Benedetti,

1982, p. 188).

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Tres formas de olvido social

Tercera forma: imposiciones del poder

Unaterceraposibilidad esel olvido social impuestooinstitucional. Ésteha sido

un ejercicio recurrente, y diversas culturas han echado mano de él para mantenerse y legitimarse al momento de asumir un cierto poder. Los grupos que desean imponerse sobre otros recurren a omisiones de ciertos acontecimientos que ocurrieron en el pasado e imponen una versión única sobre el tiempo anterior; esto es, practican un cierto olvido social para

mostrarse como los más viables, los más adecuados y como aquellos que provienen de un pasado que desemboca lógicamente en el presente. Aludir a este tipo de olvido implica asumir que para llegar a éste es necesario pasar primero por la memoria colectiva (Yerushalmi, 1989), y acto seguido desbordarla o vaciarla. En tal caso se habla de un olvido impuesto, que se

despliega originariamente desde las instituciones políticas, académicas, educativas, militares, eclesiásticas, etcétera, y que después, si tienen éxito, se traduceenhuecossocialesenunacolectividad,porlo quepuedeadvertirse que el olvido social tiene una cierta relevancia con respecto a la producción y mantenimientodel orden social enel quenosencontramosinmersos (Vázquez,

2001).

Hay un nivel desde donde, prioritariamente, se ejercen las prácticas olvidadoras, el nivel del poder, concretamente desde las instituciones, desde sus gobiernos, desdesuscúpulas, desdedondesepuededictar, decretar, imponer, ejecutar, quemar, reprimir, aterrorizar, desde donde se intenta imponer una

versión del pasado. No es desde posiciones marginales, desde sitios alternativos, desdelugares periféricos, dedondeparten las instrucciones para queladesmemoriaseaposenteenlascolectividadesysociedades;tampoco se ejecutadesdela esfera delo circunspecto, desdeel sitio dela prudencia, desde el punto de la cautela y la perceptibilidad. No. Es másbien desdelos privilegios

que otorga el poder, la absolutez, la técnica y el manejo de posiciones privilegiadas; desdela crudeza,desdelo impasible, desdeel desparpajo, desde lossitiosdelainsensatez,desdeahí,setramaydespliegatodoeloperativo para que el olvido sustituya a la memoria; porque el objetivo no es que cohabiten, si ello fuera posible, el olvido al lado de las memorias, sino que el primero

sustituya a las segundas. Olvido suplantando memoria.

Quienestienen los recursos paraquela maquinaria olvidadora opere son los gruposqueseincrustaron enlas instituciones, ydesdeahí ponenen marcha una narración histórica que intentan imponer a una sociedad, a la que le han

borrado su pasado, y en la que tienen que legitimar su actuación. Desde esa posición se dicta lo que debe ser recordado y lo que debe ser olvidado. Estos ejecutantes son una entidad empírica, grupos que desde una posición privilegiada actúan, encumbran e imponen una visión por sobre otras tantas. Aime Césaire utilizó la expresión “máquina del olvido” para “describir el proceso

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de colonización cultural que experimentaban las naciones sometidas, por siglos, alalimitación desussoberaníasyel saqueodesusrecursosnaturalespor parte de los grandes imperios de Occidente” (Rojas, 2012, p. 11). En tal sentido, esta “máquina del olvido” noesdistinta de las formas autoritarias queponen en juego distintos grupos de poder que intentan suprimir versiones del pasado adecuandootras interpretaciones asugustoy tono. Exclusión y jerarquización

es la manera.

El olvido social se aviva en una sociedad, en una nación, desde sus instanciasdedecisión,quesontambiéninstanciasdepoder,yquepara efectos de imposición han operado a lo largo de la historia. En el siglo XX la Alemania nazi yla Unión Soviética se convirtieron enejemplosparadigmáticos de amplio

conocimiento al respecto, pero no lo han sido en menor medida, cuando menos desde la segunda mitad de ese siglo, algunas naciones latinoamericanas bajo dictadurasmilitaresypensamientoúnico,comoArgentina,ChileyUruguay, por citar algunos casos. Ello ha ocurrido no sólo en la pasada centuria, pues es de largo raigambre esta estratagema, pues puede enunciarse por su recurrencia:

acuerdo en las instituciones, sea gobierno, universidades, ejército, Iglesia, y hasta el Estado mismo, desde las cuales se hacen leyes, se decreta, se expresa, se impone y se pretende que se olviden sucesos significativos del pasado. Lo que opera, desde donde se decreta el olvido, es la manipulación a gran escala de lo que debe o puede ser recordado (Middleton y Edwards, 1990), y son aquellos que dirigen las instituciones quienes determinan lo que ha de ser olvidadoyloquehadeserrecordado:cuandosedicequésíyquénodebe ser recordado, está ya operando el olvido institucional; es lo que se denomina también y de alguna manera olvido socialmente organizado.

