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Resumen
El presente texto argumenta que la psicología social original, perteneciente más bien a la dimensión de las humanidades y al orden de lo histórico estético, perdió su vocación y decayó como disciplina al institucionalizarse dentro de las universidades, donde quedó subordinada a la psicología o a la sociología, y reducida a ser una rama
de ellas.
Palabras Clave: psicología, sociología, universidades, institucionalización Abstract
This text argues that social psychology, originally closer to Arts rather than Science as a historical and aesthetical approach, lost its character and failed as a discipline from the momentit decided to makeits future within the institution of universities, where it was confined either to psychology or sociology departments, and thus being reduced to a sub discipline.
Key words: psychology, sociology, universities, institution
1 Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. Departamento de Psicología Social, Facultad de Psicología. Correo electrónico: pablof@unam.mx
Pablo Fernández Christlieb
Entre la vida yel mundo,entre unoy lo otro, entre el individuo y la sociedad, entre lo inmaterial y la materia, entre la mente y el cuerpo, entre la causa y el
efecto, entre a y b, y x y y, entre la psicología y la sociología hay abierta una brecha,unazona,unadimensiónquenoesni unacosani la otra, yqueno se puede explicar, ni siquiera decir, ni tan siquiera ponerle un nombre, pero que llena todo, incluso al lenguaje, incluso a x y y, y a la vida y el mundo; y al individuo yla sociedad: este es el objeto de la psicología social. Si ése no es, no
hayotro.Comoesazonanotienenada,loúnicoquetieneesforma,ycomo lo únicoquetieneesforma,esunobjetoestético,comolosdelarteolosde las caras de la gente. Si se observa bien, las creencias, los valores, los principios, los significados, y también la ética, son objetos estéticos.
Tal vez este sea el inicio de la psicología social, pero su conclusión ha sido
otra; yla palabra conclusión suele significar ala vez moraleja y terminación, es decir, que la moraleja esque la psicología social resultó un fracaso, que se puedeexpresar enunpar defrases que seoyen en los cursos de psicología
social, una, que “toda la psicología es social”, que se le oye decir sobre todo a los maestros, yla otra, queentonces“¿cuál esla diferencia conla sociología?”, que se le oye a los alumnos. Cuando se dice cualquiera de las dos quiere decir que no sirve para nada que exista una psicología social.
La belleza del conocimiento occidental se puede sintetizar en renglón y medio: dividió al mundo en dos para así tener dos cosas que unir, y que al tratar deunirlas se le apareciera enmedioel infinito y lo ilimitado; ygracias a ello
nunca se le acabará lo desconocido y así podrá seguir conociendo todo lo que quiera (en cambio la cultura oriental se quedó inmóvil en su mundo de una pieza). Losdos en los que lo dividió pueden ser, entre otros muchosmás, la mente y la materia, o el individuo y la sociedad. O la psicología y la sociología,
entendiendo por estas dos palabras, como lo hace Gilbert Simondon, todo lo que tenga que ver con las ciencias individuales por un lado, y todo lo que tenga que ver con las ciencias sociales por el otro, o sea, el conjunto de las ciencias humanas. Para el sentido común académico, que no puede decirse que sea un portento deteoría ni desutileza, conestas doscosas, sumándolas,el mundo ya
está definido y terminado, es decir, instituido e institucionalizado, porque le gustaencontrarle respuestasalas preguntas. Peropara unsentido común más sofisticado, digamos, de segundo orden, uno al que le gusta buscarle tres pies al gato, que le gusta encontrarle preguntas a las respuestas, capaz de volver a pensar el sentido común sin necesidad de salirse de él, entre lo psíquico y lo
social lo que queda no es nada, sino que lo que queda sí es algo: una zona imprecisa, inmedible, incuantificable, inverificable, que no está hecha de cosas ni de piezas ni de componentes, que nunca alcanza a tener nombre, que no es ni lo uno ni lo otro ni la suma ni la mezcla ni el promedio de lo uno y de lo otro, sino que es una zona tercera, la del sentido, una terceridad como la llamó
Peirce, quepodía inmejorablemente invocar también auna tercera ciencia que no fuera ni psicología ni sociología y que no fuera ni promedio ni suma ni
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puente ni bisagra ni guión ni flechita entre las dos. La psicología social, al parecer, como se le ocurrió a varios, a Charles Cooley por ejemplo, era la que
podía y debería dar cuenta de esa entidad etérea que por decirlo de algún modoes una especie de mente material o de materia mental, emocionantísima de intuir y concebir, como le habrá sucedido a algunos, desde George Herbert Meadhasta Kurt Lewin, desdeMuzafer Sherif hasta SergeMoscovici, no menos pero sobre todo no muchosmás,y es que comodecía Gilbert Simondon (en
Mesure & Savidan, 2006), “la realidad humana no es ni psíquica ni social, sino centralmente psicosocial” (p.1083), y por lo tanto, como asevera Pierre Moessinger (2008), “su situación intermedia entre la psicología y la sociología parecían prometerle un nivel propio” (p.56).
