CONFLICTO Y POLARIZACIÓN EN TIEMPOS DE REVOLUCIÓN: REPRESENTACIONES E IMAGINARIOS DEL OTRO EN VENEZUELA.

Mireya Lozada Santelis 1

Resumen

En Venezuela, en el marco de la “revolución Bolivariana”, si bien el conflicto político

ha estimulado procesos de participación social, también ha provocado una aguda polarización social y representaciones polémicas sostenidas en el imaginario del Otro-enemigo. Desde la experiencia de investigación desarrollada durante el período 2002-2015 en la Universidad Central de Venezuela y aquella derivada de los programas de mediación y atención psicosocial adelantados con distintos grupos políticos, surgen algunos ejes de problematización que se exponen acá. El artículo aborda la tríada: polarización, representación e imaginarios sociales, marcando el énfasis en las representaciones polémicas, que emergen en un contexto marcado por la conflictividad socio- política.

Palabras Clave: Polarización social, representaciones polémicas, imaginarios sociales, Revolución Bolivariana, Venezuela.

Abstract

In Venezuela, in the context of the “Bolivarian revolution”, although political confrontation has encouraged social participation processes, it has also led to an acute social polarization and to controversial representations held in the imaginary of the enemy-Other. From the experience of research developed during the 2002- 2015 period at the Universidad Central of Venezuela, and the experience derived from

1 Instituto de Psicología, Unidad de Psicología Política, Universidad Central de Venezuela.

Correo electrónico: mireyaloza@gmail.com

Mireya Lozada

programs of mediation and psychosocial attention developed with different political groups, some lines of problematization arise that I will set forth here. The article deals with the triad: polarization, representation and social imaginaries, focusing on the controversial representations.

Key words: Social polarization, controversial representations, social imaginary, Bolivarian Revolution, Venezuela.

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Conflicto y polarización en tiempos de revolución

Conflicto y polarización en tiempos de revolución: representaciones e imaginarios del otro en Venezuela 2

Desde la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela en 1998, algunas interrogantes han sido persistentes: ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Por qué la sociedad venezolana contemporánea, de aparente y alabada convivialidad, solidaridad y pacifismo, sin expresión de conflicto abierto y permanente durante varias décadas del siglo XX, enfrenta estos niveles de conflicto y violencia en los albores del siglo XXI? ¿Cuáles antiguas y nuevas

lógicas de inclusión/exclusión se expresan en la llamada “Revolución Bolivariana”3? ¿Cuándo y cómo se construyó este agudo proceso de polarización y fractura del tejido social que divide al país en “nosotros y ellos”?

¿Qué la generó además de los dilemas del chavismo-anti-chavismo, de la confrontación de modelos de país que defienden los sectores en conflicto; o del rol jugado por la violencia discursiva de los actores políticos de gobierno, oposición y medios de comunicación estatales y privados, tanto en espacios públicos reales como virtuales y en especial el violento verbo presidencial del difunto presidente Chávez y su acción poco dialogante? ¿Cuáles son las raíces socio-económicas y políticas, los rastros socioculturales que sirven de superficie de inscripción a la crisis general, a los niveles de conflicto y polarización que

sufre actualmente el país? ¿Cuándo, cómo y porque la “modélica” democra cia venezolana perdió el norte?

Este artículo no intenta responder estas cuestiones, sino problematizarlas desde la mirada psicosocial, centrando el foco en las representaciones e imaginarios sociales construidos y resignificados en un contexto socio- político donde se escenifican conflictos de intereses y luchas por el poder. Intento una aproximación comprehensiva a este contexto, a partir de mi experiencia de investigación y acompañamiento psicosocial, desarrollada durante el período 2000-2015 en la Universidad Central de Venezuela y aquellos adelantados en el Proyecto: Imaginarios Latinoamericanos (Arruda y de Alba, 2007), y el Programa de Mediación Internacional en Venezuela (McCoy y Diez, 2010).

Desde una perspectiva cualitativa, se procede al análisis de la información recolectada con distintos grupos sociales y políticos, en espacios reales, virtuales y a través de diferentes fuentes: talleres, entrevistas, grupos focales,

2 Una parte de los resultados a que hace referencia este artículo fueron presentados en la 12 Conferência Internacional sobre Representações Sociais, Sao Paulo, Brasil 20 -23 julio 2014.