Se decreta mediante ley, reglamentos, imperativos, que no se hable abiertamente de periodos de la vida anterior de una colectividad, de una clase,

de un grupo étnico, de un sector de la población o se les construye un pasado distinto al vividoporellos. Loshistoriadores, aquellosquesehanacercadoa las prácticas del poder, sonexpertos enesastareas: armanhistorias que entregan para que se les presenten a sus sociedades o naciones, como un pasado real, como sucesos que ocurrieron, y así pretenden dejar de lado, vaciar, omitir, y

suplantar con sus narraciones, con sus textos, lo que diversos grupos y sociedades han experimentado. No importa que lo escrito no corresponda con lo vivenciado. Por lo demás, no es sólo a nivel de naciones y de sociedades que se presenta el olvido, pues en la academia que estudia la cuestión de la memoria, paradójicamente, se presentan estrategias de dominio que mandan al

olvido académico ciertas perspectivas que no encajan con los paradigmas domina ntes.

Una forma con que va edificándose el olvido es el silencio. Se van silenciando versiones alternativas del pasado a las que los grupos de poder

intentan imponer. El poder se expresa en ese afán de querer imponer una versión del pasado, de consumarlo y en ese mismo andar se excluyen los otros

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Tres formas de olvido social

pasados vivenciados ocon sentido para una sociedad o población. El silencio y la imposición son claves en este proceder. En este caso el poder se manifiesta de manera abierta. En la forma anterior de olvido también está presente, muy presente, noobstante, esenesta forma dondesu expresión esinocultable y las más de las veces zafia.

Ciertamente,comosehaseñalado,estemanejoeimposicióndel silencio

la sabenlos conquistadoresendistintos momentos:someterala cultura que se intenta vencer no es un asunto militar, sino de apoderamiento de su memoria, de sus sitios y fechas de conmemoración y suplirlos con otros distintos, al tiempo de silenciar los anteriores, acallando sus distintas manifestaciones

abiertas: “al vencido sele reduceal silencio; tambiénsi sondioses: derrotados, se callan” (Le Breton, 1997, p. 67).

En este proceso, la reflexión es lacónica: lo que no se habla no existe, o cuandomenosnocobrasignificadoalguno. SiguiendoaLudwigWittgenstein, si

los límites del lenguaje… significan los límites de mi mundo, entonces, en la realidad no cabe aquello de lo que no se habla:

loquenosecuentanoexiste.Loquenuncahasidoelobjetodeun relato, de una historia, no existe. Los tiranos lo saben muy bien y por eso borran los rastros deaquellos aquienesintentan reducir ala nada(Perrot, 1999, p.

61).

Distintos actores han sido borrados, por acción del silencio, enlos relatos de la remembranza, y en este caso, señala Michelle Perrot, las mujeres han sido “las mudas, las ausentes, las olvidadas de la historia” ” (Perrot, 1999, p. 55). Las mujeres de las que se habla son las excepcionales, una especie de “grandes

hombres”, las mortales, pequeñas, no han existido. Noson sujeto de relato. Aquel suceso, periodo, sector, grupo, persona que no se nombra, del que

se calla, al que no se le incluye en el discurso y la conversación, se le ha olvidado. Aquel que no forma parte del relato pretérito está reducido en el

silencio, marginado, olvidado. Cuando no se habla más de algo o de alguien se ha caído en el olvido. Evidentemente, algo que no se nombra, no aparece en el escenario público, se ensombrece, no tiene relieve, incluso llega a desaparecer sin dejar rastro que seguir o indicios que explorar. Eso traza los relatos gubernamentales, esos relatos de poder. Una característica de la historia oficial

“es el silencio que impone a ciertos secretos familiares: los silencios principales están ligados a las normas de legitimidad en que se basa la institución, y más aún a los orígenes de dicha legitimidad” (Ferro, 1996, p. 97), que cobran la formadetabú; esenesesentido quela historia oficial “suele ocultar los hechos vergonzosos cometidos por la institución fundadora: crímenes, matanzas,

genocidios. Éste es un rasgo que comparten todos los países” (Ferro, 1996, p. 98). Los regímenes totalitarios son proclives a la creación de una sociedad

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privada dememoria, encontrando su aliado enla negación y silenciamiento del horror.

Lo mismo que ocurre con distintos actores sociales de los que no se habla, pasa con ciertos sucesos, experiencias, grupos e ideas. La situación se guarda, ni a favor ni en contra, puesto que si se dice algo, por negativo que esto sea, se estaría reconociendo la existencia de eso que se pretende descartar. Así que lo mejor es no comunicar, guardar silencio y, de esta forma, se asume que

no existen determinados acontecimientos, personajes o pasajes pretéritos. En ocasiones ciertas omisiones y algunos silencios resultan más elocuentes que determinados discursos prefabricados. Por eso, sobre el silencio Halbwachs (1925) argumentaba que“cuandola sociedad se enfurece, se irrita, el individuo calla, y afuerza decallarse, olvida los nombresque a su alrededor ninguno más

pronuncia” (p. 199). Cierto, los eventos al no narrarse de manera abierta llevan al olvido social, porque, al no comunicarse, no continúan en los relatos posteriores. En buena medida dejan de existir.