Sin embargo, la psicología social no logró hacer aquello que le tocaba,
porque en lugar de ponerse a inventar conocimiento lo único que le empezó a interesar fue sobrevivir, esto es, convertirse en una disciplina universitaria con lo cual ser aceptada y reconocida y por lo tanto mantenida, mantenida en la
acepción de conservada y en la acepción de que le dan de comer: prefirió alcanzar allegar al fin dela quincena quealcanzar la sabiduría, odicho en otras palabras, eligió institucionalizarse, lo cual implica entrar dentro de una clasificación oficial de las ciencias ya establecidas como psicología o sociología, y por obligación, entonces, aceptar alguno de sus objetos de estudio, o el
individuo o la sociedad, aunque poniéndole algún distintivo curioso y correcto para que se viera que tiene su chiste, o sea, dedicarse a la interacción, que suena bien, porque escomoun individuo pero quevive enunasociedad, y a partir deahí proceder aelaborar reportes y dar informesperiódicos que los demás pudieran decir que estaban bien. A cambio de esos deberes tendría un
departamento, más bien pequeño, eso sí con secretaria y archivero y toda la cosa, una modesta partida presupuestal nada del otro mundo, y ya después, como parte de sus prestaciones y otros estímulos, el permiso para formar asociaciones, organizar congresos, otorgarse premios mutuos y convencerse entre ellos de que su disciplina es muy especial, ceremonias todas estas muy
típicas de oficina.
Y por eso, a la psicología social, cuando solicitó su nicho en las universidades, la remitieron a las facultades de ciencias individuales, o de ciencias sociales, no como disciplina por derecho propio, sino como subdisciplina ya fuera de la psicología o de la sociología, acatando sus versiones de la realidad, sus unidades de análisis, sus métodos de estudio, su territorio disciplinar, sucampodetrabajo, susmanerasysusmodales,suvestimentay su
terminología. Poresotodavíahayunapsicología social psicológica o individual y una psicología social sociológica o social, dependiendo de dóndefue a parar, y por eso, ya sea de un modo o de otro, el aciago destino de la psicología social ha sido el de ser una ciencia bastante segundona, con perdón de la palabra.
Ivana Marková (en Moscovici & Marková, 2006), menciona que un reporte dela UNESCOelaborado enlos añoscincuenta, vio “la posición dela psicología
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social como particularmente difícil, ya que parecía estar unida en parte a la psicología y en parte a la sociología” (p.08). Según Moessinger (2008),
históricamente la mandaron a la psicología; según Immanuel Wallerstein (1995):
los llamados psicólogos sociales trataron efectivamente de permanecer en el campo de la ciencia social, pero en general la psicología social no tuvo éxito en el establecimiento de su propia autonomía institucional: en muchos casos sobrevivió comosubdisciplina de la sociología. (p.31)
Según la Marková (en Moscovici & Marková, 2006), “mientras que las organizaciones internacionales de ciencias sociales la colocaban junto a la sociología, en las instituciones de educación superior se encontraba más
frecuentemente en los departamentos de psicología” (p.8). Ysegún Simondon, en resumidas cuentas, la psicología social no fue capaz de “superar la separación de la psicología y la sociología porque no ha podido renunciar a un modo de pensamiento binario” (Guchet, 2010, p.17), y no ha sabido tener un pensamiento terciario ni muchomenosunitario. Losautores arriba citados son
una psicología social, un psicólogo, un sociólogo y un filósofo.