3 La propuesta gubernamental liderada por Hugo Chávez, reivindica y resignifica algunos postulados del ideario de Simón Bolívar. Así, se llama "revolución bolivariana" el movimiento socio-político que sigue esta propuesta. En el plano ideológico, la "revolución bolivariana" o ¨socialismo del Siglo XXI¨ se reconoce o cuestiona como: “democracia participativa y protagónica”, “capitalismo de Estado y socialismo rentista” (López, 2007) “socialismo burocrático” (Biardeau, 2012), “estafa populista” (Saint-Upéry, 2006), “revolución co mo espectáculo” (Capriles, 2004; Uzcategui, 2010).

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marchas, murales urbanos, prensa escrita, páginas Web de opinión política y redes sociales. El análisis del discurso ideológico (Van Dijk, 1996) orienta la aproximación analítica.

Polarización social: “chavismo – antichavismo”

"El fin de la ilusión", "el quiebre de la ventana", "el correr de la cortina" fueron algunas de las expresiones utilizadas por diferentes sectores sociales para referirse al fin del consenso social demócrata en Venezuela y la llegada de Hugo Chávez al poder, al acceder a la Presidencia de la República por vía electoral en

diciembre de 1998 con el 56% de votos, después de protagonizar un golpe de Estado en 1992.

Su proposición de transformar la desprestigiada democracia representativa en Venezuela, en una “democracia participativa y protagónica”, y la superación

de la profunda crisis socio-económica y política que atravesaba el país4 , constituyó una de sus principales promesas.

Desde entonces, los anhelos de justicia social, cambio y destrucción de lo instituido, van de la mano con la negación del Otro, donde los adversarios políticos se perciben mutuamente como enemigos en un contexto de alta conflictividad y polarización social. Además de la redefinición del marco

ideológico y político formulado por la "revolución bolivariana", otros factores políticos, económicos y sociales han contribuido a agudizar el conflicto y la confrontación entre “chavismo y antichavismo”: golpe de Estado (abril 2002);

paro patronal y petrolero (diciembre 2002 y debut 2003), referéndum revocatorio (agosto 2004), referéndum constitucional (2007 y 2009), exhumación de los restos del Libertador Simón Bolívar (2010), reelección presidencial (2006 y 2012), falta de transparencia en la información pública ofrecida por parte del gobierno en torno a la evolución del cáncer que aquejaba a al Presidente Chávez que condujo a su deceso, denuncias de irregularidades formuladas por observadores nacionales e internacionales durante la campaña y elección presidencial de Nicolás Maduro, y la violación de derechos humanos

durante las protestas sociales durante los años 2014- 2015.

Después de más de 15 años de asumir la presidencia y luego de su muerte el 5 de marzo 2013, la polémica figura de Chávez sigue ocupando la agenda pública y se mantiene la ilusión del cambio. No obstante, este cambio para un sector de la población sólo es posible si los representantes del ¨Chavismo¨ dejan el poder, para otro sector si continúan en él y para un tercer sector ni lo uno, ni lo otro.

4 Entre las causas históricas y estructurales de dicha crisis, destacaban: el carácter rentista del Estado petrolero, la profunda inequidad y exclusión social mantenidas durante más de cuatro décadas de democracia en el país, la pérdida de credibilidad de las instituciones, el descrédito de los partidos tradicionales que acusaban el desgaste del bipartidismo, corrupción y clientelismo.

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Esta paradójica ilusión da cuenta del impacto del proceso de polarización social5, durante el cual actores políticos de gobierno, oposición, distintas instituciones y sectores sociales (educativos, comunitarios, familiares, religiosos,

policiales, militares, mediáticos, académicos, científicos, etc.) han tomado partido a favor o en contra de la propuesta gubernamental, a través de accio nes de calle y discursos en medios de comunicación estatales, privados y alternativos, en espacios públicos reales y virtuales.

Este proceso de polarización social (Martín-Baró, 1985; Lozada, 2007) está caracterizado por:

a) Estrechamiento del campo perceptivo: el esquema dicotómico y estereotipado “nosotros-ellos” se impone a todos los ámbitos de la existencia y, por consiguiente, se sobrepone a cualquier otro esquema perceptivo, condicionando el significado de los hechos, acciones y objetos.

b) Fuerte carga emocional: siguiendo el esquema dicotómico y simplificado, las cosas se aceptan o se rechazan totalmente, sin matices.

c) Involucramiento personal: cualquier suceso captado en los términos polarizados parece afectar a la propia persona.

d) Exclusión e intolerancia: los individuos, grupos e instituciones, situados en uno de los dos polos, sostienen las mismas actitudes presentes en la

confrontación política.

