Revista SOMEPSO Vol.4, núm.1, enero-junio (2019) ISSN 2448- 7317

FRANZ KAFKA, ESA OTRA LUZ

Gregorio Iglesias Sahagún 1

Sección: Disertaciones Recibido: 04/03/2019 Aceptado: 25/07/2019 Publicado: 29 /07/2019

Mimododevidaestáorganizadoúnicamenteenfuncióndela escritura…

Franz Kafka, un autor cuya literatura ha motivado, y me parece que el efecto continuará por más tiempo, un abundante número de páginas consistentes en comentarios, análisis, glosas, críticas, tesis de grado, etc. Su fama, como el transcurso de su vida, irradió sin prisa, pero sin pausa. Al principio, en la década de 1920, alcanzó apenas a un pequeño círculo de lectores iniciados en lengua alemana, siendo hasta el siguiente decenio que André Breton y el grupo del Minotauro lo introdujeron en Francia, donde unos años más tarde las plumas de Sartre y Camus le procuraron un nuevo impulso. Posteriormente su obra se recibió también en Inglaterra, Estados Unidos y América Latina. Lo que son las

cosas, el alemán, la lengua de su escritura, constituyó para Kafka el viaducto que le sacó del suelo en que está enraizada su genealogía. Antes de que el conjunto de su obra se hubiese publicado en checo, ni aún en la linguaoriginale,el alemán, la literatura de Kafka había conseguido ya, a la memoria de su autor, el dudoso privilegio de trocar en adjetivo su nombre. Lo Kafkiano/na, recoge el diccionario de la Real Academia2: 1. adj. Perteneciente o relativo a Franz Kafka o a su obra. Lasnovelaskafkianas, 2. Con rasgos característicos de la obra de este escritor checo. Unavisióndelmundomuykafkiana, 3. Dicho de una situación: Absurda, angustiosa. Adviértase que la adjetivación recae, por cierto, en el nombre del padre. ¿Un guiño póstumo a HerrKafka?, ¿una singular como afilada posdata a la carta que el hijo escribió para no entregar al padre? 3

1 Profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro. Correo electrónico:

gregossip@gmail.com

2 Real Academia Española. (2001). Diccionariodelalengua española (22.ªed). Consultado en:

http://www.rae.es/rae.html

3 En 1919 Kafka hace un ejercicio reflexivo sobre el vínculo entre él y su padre. Se trata de un documento conmovedor y, en algunos pasajes, de estremecedora franqueza. Nunca se lo entregó a Herrman Kafka, su padre, y de manera póstuma se publicó con el título de Cartaal padre.

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Una de las versiones acerca de tal avatar es ésta: en una carta dirigida a su

amigo John Davenport, el inglés Malcolm Lowry, quien desde 1938 se paseaba entre la ciudad de México y el sur del país le cuenta: <<“desde que estoy aquí he estado tres veces en la cárcel (…) dondequiera que voy soy perseguido, y aún ahora mientras te escribo, no menos de cinco policías me vigilan (…) Es la perfecta situación kafkiana, pero me disculparás si ya no la considero divertida”. Y en otra, fechada en 1940 prosigue su corresponsalía: “En México fui arrojado por un tiempo en un ruin cautiverio, como espía, por unos fascistas en Oaxaca (por equivocación, buscaban a otro hombre. Así fue como empezó: él era amigo mío, muy sobrio y comunista, y no podían creer, porque él estaba siempre sobrio, que fuese un agitador, y por lo tanto pensaron que debía de ser yo, que no estaba sobrio, pero, sin embargo, no era ni un agitador ni un comunista.”>>4. Este es,

pues, uno de los primeros rastros de la invención del adjetivo ‘kafkiano’.

En cuanto al trabajo del escritor bohemio, fue hasta 1957, a veintitrés años de su muerte, que aparecieron las primeras ediciones checas en Praga5, la ciudad que Kafka nunca abandonó y en cuyo futuro dejó prendido su nombre. A la inversa que el individuo, su prosa sí describe un periplo que alcanza las geografías de lejanas tierras y continentes para, sólo más tarde, poder ser leída y pronunciada con el sonido y la cadencia de la lengua que también, a muy corta distancia o ninguna, envolvió durante su vida a Franz Kafka. Finalmente hay que decir que, a la fecha, circulan ediciones de la obra kafkiana en ruso, chino, japonés,

