Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 2017 ISSN 2448- 7317
Reseña: Fernández Christlieb, P. (2016). La función de las terrazas. México: Editoras los miércoles.
Jorge Mendoza García 1
La vida cotidiana y sus menesteres, sus vicisitudes, sus andares, sus sensaciones, sus emociones y sus pensamientos. Esos son los objetos de reflexión de Pablo Fernández Christlieb en este tercer libro de ensayos psicosociales sobre la cultura cotidiana. Los anteriores, Lavelocidaddelasbicicletas(2005) y Laformade los
miércoles(2009), dan cuenta de otros tantos aspectos de la vida en sociedad. En este caso, se abordan temas como la gente y sus estilos, los tímidos, las mamás, los creativos, los sangrones, las mujeres y los demás, los amargados, los aprovechados, la gente de domingo y la señorita Gómez. Asimismo, las formas de la vida en sociedad: los lujos, el manejar, el aventar, la gastronomía, el Teletón, las etimologías, el Twitter, las celebraciones, los alivios, los ejemplos, el alma y,
por supuesto, el humor. Ensaya sobre los objetos, como las plantitas, la ropa vieja, los accesorios, el periódico, los muebles, la navaja suiza, los regalos y las cosas de mano. Interpreta y disecciona ciertos transportes como las rueditas, las ambulancias, los triciclos de carga y los aviones. Los sitios también los revisit a,
tales como las terrazas, el Metro, los cementerios, el barrio, los cines, los museos y la Ciudad de México. Los personajes no podían quedarse fuera, como Santa Claus, los oficinistas y el propio Scrooge.
Pablo Fernández Christlieb es un psicólogo social (colectivo, le gusta acentuar, pues abreva de una perspectiva proveniente del siglo XIX, antes que esta psicología se volviera cientificista), y desde esa posición fabrica ideas, desde esa perspectiva teoriza. Lo ha hecho en libros comoLapsicologíacolectivaun fin desiglomástarde, Laafectividadcolectiva, Lasociedadmentaly Elconcepto de psicologíacolectiva, en los que conceptualiza la disciplina y analiza e interpreta a la sociedad. Todos ellos tienen una característica: son para especialistas en la
materia o en ciencias sociales, muestra de esto son las abultadas bibliografías que contienen sus escritos, que provienen de diversas disciplinas y siglos.
No es el caso del libro que se reseña en esta ocasión, pues éste está hecho, sí, con la misma perspectiva de la psicología social, pero a manera de ensayos , una colección de textos que ha publicado en diversos periódicos y revistas, y que tienen la virtud de no estar dirigidos a un público de especialistas, sino a la gente
1 Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional. Correo electrónico: jorgeuk@unam.mx
Jorge Mendoza García
que en la calle algo lee: el periódico, las revistas, los anuncios… y que viaja en el Metro, en el taxi, en el Metrobús o que se encuentra en la banca de un parque o tomando café. No es un lenguaje técnico al que recurre, no es una escritura acartonada de revista que sólo leen los colegas; se trata, más bien, de una pluma ligera, audaz, amable, en ocasiones agria, de fácil lectura: son textos hechos para
ser leídos, comprendidos y disfruta dos.
En este libro la gente, sus formas de andar, los objetos, los transportes, los sitios y los personajes constituyen ese recipiente donde se ancla la cultura cotidiana; y es la mirada psicosocial la que interpreta. En efecto, la psicología social es la perspectiva desde donde se analiza esta cultura de a diario, pues es
en la cotidianidad donde se va dando forma y sentido a la realidad social en que estamos inmersos. Fuera del individualismo y de los esencialismos, el autor nos va narrando las agrupaciones, el barrio, la ciudad; nos va introduciendo en los estilos de la gente, lo mismo gracias —como ser tímido—, que desgracias — como ser aprovechado. En el primer caso, el tímido “es aquel al que se le ocurre una respuesta buenísima tres cuartos de hora después de que debió haberla dicho, la cual memoriza para la próxima vez”, y que después la dice en una situación que ya no tiene caso. En el segundo caso, nos dice que los aprovechados son esas personas que no rompen legalidad y prohibición alguna, pero que, en cambio , sacan provecho al máximo de las situaciones donde se colocan: hacen las cosas como no queriendo, están en primera fila, están donde pasan los bocadillos, se hacen patos con la cuenta, piden lo más caro, no cooperan y se ofenden si se les reclama, toda vez que no están haciendo algo prohibido.