En este contexto de aguda polarización social, el discurso público tanto de actores políticos de gobierno y oposición, como de sus seguidores, han reivindicado y resignificado una serie de representaciones de sí mismo y el Otro, así como imaginarios militares, religiosos y revolucionarios que movilizan un juego de identificaciones y oposiciones, de pasiones y deseos, de encuentro y desencuentro a nivel intra e intergrupal. La emergencia y resignificación de estas representaciones e imaginarios se expresan en una multiplicidad de espacios sociales, públicos y privados, corporales y territoriales, y a través de

discursos verbales e icónicos de gran fuerza simbólica, los cuales son reproducidos a través de mecanismos de promoción de la imagen, dramatización o sacralización de la política, y favorecidos por la política - espectáculo a través de una multiplicidad de medios reales y virtuales.

El declive de representaciones hegemónicas y la emergencia de representacionespolémicasyemancipadas(Moscovici, 1988a), en los grupos en conflicto durante este período, ha provocado una profunda fractura del tejido social, distintas expresiones de violencia política y un progresivo deterioro de espacios de convivencia democrática.

5 La Polarización social, se distingue acá de la polarización política, que refiere a fuerzas que giran en torno a dos polos definidos en términos ideológicos en los sistemas de partidos, que se hacen visible en coyunturas electorales y en debates de asuntos públicos (Sartori, 1985) .

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¿Nosotros o ellos?

En una investigación sobre las representaciones sociales de la democracia en Venezuela (Lozada, 1999), los grupos de acción social entrevistados acusaban una "democracia sospechosa" marcada por la corrupción, inequidad y limitada participación social. Estas representaciones emancipadas, cuestionaban los significados de igualdad, justicia y equidad de las representaciones hegemónicasde democracia mantenidas durante más de cuatro décadas en el

país6 .

Si la definición tradicional de la democracia establece una estrecha relación entre el sujeto de la democracia, los espacios de participación, y las formas de ejercicio democrático, la experiencia cotidiana de los ciudadanos venezolanos entrevistados en el estudio, reflejaba una dualidad en torno a los actores de la democracia y la inclusión o marginalización de sus espacios de expresión. Así emergían entonces dos referentes identitarios: ¨nosotros¨: la gente, el pueblo¨ y ¨ellos: los gobernantes y sus aliados corruptos e ineficientes¨.

Esta diferenciación fundamental propuesta por Summer en 1906 entre nosotros y ellos, que delimita la pertenencia o no a ciertos grupos, emerge nuevamente, pero adquiere otros significados en las representaciones

polémicaspresentes en el actual contexto de conflicto y polarización social en Venezuela. Los datos obtenidos reflejan la naturaleza antagónica de las representaciones de dos grupos confrontados políticamente, ¨chavistas¨ (pro -

gobierno) y ¨antichavistas¨ (oposición), así como la de un tercer grupo, denominado “Ni-Ni” (ni con el gobierno, ni con la oposición).

La organización y estructuración dicotómica de la conflictiva realidad socio - política venezolana se evidencian en procesos de ¨anclaje y objetivación¨ que le otorgan valor funcional y sirven de guía de lectura y acción colectiva. La tabla N° 1, muestra el anclaje social de las representaciones “nosotros-ellos” en voces de representantes de los dos grupos: Chavistas y anti-chavistas, mientras la tabla N° 2, destaca las instancias de objetivación a través de los términos

utilizados para describir al exo- grupo.

6 Para Vethencourt (1989), el punto de inflexión del consenso que sostenía estas representaciones se registra en el llamado “Caracazo” de 27 y 28 de febrero de 1989, cuando se produjeron violentas manifestaciones públicas principalmente en la ciudad de Caracas, como respuesta a la aplicación de las “recetas neoliberales” .