Una institución es un aparato de preservación de sí mismo y una máquina decrecer, yaquesupuestamentemientrasmásgrandeseamásdifícil esque se deshaga,lo cualnoesnecesariamentecierto, asíquealo mejoresmásbien una máquina deguardar poder, pero en todo caso tiende a absorber lo que se le
ponga enfrente y amoldarlo a su lógica y aclimatarlo a sus modo. Para lo que sea que lo haga, una institución universitaria lo que hace es que fija, rotula, marca, clasifica, legaliza, le cuelga una credencial a todo conocimiento que ingresa en ella, o que ella misma produzca, para que ya no piense, porque pensar, como decía Machado, es siempre pensar lo impensado y eso siempre
echatodo aperder porque esmuyincontrolable ypor endeatenta contra la institución.PoresoMoscovici(1982),enunaentrevistaquelehacenenlos años ochenta sobre el porvenir de la psicología social, dice que va a dejar de ser una ciencia de investigación y creación, y se va a convertir, por la vía de la ultraburocratización, en una ciencia de enseñanza y aplicación, o como dice
Ivana Marková (en Moscovici & Marková, 2006), siguiendo a Hegel, “las ideas crean instituciones, las instituciones asesinan ideas” (p.xvi).
La conclusión de la psicología social se puede ver en la siguiente anécdota con moraleja y terminación, o con terminación y moraleja: hay unlibro, firmado por Serge Moscovici e Ivana Marková que se titula La hechura de la psicología
social moderna, que se subtitula grandilocuentemente La historia oculta de cómo una ciencia social internacional fue creada, donde se habla de “el nacimiento de una nueva ciencia”. En este libro se cuenta la historia de la institucionalizacióndelapsicologíasocialamanosdeun“Comitéde psicología social transnacional” fundado en Estados Unidos, el cual se puso a contactar
psicólogos sociales de todas latitudes; de México, por ejemplo, fueron
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contactadosHéctorManuelCapello,RogelioDíazGuerreroyLuisLaraTapia. Se concluiría que tal empresa fue un éxito: por ejemplo, la ALAPSO (Asociación
latinoamericana de psicología social) proviene de ahí, y efectivamente, la AMEPSO (Asociación mexicana de psicología social) y la SOMEPSO (Sociedad mexicana de psicología social), fundadas por los contactados, tiene esa influencia. Moscovici estuvo activamente involucrado. La moraleja y la terminación esqueel éxito del Comitéesel fracaso dela psicología social: casi
todo el tiempo, su presidente fue Leon Festinger, el discípulo aventajado de Kurt Lewin; y un día de 1979, Festinger, activamente comprometido con la institucionalización de la psicología social, abruptamente, de un día para otro, cerró sulaboratorio ysemarchó,yseretiró dela psicología social porquese dio cuenta de que estaba equivocada, ya que, en primer lugar, mientras que la
especie humana tiene una fortísima inclinación a acumular cosas, como catedrales, libros o retratos, no existe sin embargo ninguna psicología de los objetos; en segundo lugar, mientras que la especie humana tiene fascinación porjugar, ruleta, futbol, muñecas,nohayunapsicología deljuego, y finalmente
otro extraño fenómeno es la cantidad de energía, trabajo y tiempo que le dedicamos a las actividades estéticas, decoración, color, artes visuales, música, danza, poesía, y no obstante no hay ni un cuerpo de conocimiento ni una teoría que podamos llamar una psicología de lo estético. (Festinger, 1983, p. x)
Poreso la abandonó.El mismoMoscovici, quien fue el último presidente de
este Comité (Moscovici y Marková, 2006, p.267), dejó finalmente de nombrarse psicólogosocial paradefinirse comoteórico del conocimiento.Algohabráen la psicologíasocialquequienmientrasmáslaconocemásse desencanta.