árabe, hebreo, griego, italiano, portugués y las diferentes lenguas nórdicas; es

decir, que puede tener lectores en el mundo entero. Este último lapso ciertamente más acelerado de la irradiación de sus obras sería inconcebible sin la capacidad

instalada de la sociedad de masas industrial, y particularmente sin la vertiginosa consolidación de la industria cultural y el merchandisingde las letras. Sus tres grandes novelas, El Proceso, América y El castillo, así como el relato La metamorfosishan sido llevadas al teatro y al cine, algunas de ellas por más de una ocasión. Podemos decir que, a cincuenta años de su muerte, a mediados de los setenta del siglo XX, las condiciones de difusión y recepción de su obra lo habían convertido ya en un clásico indiscutible, autor de culto. Por supuesto no faltaron las consideraciones sobre Kafka como escritor oscuro, críptico, místico y alguna otra lindeza. Por ejemplo, en 1946 el semanario comunista Action realizó una encuesta bajo la pregunta capital <<¿Quemar a Kafka?>>; la iniciativa desató protestas, ciertamente, ante lo cual los del semanario salieron con que se trataba de “quemar a Kafka en los corazones”, frente a lo que, irónico, se preguntó Roger

Caillois (1988) “¿por qué no nos lo habrán dicho antes?”.

4 NOTICIAS. Voz e imagen de Oaxaca, 14 de Marzo de 2005; http://www.noticias - oax.com.mx/articulos.php?id_sec=3&id_art=28726&id_ejemplar=703

5 Praga era la capital del reino de Bohemia, en la época que vivió Franz Kafka se puede decir que el estatuto de la ciudad era el de una importante capital de provincia, toda vez que la dignidad de capital del imperio le correspondía a Viena.

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En cualquier caso, y ateniéndonos a la consideración de que un clásico es

aquella obra o autor de quien “todo el mundo habla, cita, comenta”, mientras que sólo un improbable reducido porcentaje lo ha, efectivamente, leído, pues entonces Kafka, y sus obras más conocidas, cumplen con creces la condición. Como sugiere George Steiner: “Son incontables quienes sin haberla leído, e incluso sin haber visto sus versiones teatrales, cinematográficas o televisivas conocen sus grandes temas y sus situaciones (…) Kafka se ha vuelto un adjetivo. En más de un centenar de lenguas el epíteto kafkiano se relaciona con las imágenes centrales, con las constantes de inhumanidad y absurdidad de nuestro tiempo” (Steiner citado en Lowy, 2007, p.131).

Así, pues, el volumen de páginas que estudiosos y críticos han escrito sobre el autor y su obra debe ser tal que cabe preguntarse, como hace Michael Löwy

(2007), en las primeras líneas de su libro recientemente editado en castellano “¿Puede aún decirse algo nuevo sobre Kafka?“ Löwy, apuesta que sí, y a ello empeña su propio trabajo. Distingue este sociólogo brasileño seis grandes corrientes de lectura para los trabajos de Kafka: 1) las estrictamente literarias, que concentradas en el texto omiten el contexto, 2) las biográficas, psicológicas y psicoanalíticas, 3) las teológicas, metafísicas y religiosas, 4) las que adoptan el enfoque de la identidad judía, 5) las sociopolíticas, corriente en la que Löwy inscribe su contribución y 6) las posmodernas. Como puede verse en términos de este inventario, las corrientes de interpretación al texto kafkiano obedecen a una

o un rango de plantillas de lectura correspondientes. A horizontes de significado,

suficientemente delineados, desde y con los cuales su escritura habría querido significar distintas cosas por sus respectivas (distintas) causas, razones y aún

motivos.

Ahora bien, quiero adelantar dos advertencias, primero, que se podrán seguir encontrando nuevas cosas para decir de Kafka y su obra en la medida en que nos aproximemos a él con nuevas plantillas de lectura. Porque un texto literario no agota su sentido en las palabras que lo constituyen, sino, en todo caso, ese límite depende de su capacidad para provocar y dilatar la interlocución, para extender el tejido de la charla. Y dos, esas seis corrientes de interpretación del autor y su literatura, con sus aciertos e infortunios, con las rosas y espinas que, sin duda, en cada una de ellas es esperable encontrar, avanzan, osadas, por estrecho sendero. De un lado la pared vertical de la escritura de Kafka y del otro el despeñadero de las “causas únicas, primeras, fundamentales, absolutas”. No resto méritos a ninguno de los afanes en cualquiera de las seis aproximaciones; aunque por

supuesto tengo predilecciones. Sí quiero señalar, en cambio, lo que me parece como un latente riesgo de ensimismamiento para los respectivos cánones de crítica. Se trata de una suerte de inercia, de un factor tendencial que, en un descuido, puede desbarrancarnos por la rampa de frenado. Caso en el cual nos hallaremos detenidos, atascados, sólo nos quedará encontrar el paisaje fijo y acaso inmóvil de nuestra perspectiva, de nuestro enfoque, es decir, de nuestra

rejilla de lectura, sea esta la de la identidad judía, la teoría psicoanalítica o la