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Tabla N°1: Formas de anclaje social de las representaciones 7


Tabla N°2: Instancias de objetivación de las representaciones


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7 Aun cuando la representación de los grupos se corresponde de una parte con la fusión identitaria lider-pueblo, existente entre mayorías populares y Chávez (Silva, 1999), y la identificación de los sectores medios y altos con la categoría: sociedad civil, que orientó las prácticas de actores sociales en contextos nacionales y trasnacionales durante las últimas décadas (Mato, 2000), los resultados electorales dan cuenta de presencia de sectores pobres y de clase media en ambos grupos.

8 Expresiones utilizadas a lo largo del conflicto, especialmente en momentos de agudización de la polarización).

9 Ni con el gobierno, Ni con la oposición

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El movimiento social post- Chávez

La incertidumbre generada por la muerte del carismático presidente Hugo Chávez10 en marzo de 2013, el reequilibrio de fuerzas y luchas internas por el poder o recursos dentro del partido de gobierno, los cuestionamientos a la

“ilegitimidad” social y política en la elección del Presidente Nicolás Maduro, los graves problemas económicos y el incremento de protestas sociales frente a los problemas de devaluación, inseguridad, violencia, escasez, corrupción, impunidad, autoritarismo, etc., delinean una nueva etapa del conflicto político en el país. En este contexto, emerge un movimiento social conformado

principalmente por estudiantes, distintos sectores sociales y políticos de la sociedad civil y partidos de oposición.

Dado el interés de estudiar la dificultad del consenso, hecho fundamen tal de la vida en común, en sociedades fragmentadas por la polarización y el rol desempeñado por circunstancias socio-históricas particulares en la emergencia y transformación de representaciones e imaginarios sociales, resulta de suma importancia abordar este movimiento social que se gesta durante del conflicto , toma fuerza a inicios del año 2014 y sigue expresándose en manifestaciones y protestas sociales a nivel nacional.

Seguir este movimiento y novedoso contexto, plantea algunas interrogantes: ¿Cuáles representaciones de sociedad guían este movimiento?

¿Se mantiene la representación: “nosotros-ellos” y aquella de “chavismo-anti -

chavismo” reconocidas en los últimos años en Venezuela? ¿Qué símbolos, “modelos” y grupos de referencia contribuyen a la construcción de una representación común? ¿Además de la insatisfacción, el resentimiento y la mutua culpabilización reconocidos en otros momentos, qué otros motores guían la movilización? ¿Como movimiento disidente que desafía la represión, la censura, el secreto y el silencio, cuáles son sus estrategias organizativas y comunicacionales en espacios reales- virtuales?

Representaciones: gobierno – oposición. ¿Cuáles consensos?

Los resultados ponen en evidencia representaciones polarizadas del campo “ideológico”, pero ubicadas tanto en los polos ya reportados: chavistas y antichavistas, como en Gobierno y Oposición, y representaciones indiferenciadas o diferenciadas de otro modo de: Venezuela,Chávezy Bolívar. La Tabla N° 3, muestra el anclaje social de las dos representaciones en voces de representantes del GobiernoyOposición, mientras la Tabla N° 4, las

10 No discutimos en esta comunicación, los procesos de identificación e implicación emocional presentes en el culto al líder carismático y mesiánico Hugo Chávez que se expresaron con mayor fuerza durante sus exequias. Este “culto al padre” (Moscovici, 1988b) , representa un eslabón de la transformación de una doctrina política a una concepción del mundo, con la fuerza de una creencia.

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instancias de objetivación a través de los términos utilizados para describir al exo- grupo.

Tabla N° 3: Formas de anclaje social de las representaciones: gobierno - oposición


Tabla N° 4: Instancias de objetivación de las representaciones gobierno - oposición


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11 PSUV: Partido Socialista Unido de Venezuela

12 PJ: Primero Justicia; VP: Voluntad Popular; ABP: Alianza Bravo Pueblo; Bandera Roja; entre otros.

13 Término que utiliza la contracción de las palabras bolivariano y burguesía para referir a ministros o funcionarios del gobierno que se han enriquecido usufructuado los recursos públicos.

14 Término que surge en 2004 que es reivindicado o satanizado por sectores de oposición y gobierno, Refiere a formas de guarida, refugio, escondite, barricadas, expresadas en distintas protestas sociales y que incluye entre otras acciones: cierre de calles, quema de cauchos, disturbios violentos o no frente a autoridades.