Ahora bien, también las doscosas enlas que se divide el mundopueden ser las ciencias de la cultura y las ciencias de la naturaleza, y visto desde esta perspectiva, parece que al final de cuentas la psicología y la sociología no son
cosas tan opuestas entre sí, ya que ambas están institucionalizadas dentro de las universidades, ylas universidadesmodernas,enrazón desupropia historia, tienen una versión del conocimiento tomada de las ciencias naturales, la concepción heredada como la llama Suppe, según la cual toda la realidad, la vida,el mundo,esnadamásyúnicamentenaturaleza, yporlo tanto tanto el
individuocomola sociedadsonunaespeciedefenómenonaturalque acontece, queacaece, y al cual hayque encontrarle sus leyes naturales, y por ello, la idea institucional de la psicología y de la sociología es que, si de veras quieren ser ciencias instituidas, institucionalizadas e institucionales, tienen que ser nomotéticas, esto es, productoras de leyes, bastante parecidas, por supuesto,
con la misma lógica, muya la kantiana, a las de la física, la newtoniana, la clásica, que es una ciencia mecánica. Por eso se entiende en las universidades la preponderancia, por una parte, de una psicología experimental o una
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psicofisiología, yporla otradeunasociologíapositivista, especie de ingeniería dela sociedad, porquequien quiera entrar enla universidad ytriunfar dentro de
la institución, tiene que producir este tipo de conocimiento, que es el del prestigioacadémico.Opuestoenotraspalabras,psicologíaysociologíano son lostrespiesdelgatodehaceratosinola mismagatarevolcadadehace mucho. Yentoncesparecequela oposición defondonoestá entrela psicología y la sociología que no son másque dos metodologías similares, sino entre dos
maneras de tocar el mundo, una estética y otra mecánica, la primera hecha de impresiones y sensaciones, deintuiciones y metáforas, dondenadaes exacto, todo es impreciso; y la segunda hecha de mediciones y clasificaciones, de verificaciones y definiciones, donde todo es puntual. La oposición está entre ver la vida como una unidad y ver la vida comofragmentos, entre un conocimiento
tembloroso yunconocimiento asegurado.Enefecto, la diferencia deverdad no es entre el individuo y la sociedad o entre la cultura y la naturaleza, sino entre alguien que al mirar el mundo todo lo integra en una unidad orgánica y sin fisuras, y alguien que al mirar el mundo todo lo separa en piezas aisladas. La distincióndefondoestáentreunconocimientoqueesunmododesery que
tienta, que tantea para ir averiguando de qué se trata la realidad, y un cuerpo oficial de legajos aprobados por las burocracias universitarias: entre un intento
de entender y los dictámenes de los funcionarios.
A este conocimiento tanteante y tembloroso acorde a la zona de en medio dela realidad quederepente ya noesuna terceridad sino queesotra vez la unidad del mundo, se le puede denominar conocimiento estético, no por bonito
sino porque lo que palpa, lo que piensa, lo que mira, lo que conoce, lo que encuentra,lo quebusca, lo queinventa, esunarealidad dondetodo forma parte de todo, no como mera frase para quedar bien, sino en serio, donde ni el individuo ni la menteni la materiani la sociedadni la psicología yano están
porque en rigor desde antes constituían una integridad total y unitaria que
nunca separa ni divide todo lo queforma parte de ella, incluyendo por supuesto al propio conocedor, a uno mismo, que no está desde fuera observando sino revuelto en lo que mira. La oposición es entre lo estético y lo nomotético, porque producir leyes siempre es institucionalizador, entre lo estético y lo institucional, entrelo estético ylo mecánico,porquelo mecánicoestáhecho de
piezas sueltas que aunque interactúen entre sí nunca pasan a formar parte del todo. Entreunconocimiento quenuncasabenadaaciencia cierta yuna ciencia cierta que siempre sabe todo, porque ya cerró el mundo. Entre lo interesante y lo interesado.