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marxiana, o la de alguna teología o metafísica. Insisto en que con esto no

descalifico, por principio, a ninguna corriente de interpretación de la obra kafkiana. Lo que busco es, simplemente, poner de relieve la condición ensimismada en la que puede caer cualquiera de las corrientes de crítica, cuando desaparecen los muchos bajo el uno. Quiero decir, cuando la incertidumbre constitutiva de lo diverso, cuando los contrastes y contradicciones que toda genuina pluralidad supone, resultan relevados y subsumidos por discursos que, en busca de certeza, definiciones y funcionalidad del sentido, van reduciendo su apreciación del mundo y las experiencias a la monótona claridad de sus propios sistemáticos presupuestos.

Como se puede juzgar por lo hasta aquí planteado, el autor que nos convoca en estas páginas no deja mucho, o ninguno, lugar a dudas en cuanto a lo vano

que resultaría cualquier intento que, en aras de explicar el sentido, razón y motivaciones de su prosa, se ostentase portador de la teoría, el sistema o la ideología adecuadas. Avancemos pues a la presentación de nuestro original e interesantísimo pensador, haciendo primeramente la exposición del marco histórico que condicionó su existencia y la descripción, no exhaustiva, de su obra.

Rasgos de su circunstancia. Familia, formación y ejercicio profesional y contexto cultural

Nació en Praga el 3 de Julio de 1883, hijo de Herrmann Kafka y de Julia Löwy. El matrimonio Kafka-Löwy tuvo seis hijos de los que Franz fue el primogénito, le siguieron dos hermanos que murieron a temprana edad, de dos años y seis meses

respectivamente. Kafka, pues, creció y convivió con tres hermanas, Elli, Valli y Ottla, nacidas en ese orden. Los hijos del matrimonio Kafka se educaron en escuelas alemanas, si bien sólo Franz concluyó los estudios universitarios obteniendo el grado de Doctor en Derecho en 1906. Es un dato interesante el consignado por Wagenbach (1970), en los meses previos al examen de doctorado, la Facultad asignó como <<promotor>> del estudiante Franz Kafka al sociólogo Alfred Weber, que poco tiempo antes había sido requerido para ocupar la cátedra de Economía Política en la Universidad alemana de Praga; p or lo demás, como se sabe, Alfred era hermano, cuatro años más joven, del más célebre, Max Weber.

Una vez graduado, Kafka hubo de completar un año de <<prácticas judiciales>> en los tribunales. Esto, como recurso de formación complementaria

para el ejercicio de la profesión y como medida previsora, puesto que tales prácticas eran requisito para los juristas al servicio del Estado. Al año siguiente, a la edad de veinticuatro, ingresó como auxiliar administrativo en la compañía de seguros <<AssicurazioniGenerali>>en la que se desempeñaría por sólo nueve meses. Dos semanas después entró en la <<Compañía de Seguros de Accidentes de Trabajo del Reino de Bohemia>>, en cuyo consejo de administración

participaba el padre de Félix Pribram, un antiguo compañero del Bachillerato, y

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en la que permaneció hasta su jubilación anticipada, en 1922, dos años antes de

su muerte acaecida el 3 de junio de 1924, un mes escaso antes de cumplir cuarenta y un años.

La vida de Franz Kafka transcurrió en el cabal ocaso del Imperio Austrohúngaro, según la datación hecha por Herman Broch quien señaló el año de 1880 como el inicio del “alegre Apocalipsis” que abatió el imperio (Pérez Gay, 1991). Institucionalmente, el dominio austro-húngaro se había establecido en realidad a mediados del mismo siglo XIX, cuando el expansionismo austriaco sufrió algunos reveses por el flanco de Europa occidental. Así las cosas, la dinastía de los Habsburgo, que venían rigiendo los destinos de Austria desde el siglo XIII, reviró hacia el oriente y, como desplante estratégico, se estableció la Monarquía dual con Hungría, aunque Austria conservó la hegemonía del nuevo régimen. Una

hegemonía que a principios del s. XX se ejercía sobre “ocho millones de alemanes, dieciséis de eslavos, seis de italianos, dos millones de judíos y doscientos mil gitanos” (Pérez Gay, 1991). La unidad política, administrativa y comercial del experimento imperial austrohúngaro terminó con el final de la primera guerra mundial en 1918.