Mireya Lozada

En las representaciones de ¨Gobierno¨ y ¨Oposición¨ se continúan reconociendo algunos elementos comunes también presentes en la representación del “chavismo-antichavismo” que acentúan la diferenciación y discriminación intergrupal en términos de:

a) I dentidad:

-In-grupo y exo-grupo definidos por adhesión u oposición a propuesta gubernamental

-Diferencias intra grupo en sectores de gobierno en función de cercanía o distancia al “legado de Chávez”

-Diferencias intra grupo en sectores de oposición: radicales y moderados.

b) Percepción: uso de estereotipos para calificar el exo- grupo.

c) Afectividad: Emotividad exacerbada e intolerancia intra y exo- grupo

d) Interacción intergrupal

-Antagonismo inter-grupal basado en la polaridad: amigo- enemigo. -Ausencia de significados compartidos

-Clima de sospecha y desconfianza

-Control o critica de la disidencia in-grupo en sectores de gobierno y oposición

-Descalificación intra-grupos a iniciativa de diálogo y debate promovida por UNASUR y el Vaticano.

Igualmente, los resultados destacan la violencia inter-grupal directa y simbólica en medios de comunicación y en espacios públicos reales y virtuales. Si bien, no son comparables las denuncias de violaciones de derechos humanos por parte de organismos estatales contra los manifestantes en protestas y en especial

contra jóvenes estudiantes15, con la violencia expresada en barricadas y otras

acciones sociales, interesa destacar los procesos de institucionalización, naturalización y legitimación de la violencia que se expresan en espacios reales y virtuales, al cual recurren tanto el gobierno como oposición, incluso generando tendencias intencionadas y artificiales de opinión pública en la

Red16 .

15 Ver: http://www.derechos.org.ve/pw/wp-content/uploads/Informe-final-protestas2.pdf ,

http://www.derechos.org.ve/pw/wp-content/uploads/licencia-para-protestar.pdf ,

http://www.derechos.org.ve/pw/wp- content/uploads/amr530092014es.pdf

http://www.derechos.org.ve/tag/foro-penal- venezolano/

16 El espacio virtual, que como toda esfera pública es un lugar de confrontación de ideas e intereses económicos y políticos, refleja la polarización y lucha entre gobierno y oposición. Algunos estudios denuncian el “tecnofascismo” o reportan la generación de trending topics, redes de spam y uso de bots en la generación intencionada de opinión pública en la Red. Ver: http://loquesigue.tv/bots-rezando-por-venezuela-un-analisis-de-prayforvenezuela-y-los - tt-de-protesta-del-12f-y- 13f/

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Los datos obtenidos reflejan la naturaleza antagónica de las representaciones de dos grupos confrontados políticamente, ¨Gobierno¨ y ¨Oposición¨, así como la del tercer grupo denominado “Ni-Ni” (ni con el gobierno, ni con la oposición). Aunque este último sector ha sido reportado

regularmente17 y destaca a lo largo de nuestras investigaciones, en la actual

coyuntura socio-política, además de quienes construyen la tipología que los ubica en un continuum de cercanía o distancia permanente, relativa y circunstancial con los dos polos de la confrontación, se reconocen otros grupos, disidentes o críticos del gobierno y la oposición y aparecen claramente algunos sectores estudiantiles no afiliados a ningún partido político.

De la misma manera, en sectores radicales de los grupos de gobierno y oposición, se evidencia y mantienen los imaginarios del Otro enemigo en las

representaciones “nosotros-ellos”, así como los procesos de “deslegitimación” y “deshumanización” (Bar-Tal, 1990) ya reportados anteriormente (Lozada, 2014) en algunos sectores radicales del “chavismo” y “antichavismo”. Otro elemento de especial relevancia es la representación de Venezuela, que interpelan y acusan los tres grupos, una nación atrapada en los interés externos: de Cuba, China y Rusia por parte del gobierno o de aquellos de Estados Unidos y aliados por parte de la oposición, o en juego en la lucha de intereses por el poder entre gobierno y oposición según los Ni-Ni. La Figura 1 ilustra la configuración del

campo representacional de los tres sectores.