Alhacermemoria,alreconstruirelpasado,seleendosancontinuidades a lo que ha sido significativo en los grupos y en la sociedad. Mediante memoria

se ligan pasado, presente y futuro, al tiempo que se edifican nuevos significados,ydeestaformaresultacomprensibleyfamiliar lo quetiempo atrás sucedió.Cuandoelsilencio, tendienteal olvido,haceactodepresenciasobre el pasado, éste se vuelve incomprensible y ajeno. A eso se le denomina discontinuidad; ahí donde falta la memoria la discontinuidad se presenta

generandoolvido.Yesalo quehoysele denominanovedad:esenosaber de dónde provienen las cosas; ese rubricar los acontecimientos o personajes o pensamientos como algo que surge en el momento y en el presente, y desconocer su largo viaje desde tiempos atrás. En México, por caso, para muchos resultó una novedad, discontinuidad, el surgimiento del Ejército

Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994, en virtud de que los movimientos guerrilleros de las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX fueronsilenciados,mandadosalolvido.Enconsecuencia,secreyóqueestos no habíanexistido ennuestro paísysevio comounaexpresión nuevaala naciente guerrilla, y a varias de sus expresiones, elementos que ya se habían manifestado

enlosgruposguerrillerosdelaspasadasdécadas.Eselcasodel“viejo Antonio”, una especie de “alter ego”, que ya estaba presente en la guerrilla de Lucio Cabañas en los años setenta, pues la figura del “viejo” es ancestral y emblemática en las culturas indígenas y campesinas de México. Aquí el silencio ha fungido como forma de olvido.

Como forma de olvido, el silencio que proviene desde afuera, como imposición, teje los relatos sobre el pasadode las sociedades, y lo hace en distintos ámbitos, lo mismoen la esfera de la política que la religiosa, que en la

academia o en la vida familiar, mutismo sobre incomodidades del pasado van delineando no sólo lo que del pasado debe y puede relatarse, sino que también va dibujando el presente. Con cada nuevo grupo en el poder las antes

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Tres formas de olvido social

incomodidades negadas del pasado se van erigiendo como baluartes, reposicionándolas en el presente, de ahí que personajes o gestas antes silenciadas aparezcancomoaportadoras delos nuevostiempospolíticos, pero en todo momento con intereses de legitimación de los poderosos en turno. El

movimiento estudiantil de 1968, denostado por el gobierno mexicano hasta el año 2000, es enaltecido por el nuevo gobierno emanado de las filas del Partido Acción Nacional, nopor su filiación deizquierda sino por legitimar su llegada al poder como partido de oposición. Esa es una forma de uso de los silencios sobre sucesos y personajes del pasado, lo cual se hace desde el poder. Esto se

señala porque, como se ha intentado argumentar, el silencio confecciona al olvido, con un elemento central: el poder que lo impone. No hay silencio

manufacturando al olvido social sin poder de por medio. Y con ello se forja el presente.

Consideraciones finales

La forma no es una envoltura o una figura, es el componente, el material con

quese hacen las cosas, cosascomola memoriaocomoel olvido queen las sociedades se despliegan medianterelatos y vivencias, esoqueva bordando la vida social. Recurrencias y permanencias, eso es una forma, que en distintos tiempos y latitudes se manifiestan. Un de reciente factura es la velocidad, la rapidez conquesevivencia la existencia enla modernidadsaturadade eventos

que no terminan de significarse, y por tanto lo que opera ahí es un anticipo a la memoria, esto es, que el ritmo social imposibilita que la memoria se conforme. Y eso es un tipo de olvido. Otro tipo de olvido es el del desdibujamiento, la declinación o resignificación de los marcos sociales en que la memoria se posibilita. Cuando estos contenedores de significación se diluyen o se les

endosa otros significados a sitios y fechas, se va relegando, omitiendo, desalojando de la memoria aquello que en algún momento cobró sentido para un grupo o sociedad, se le va vaciando su pasado, al menos los sucesos o personajes que le resultaban relevantes o propios, esos de los que formaba parte. Con el advenimiento de nuevas reivindicaciones las anteriores

conmemoraciones se van relegando. El olvido así se va configurando. Ahí se muestra el poder, ese elemento que, a diferencia de la memoria colectiva y cotidiana, se expresa de manera enérgica y tosca en la traza del olvido, imponiendo, decretando lo que debe quedar como material del pasado reivindicable en el presente y omitiendo y silenciando lo que no es acorde con

su dispositivo ideológico o de interés.

El olvido de episodios, gestas, grupos, o personajes del pasado se manifiesta en el presente por la carencia de relatos al respecto, por la falta de

significaciones en ciertas fechas del calendario reivindicativo, por la ausencia se señalesensitios dondealgo sucedió. Yesenesasausenciasenqueel olvido se

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inscribe, ahí donde hay una especie de hueco, un sinsentido, como un día que se han robado.

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“Tres formas de olvido social” por


Jorge Mendoza García

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