Lo estético no tiene contenido, sino forma; no tiene elementos sino
situaciones, no tiene datos sino impresiones, no tiene piezas sino ritmos, no tiene procedimientos sino intuiciones, no tiene causas ni tiene intenciones, sino analogías y parecidos. Notieneresultados sino narraciones, historias, relatos, crónicas, cuentos, descripciones, ensayos, ejemplos. Yel hechodeque ningún comité académico esté de acuerdo con esto significa, efectivamente, que lo
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estético no es institucional. Lo estético no puede pertenecer a las ciencias individuales ni a las ciencias sociales porque no puede pertenecer al
conocimiento institucional, porque si ingresa a él se destruye a sí mismo. Es cosa de preguntarle a la psicología social qué fue lo que le pasó: cuando la aceptaron los comités académicos en ese momento perdió su propio conocimiento y sus propias posibilidades. Lo único que le quedaba era ser una buenaoficinista. Nosevayaapensarqueestoesunacrítica ala psicología
social; nada más es un réquiem.
Yla psicologíasocialquecasinuncapudosereraunaestéticadelo social, y por esta razón se puede encontrar salpicada a lo largo del siglo XX la idea de unasociomorfología, quesería su equivalente, y quese refiere al conocimiento de la forma de lo social: Oswald Spengler (1918) se refiere a una “morfología histórica” (p.82). Eugenio D’Ors (1935) plantea una “morfología de la cultura”
(p.293); Henri Focillon (1845, citado por Bastide, 1971) habla de una “morfología” de la sociedad (p.57); Rudolf Arnhemim (1996), hablando de Heinrich Wölfflin, menciona una “morfología histórica” (p.143); y Jean Duvignaud(1979) propone“llamar sociomorfología delo imaginario al conjunto de las investigaciones diseminadas en las disciplinas –estética, historia,
psicología, filosofía, etc.- dondese encuentran adisgusto y comoexiliadas” (p. 187), y menciona, entre otros, a autores tales como Erwin Panofsky, Ignace Meyerson, Siegfried Giedion, Focillon o Lewis Mumford. Quien conozca a estos autores, sabrá de qué se trata; quien no los conozca pasará una bonita tarde averiguándolo.
Esta sociomorfología seencarga máso menosdeestudiar la manerade ser delo quetradicionalmentesehabíadenominadoespíritu, esaespeciede mente de la situación comocuando se habla del espíritu de la época, y que a partir del siglo XX se le denominó mentalidad, que es esa forma estructurada de ir pensando cualquier cosa que se piense en tal o cual situación, como cuando
Lévy-Brühl habla de la mentalidad primitiva. Ahorita, aquí, se le podría denominar una psicología estética de la situación social, pero en el mismo entendido que en todos los casos de que no se trata del nombre de una disciplina, sino que es la descripción deun modode conocimiento, al igual que, por ejemplo, los Estados Unidos de América no son el nombre de un país
(nombres de países son México, Francia, Cataluña), sino que se está describiendo a unos estados que están unidos y que están en América, o a una psicología que es estética y que estudia situaciones que son sociales. Y, así pues, una psicología estética de la situación social se emparenta menos, tiene menos en común, con la psicología social institucionalizada, la cual a su vez es más
bien prima hermana de la psicología cognitivo conductual y de la sociología máspositivista ycuantitativa, aunquela psicología social digaqueno, pero eso es parte de su discurso. En cambio, con quien se emparenta más y a quien se parece mejor es con la historia, con la literatura, con la psicología colectiva, con
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la filosofía y con las críticas, de cine, de arte y de la cultura, en especial de la cultura cotidiana.