Figura 1: Campo de representaciones: Gobierno, Oposición, Ni- Ni


17 La Encuestadora Interenlaces reporta por primera vez en 2005 un grupo que denomina “NI-Ni” al margen del esquema polarizado y representa un 51% de la población, frente a 37% de chavistas y 11% antichavistas. Otra encuestadora (Datanalisis, marzo 2012) afirma que este grupo representa entre 45% y 55% de la población.

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El Otro enemigo

Esta compleja dinámica de negación del Otro que se expresa en los resultados obtenidos en el contexto político venezolano, ha sido igualmente reportada por investigadores en otros contextos de conflicto y guerra a nivel mundial (Martin -

Baró18, 1985, Bar-Tal, 1990). En ella destaca una percepción idealizada del

propio grupo: nosotros, que contrasta con una satanizada del grupo contrario: ellos,percibido como enemigo.

La estructuración dualista del campo representacional en términos de nosotros-ellos, se plantea en términos del valor simbólico y utilitario que

supone esta afiliación para cada grupo, situados en una dinámica que reporta a nivel individual y grupal reconocimiento social, representatividad electoral o poder político y económico.

Sin embargo, el reconocimiento de estos “mecanismos utilitarios de adhesión” (Rey, 1989), presentes en un contexto de deslegitimación institucional y deterioro del sistema socio-político en Venezuela, no excluye la “textura ideológica” de los agentes sociales (Ibañez, 1989). Esta “textura” puede abrir interesantes perspectivas de análisis al incluir además de grupos “chavistas-anti-chavistas”, “gobierno-oposición” a aquel sector denominado “NI-Ni” (ni con la oposición, ni con el gobierno). Este sector puede jugar un rol

determinante, no solamente de testigo frente a los militantes de partidos y adherentes a cada grupo, sino desde su atribución a un estatus especifico. Estos sujetos no sometidos a la influencia de una organización partidista, ni a las

presiones, juegos y alianzas institucionales (políticas, económicas, mediáticas) ofrecen perspectivas de análisis tanto al carácter plural, conflictual y dinámico de las adhesiones ideológicas, como a los mecanismos psicosociales que inducen representaciones antagónicas en determinadas coyunturas históricas, socio-culturales y políticas.

Estas representaciones, marcadas por la dicotomización afectiva a la par de convocar la adhesión, la confianza, la identificación con el propio grupo, llama a despreciar, desconfiar y odiar al grupo contrario considerado enemigo (Lozada,

2007). Este pensamiento polarizado, afectivo e irracional presente en fenómenos de masa (Rouquette, 1994) nos permite evaluar el impacto que los procesos de polarización ejercen sobre el pensamiento social y problematizar los mecanismos psicosociales que en términos de identidad social son puestos en juego en la representación “nosotros- ellos”.

La actividad representativa permite clasificar las personas y objetos, compararlos, explicar los comportamientos y objetivarlos como parte de nuestro medio ambiente social. No obstante, este proceso de cate gorización, apunta Doise (1985), sirve también para producir distorsiones que permiten

18 En el marco de la guerra civil de El Salvador, Ignacio Martín-Baró, S.J. murió asesinado el 16-9-1989, por los escuadrones de la muerte, junto con otros seis jesuitas, en la Universidad Centro Americana José Simeón Cañas, donde ejercía funciones de vicerrector.

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justificar, legitimar o racionalizar ciertas realidades sociales en función de intereses y normas establecidas por individuos o grupos ubicados en ciertas posiciones y relaciones sociales o institucionales.

Como bien señala Zavalloni (1990), la significación emocional y evaluativa que resulta de la pertenencia a ciertos grupos y el ¨natural¨ favoritismo in - grupo, no son suficientes para explicar el ¨odio¨ y ¨deshumanización¨ que sitúa la superioridad del in-grupo sobre la inferioridad del exo- grupo.

Tal como se observa en los resultados obtenidos en nuestro estudio y como reporta Bar-Tal (1990) en los procesos de “deslegitimación”, la categorización del exo-grupo lo coloca en extremos negativos, en los límites de las normas y

valores aceptables, o en categorías que niegan la humanidad de dichos grupos, generando sentimientos de miedo y desprecio en adversarios y resto de la población.

Para explicar tendencia a considerar al opositor político como ¨enemigo¨ (Smith, 1969), recurriendo a estereotipos de clase o raza que desvalorizan o niegan su condición humana, se requiere situar socio-históricamente los procesos de categorización descritos por Tajfel (1986), y reconocer la dimensión cultural del pensamiento social señalada por Moscovici (1993a) al discutir el uso de la noción de estereotipo desde su reducción a ¨una especie de fondo irracional de la especie¨.