Y en este mundo tan actual y moderno, tan profesional, no podían faltar las mamás, esas profesionales que saben de alimentos, estimulación temprana, que
leen revistas especializadas para que sus hijos sean índigos, superdotados o genios, que emplean frases célebres y prefieren el alimento sano y actividades extracurriculares para sus hijos, según lo dictado por la nutrióloga o astrólogo en turno, que hablan de tiempo de calidad para dedicarlo al desarrollo de habilidades de los niños, a quienes llevan a escuelas donde les puedan descubrir al talentoso que llevan dentro. No son las madres de siempre, que preparaban sopa con menudencias de pollo, pues hoy día esas mamás usan tecnicismos para mostrar que son muy profundas. Acordes con este tiempo de hipermodernidad, igualmente encontramos seres empaquetando ocurrencias que trafican com o ideas y las ponen en un Twitter, que es ya la unidad del pensamiento y el conocimiento: frases, aforismos, citas y “otras cápsulas que son como shots de
comprensión, revigorizantes, donde para saber ya no se requiere tragarse libros completitos como antes” y “lo que tiene en común toda la sabiduría encapsulada en ciento cuarenta caracteres de la cultura contemporánea es que las citas son, en primer lugar, refritos… en segundo lugar, son abstractas, o sea, parece que
dicen algo pero no dicen nada… y en tercer lugar, siempre son las mismas, copiadas y requetecopiadas recíprocamente de los mismos diccionarios, programas de radio, páginas de Internet; verbigracia, ´sé tú mismo; el mundo
Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 201 7
135
Jorge Mendoza García
rinde culto a la originalidad’”, aunque casi siempre se corre el riesgo de, como mamá profesional, no saber de dónde vienen las palabras y citas que usan, y así le endosan a “Eisntein” lo que dijo “Eisenberg”, y hasta la cita está mal.
Y así como hay formas y estilos de las personas, hay espacios que conforman la vida en común, por ejemplo, los barrios, esa estructura de la sociedad que
contiene acuerdos sólidos y duraderos, donde se convive entre conocidos y desconocidos (de los que no se sabe el nombre, pero se les ha visto), y el trato es con cierto decoro, en especial con las doñas: en el barrio se ejerce la comunidad con desconocidos, lo que constituye un fundamento de la civilización: “Puede que la familia sea la célula, pero el barrio es la mónada de la sociedad”, afirma el autor.
Y así como hay un barrio, hay un antibarrio, un sitio que oprime y en el que, superficialmente, se goza y se satura, por caso los cines. Sintéticamente: “Un cine es un lugar donde se comen palomitas: sólo así se explica que la gente las coma únicamente ahí”. Se creyó que provenían de los teatros, para darles cierto aire intelectual, pero en realidad provienen de las ferias y kermeses, que es donde también se venden y comen palomitas: “La idea de comer mientras se ve una película se debe a que la forma de comerlas siempre debe ser con un aire de estar atendiendo a otras cosas” .
Lafuncióndelasterrazasnos va llevando en un recorrido por la ciudad, por las calles, por los cuerpo, las manos, el alma, eso que está entre el cuerpo y la ropa, por las cosas que usamos, como el paraguas, esas cosas que hacemos, sentarnos y departir, o por esas formas que cobramos (que algunos llaman estados de ánimo), como ser amargados y burlarnos de las buenas formas, o esos olvidos del espíritu de bondad que tenía Scrooge, antítesis del tan publicitado “espíritu de la navidad”, que es mera farsa y puesta en escena de una sociedad
hipócrita, donde los ricos regalan migajas y lloran durante dos minutos por los minusválidos que aparecen en el Teletón. En fin.
Los ensayos que el autor nos entrega gozan de cierto humor, que, por cierto, hay uno sobre el tema. Mientras la seriedad es un método que intenta controlar los hechos tipo naturaleza, como la producción, la economía y el poder, el humor sabe que la cultura se vive y se deja discurrir como las conversaciones y las caminatas: quienes tienen sentido del humor logran palpar la lentitud que corre por la vida social, una especie de pensamiento de largo aliento, ese ritmo que tiene de trasfondo la vida en sociedad, ritmo que permitió ir edificando esta cultura que se forjó tras siglos de ensayos y aciertos. De ahí que se requiera paciencia para dar cuenta de lo que va sucediendo en este país. Que es
justamente lo que tiene el autor: paciencia y mirada de psicólogo colectivo que escarba en el fondo de los sucesos y de la gente.
Lafuncióndelasterrazasgoza de una pluma cordial, es accesible en su hechura y en sus temas, y bien puede degustarse en una terraza, café y cigarro
de por medio. La gente de a pie ahí se encontrará y, quizás, hasta sonreirá. Nota: El libro contiene está dedicatoria: “A la señorita Gómez”. El último ensayo se titula: “La señorita Gómez”, e inicia así: “La señorita Gómez no existe” .
Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 201 7
136
Jorge Mendoza García
Pero cuando uno lee el ensayo sobre la señorita Gómez se percata de que sí existe: que nos hemos topado con ella en el elevador, la hemos visto tomar el taxi, la hemos visto en una oficina, nos la hemos encontrado comiendo en un restaurante o la hemos visto caminar correctamente con sus zapatillas por la calle Madero del Centro Histórico de la Ciudad de México.
Reseña: Fernández Christlieb, P. (2016). Lafuncióndelasterrazas. México: Editoras los miércoles, de Jorge Mendoza García se distribuye bajo una Licencia Creative Commons

Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional .
137
Revista SOMEPSO vol.2, núm.1-2, enero-diciembre, 201 7