Lahistoria, comodiceWallerstein (1995), pormásquesedediqueal estudio de las realidades sociales, habitualmente se ha negado a ser identificada con las ciencias sociales, y en general siempre está máscerca de las facultades de letras,
toda vez que ambas narran situaciones en donde si se le quita la narración se pierde el conocimiento. La psicología colectiva cuyos últimos libros datan de los añostreinta, el deCharlesBlondelylos deMauriceHalbwachs,sejuntó laboral, amistosa e instintivamente con los historiadores, como Marc Bloch o Lucien Febvre, ambos fundadores de eso que empezó a llamarse la historia de las
mentalidades (Burke, 1990); de hecho esta historia hablaba muy a menudo de una psicología colectiva, mientras que a la psicología colectiva frecuentemente sela llamabapsicología histórica, yesquesi derepente nopuede establecerse diferencia de la literatura con la historia, como asevera Hayden White (1987), tampococonla psicología colectiva, porqueentodasellasla formade describir
las situaciones es parte de las situaciones descritas, de modo que el objeto de estudio también radica en la manera en que se lo dice, y por eso, por ejemplo, Benedetto Croce podía afirmar que la historia es una ciencia estética. A la novela, por su parte, fácilmente se la puede entender como un conocimiento que entra en las formas de pensar y sentir de una situación dada y las expone
como si fueran una historia, es decir, contándolas. Y finalmente, todavía las facultades de filosofía son las facultades deletras, y, por cierto, lo que la gente todavía entiende por filosofía se mezcla grandemente con la literatura, en especial con los poemas y los ensayos; según la gente, los filósofos son “escritores”, y los escritores son “filósofos”. O tal vez la mejor prueba es que
cuando la filosofía se institucionalizó como una epistemología científica, descalificó con sobradez a todala tradición filosófica, Hegel, Nietzsche, Husserl,
porser puraliteratura, yenefecto, esoes: literatura pura. Poresoalos filósofos lesdanpremioNobeldeliteratura, Russell,Bergson,Sartre(yaqueloreciban es cosa suya).
Sería mentira decir que la gente lee filosofía, pero no que se hace las mismas preguntas (como, verbigracia, la que se hace Camus, que es escritor:
¿por qué no nos suicidamos?), pero sí efectivamente lee –cuando lee, porque leer ya pertenece al sentido común de segundo orden- novelas, ensayos, poemas y críticas, que ciertamente están escritos para que los lea la gente – cosa
que nunca se podrá decir dela ciencia-; y tampoco sería vedad quelee historia, pero le gusta que se la cuenten, lo cual quiere decir que estos conocimientos genuinamente pertenecen a la cultura y no a las instituciones. Y casualmente, tales conocimientos corresponden a lo que la UNESCO clasifica como Humanidades(Moessinger, 2008), que son las que, para que mejor se entienda,
a últimas fechas les estorban a los tecnócratas universitarios, que preferirían desaparecerlas, porque no son ciencias naturales ni sociales, ni nomotéticas, y según ellos no sirven para nada, porque nadie se vuelve rico estudiando
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humanidades. Si la psicología social hubiera elegido acercarse mejor a las humanidades,sería hoyunadisciplina muydistinta, menosmetodológicay más
filosófica, histórica y literaria. Por todo esto puede notarse que múltiples psicólogos, psicólogos sociales, sociólogos, antropólogos, politólogos, economistas, geógrafos o jurisconsultos que se sienten apretujados en los cartabonesdesudisciplina, visitan conalegría traviesa, comodeniño de pinta, es decir “sin escuela”, estos tipos de conocimiento que son menos probados
pero más significativos, que se encuentran en libros desescolarizados como los de Bachelard, de Baudrillard, de Virilio, de Morris Berman, de Marshall Berman, de Octavio Paz, de Richard Sennett o de Peter Sloterdijk, que no son disciplinarios ni multidisciplinarios ni interdisciplinarios, sino desdisciplinarios.