En las representaciones ampliamente compartidas por las personas que la componen es fácil, afirma Moscovici (1993a) :

delimitar la zona de las categorías definidas por las normas como algo culturalmente visible; es decir las categorías que focalizan la atención del grupo, representando a ¨otros¨, a ¨vosotros¨ en relación a ¨nosotros¨. Pero ¿qué ocurre cuando se sitúa a otras categorías de personas en la zona culturalmente ¨ invisible¨ de la representación?, se interroga el autor: ¨a dichas categorías no se las ve como ¨otros¨ o ¨vosotros¨ respecto a ¨nosotros¨, sino más bien como ¨ellos¨. Y todo el empeño político consiste en borrar su ¨sí mismo¨ con la única finalidad de ocultar su vínculo con la

humanidad. Sin embargo, para mantener un lazo con esos grupos sociales, hace falta animalizarlos o cosificarlos¨. ( p.84)

Esta ¨reflexividad limitada¨ practicada por la mayoría de las culturas a un número restringido de grupos sociales (Moscovici, 1993a)19, se remonta en América Latina al período de conquista y evangelización y ha sido reforzada por

las élites políticas y económicas del continente que reproducen este patrón de

19 Sin embargo, esta limitación no es uniforme, el fraile Bartolomé de la Casas, a propósito del tema del alma de los indios en el siglo XVI, “denuncia este defecto de reflexividad e invoca la necesidad de entender que si bien los europeos tienen una representación de los indios, los indios también tienen otra de los europeos” (Moscovici, 1993, p. 85- 86).

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exclusión e inequidad. Los imaginarios del Otro¨, se constituyen en un doble movimiento que diferencia y desvaloriza, ¨el colonizador, el evangelizador, y más tarde el político o el planificador integran el rito como forma de ¨comprensión-coaptación¨ del Otro¨ (Calderon, Hopenhayn y Ottone, 1996, p. 66).

Estos imaginarios del Otro revelan la interpelación identitaria de una población mestiza20 y la búsqueda de inclusión de amplios sectores de la población desfavorecidos económica, social, cultural y políticamente durante

décadas. A esta exclusión que ha constituido fuente de conflictos, y divisiones en distintos momentos históricos21, se le suman nuevas formas de exclusión de distintos sectores sociales en el actual contexto socio- político.

La aguda polarización social, donde cada sector lucha por defender y mantener su posición, da cuenta del derrumbe de las representa ciones hegemónicas de democracia en Venezuela, sostenidas en los imaginarios de justicia, igualdad y equidad, y la utopía de bienestar, desarrollo y modernidad, un mundo instituido de significaciones sociales (Castoriadis, 1975).

La fractura del tejido social que acompañó el proceso de modernización, el resquebrajamiento del modelo político democrático y las vicisitudes de la historia política reciente, cuestionan el carácter comunicacional, conversacional y dialógico de las representaciones de la democracia en el país, y destaca la

necesidad de analizar el impacto de los procesos de polarización y la ruptura del consenso en sociedades fracturadas por el conflicto.

Galam y Moscovici (1995), destacan los procesos de conformización, interacción y participación que determinan el consenso en formaciones colectivas caracterizadas por el intercambio de individuos iguales y autónomos, en procesos de participación que conducen a la polarización “real”. La extremización del consenso, entendido por la profundización de las divergencias a nivel intra-grupo, fortalece la identidad y compromiso grupal. Como se observa en los resultados obtenidos, la co-presencia de posiciones ideológicas y socio-económicas en el interior de cada grupo, más que fragilizar, sirve a fortalecer la diferenciación intergrupal, en especial en coyunturas

electorales cuando se agudiza la lucha entre mayorías y minorías. La heterogeneidad ideológica de cada sector, más que constituir un obstáculo a la cohesión minoritaria refuerza extremismos o radicalización de posturas y favorece la polarización provocando tensiones y distintas expresiones de violencia que dificultan la búsqueda de salidas pacíficas y democráticas a los

20 Según Esté (1994) tres grandes oleadas en la historia venezolana resultaron en dispersión y desintegración de sus comunidades y afectaron la conformación de la identidad social: la conquista española, la guerra de independencia y la irrupción industrial-p etrolera.

21 Quintero (2000) reporta cuatro momentos históricos de fragmentación social: 1830: año de constitución de la Republica, 1864, cuando se sanciona la Federación, 1899: Inicio de la centralización y 1945: Instauración del sistema de partidos.

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conflictos.

La “polarización del consenso” (Galam y Moscovici, 1995), que supone el debate y argumentaciones entre posiciones opuestas, herencia de la propuesta Habermasiana de una esfera pública autónoma y libre de coerción, encuentra sus límites en sociedades socavadas por la inequidad social y la crisis de la representatividad democrática, cuyo fin del consenso y de la “ilusión de armonía” (Naím y Piñango, 1984) expresan un síntoma crucial del estado de la sociedad.

Representaciones e imaginarios sociales en tiempos de transición: ¿El fin de la ilusión?

Asumir desde una perspectiva psicosocial el desafío cultural de la democracia, que ha devenido un sistema de creencias, una institución simbólica, consensual, sin alternativa viable (Moscovici, 1993b), exige tanto la comprensión de las causas estructurales de sus crisis y transiciones, como el análisis de un cierto número de factores históricos, culturales, económicos y políticos que intervienen en la re-construcción de sus imaginarios y representaciones.

El deterioro del modelo democrático durante medio siglo y la emergencia de un discurso de interpelación “democrático-popular”, en un escenario de

profunda dislocación y fragmentación del imaginario político en una sociedad marcada por la inequidad e impunidad, provocó una progresiva fractura en las prácticas simbólicas en Venezuela, generándose representaciones polémicas de

distintos sectores sociales en medio de una “lucha por el reconocimiento” (Honneth, 2000).

Los imaginarios y significaciones que sostienen a estas representaciones en un determinado complejo discursivo-ideológico, funcionan como un horizonte de luchas y confrontaciones sociales (Laclau, 1987). Este horizonte, fuente de conflicto, innovación y cambio, destaca las potencialidades de la influencia social minoritaria (Mugny y Pérez, 1986), es portador de nuevas significaciones capaces de transformar, desencadenar y posibilitar nuevos decursos de la acción

social y política en imaginarios sociales emergentes (Castoriadis, 1975).

La institución imaginaria de la sociedad, nos permite situarnos en el campo histórico-social para ¨cuestionar los objetos investidos hasta ahora, en función de un proceso reflexivo¨ que interrogue las preocupaciones fundamentales del mundo contemporáneo (Castoriadis, 2004, p. 123). La emergencia de esta ¨subjetividad reflexionante¨ donde la dimensión histórica ocupa lugar privilegiado, ofrece la oportunidad de interrogarnos: “¿Precisa la sociedad establecer a Otro para establecerse a sí misma (si es preciso inventarlo)? ” (Castoriadis, 2004, p. 217).

En una dinámica de polarización construida socialmente, donde el sí mismo

no se reconoce en el Otro, es urgente favorecer el proceso psicosocial de construcción de alteridad (Arruda, 1998), donde las imágenes del Otro, se

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constituyan en representaciones sociales en formas de resistencia a modelos hegemónicos que la niegan (Jovchelovitch, 1998).

La democracia, requiere del reconocimiento y diversidad de ese Otro en la construcción de lo común. Se trata de construir las condiciones simbólicas y reales para resignificar en Venezuela la democracia como proyecto inclusivo y sentido compartido. El imaginario de un Otro a reconstruir que transforme las representaciones de sí y el Otro, reivindicando imaginarios sociales y univ ersos simbólicos compartidos que permitan reconocer y procesar pacíficamente los conflictos y la profundización democrática (Lozada, 2011).

Esta construcción de lo común nos sitúa frente al desafío planteado a la

psicología social de reconocer los procesos políticos que se vienen sucediendo en América Latina, sus transiciones y sus crisis, así como los obstáculos objetivos y subjetivos a la profundización democrática en la región. Esto es, asumir el desafío ético de la alteridad que supone “hacerse cargo de la realidad” y responsabilizarse con el otro en la construcción de un mundo común. Es esa la ilusión que me alienta.

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“Conflicto y polarización en tiempos de revolución. Representaciones e imaginarios del otro en Venezuela” por


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