Si una psicología estética de las situaciones sociales se quisiera volver una
disciplina institucionalizada paraasíestarmássegurayduradera,lo que harían conellaenlasuniversidadesseríameterlaenunaoficina,ponerleunletrerito en la puerta, nombrarle un jefe antes que nada, solicitarle su plan de estudios
incluyendo objetivos, mecanismos de evaluación y bibliografía, exigirle sus prácticas de intervención en la comunidad para que demuestre para qué sirve, preguntarle enquédepartamentoquiere estar, enel quequieraperoque se decida, aconsejándole que en el de sociología porque en el de psicología ya le ganó el lugar una ciencia que se llama psicología social, y recordándole como
quien no quiere la cosa que debe hacer lo que se le indique. Por eso el psicoanálisis no quiso entrar a las universidades. Pero esto le sucedió, por ejemplo, a la teoría de las representaciones sociales o a los métodos cualitativos que,comosesabe,actualmentesontodounéxito, vacío, peroéxito. En cambio, al parecer, la psicología social construccionista (Gergen, 1994), estuvo redactada
expresamente para no poder ser institucionalizada, y por eso nunca acabó de cuajar dentro de la disciplina, y en este mismísimo sentido, el socioconstruccionismo de TomásIbáñez planteó alguna vez que el objetivo de la psicología social era acabar con la psicología social. Odicho al revés, el trabajo pendiente de la psicología social es fundar la psicología social, porque
no lo ha hecho.
En suma, hay un modo de conocimiento –que pudo haber sido el de la psicología social– que no puede disciplinarse, es decir intitucionalizarse, porque el solo hecho de hacerlo lo deshace por la vía del acartonamiento (como le sucedió a la teoría de la gestalt), y que para conservarse tiene que mantenerse desdisciplinado, y si lo apuran, indisciplinado, toda vez que se trata de un conocimiento que no admiten las administraciones de las universidades y que
no está permitido dentro de sus oficinas.
Pero siempre quedan los pasillos, aunque a veces también los quieran controlar los funcionarios, como cuando se prohíbe pegar carteles o avisos en los corredores si no están debidamente autorizados por los administradores (y los quitan inmediatamente), o cuando hay que pedir permiso para utilizar la explanada para hacer una reunión (y si no les desconectan el sonido). Pero de
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todos modos quedan los pasillos, para hablar de muchas cosas, y entre ellas, para discutir el conocimiento sin preguntar dequéciencia eseso y para qué les
va a servir cuando sean grandes, y quedan las escaleras principales que tan despreocupadamente sirven para sentarse y contemplar el día; y las bibliotecas, y las cafeterías. Y quedan los estudiantes, esos seres no institucionalizados que todavía quieren imaginar la realidad toda junta y pertenecer al mundo y no nada más a un departamento, y a los que todavía les interesa el conocimiento
porque es interesante y no porque vaya a venir en el examen.
En efecto, las universidades, sobre todo las públicas, las que no tienen dueño,yquelo quedebenselo debenala genteynoalosdueños,apesar de todo, todavía siguen siendo la mejor institución creada por la sociedad, cuyo mejor momento en toda su historia parece haber sido el de la segunda mitad del siglo XX, en la época del estado de bienestar, cuando la libertad de cátedra
ydeinvestigación estuvogarantizada notanto porunadeclaración escrita sino por un empleo permanente, y siguen siendo el lugar del privilegio del pensamiento, porque las universidades no obstante todavía tienen muchos lugares inmunes a la institucionalización, donde hasta se puede fumar y se puede elaborar un conocimiento absorbente, implicado, comprometido, no
separadodela vidanidela bellezanidela sociedadyporelcualvalela pena levantarseenlasmañanasparair ala escuela, ydesdedondesepuede proteger a la universidad de sus propias institucionalizaciones, porque, ciertamente, hay quedefenderalasuniversidadesdeellasmismas.Solamentehayque distinguir muy bien a los pasillos de las oficinas: los gatos de tres pies están en los
pasillos, los cuadrúpedos en las oficinas. Y los gatos encerrados están por todas partes.
REFERENCIAS
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“La conclusión de la psicología social” por

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