Esa circunstancia, como no podría ser de otro modo, trae lo suyo, por ejemplo, en lo que concierne a la filiación identitaria, noción tan en boga hoy día, de nuestro autor. Su condición civil según oficio administrativo debió ser la de “súbdito del Imperio de Austria-Hungría”, mientras que empleando un criterio

más próximo a lo que ahora entendemos por nacionalidad, podemos decir que

Kafka era bohemio. En efecto no sólo él, sino también sus padres y abuelos habían nacido y vivido en el territorio del reino de Bohemia6, cuya capital era Praga.

Ahora bien, considerando la hegemonía que la corona de Austria venía ejerciendo sobre aquellas regiones desde siglos atrás, se dieron las condiciones para que, sobre todo en las capitales importantes como lo era Praga, se estableciera como lengua culta y oficial el alemán, que convivía así con la(s) lengua(s) vernáculas, en el caso de Bohemia el checo. Pues bien, el matrimonio de los Kafka-Löwy, que formaban parte de la pequeña burguesía comercial ascendente, encaminaron a sus hijos por escuelas, institutos y en el caso de Franz, universidad alemanes. Sólo que hay más, no se trataba solamente de burguesía local, advenediza, tanto a la ciudad capital como a la lengua de la cultura y las instituciones, sino que los Kafka –Löwy son de tradición religiosa judía. Así, pues, la experiencia de la pareja y sobre todo de sus hijos, no se redujo a simple bilingüismo sino a un proceso de asimilación a la cultura dominante. “En la lengua también viaja el imperio” escribió

hace cinco siglos de Nebrija, y el México de hoy, pongamos por caso, es también consecuencia de aquel viaje. No sabemos el grado de importancia que esa condición de asimilados haya tenido, si es que la tuvo, para motivar el temprano alejamiento y la posterior indiferencia del judaísmo devoto y ritualista por parte del joven Kafka, lo que sabemos es que así ocurrió. Aspecto a destacar también

6 Finalizada la primera guerra mundial lo que había sido el territorio del Bohemia pasó a ser Checoslovaquia.

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es la relación difícil, acaso tormentosa de Kafka con su padre, se trataba de dos

caracteres muy distintos, y hasta se podría decir opuestos, el padre era una especie de los modelos que suelen ofrecerse en las películas de self-mademan , que desde su temprana juventud hubo de dejar su hogar en la provincia para aventurarse en la conquista del diario sustento, se hizo comerciante y se estableció en la capital, Praga, donde se vio favorecido por la relación y posterior matrimonio con Julia Löwy, hija de una familia acomodada y sobre todo instruida, culta. El propio Kafka en un pasaje de su correspondencia caracteriza a su ascendencia paterna con las siguientes palabras: “la energía vital, el gusto por los negocios y la voluntad de conquista”, mientras que de su rama materna refiere la “sensibilidad, sentido de justicia, desasosiego” (Wagenbach, 1970).

Otro aspecto a tomar en cuenta, es ciertamente más difuso que el de sus

condicionamientos familiares, llamémoslo el entorno histórico-social. Lo que varios estudiosos han resaltado es la atmósfera crepuscular en la vida y la cultura de las sociedades de Europa central y oriental a fines del XIX. Una nueva forma de las cosas, las relaciones, los procedimientos y en general las ideas que despunta por múltiples frentes en la vida de las sociedades o puja por hacerlo. Una luz que se proyectaba sobre el mundo de la cultura y las instituciones y que habría ido revelando lo vetusto, caduco e inviable de la organización y administración imperial austriaca. En esa atmósfera general creció y se formó Franz Kafka. Etapa de transición, como los crepúsculos. Eso, que está llegando y

desplaza a lo que había, recibe el nombre genérico de ‘modernización’. No es que

la modernización fuese un proceso exclusivo de la vasta geografía europea centro-oriental, sino que recorría, como algún otro fantasma, aunque de modo

más eficaz, el mundo. Los signos positivos de ese proceso eran el progreso técnico, industrial y administrativo, el incremento de la eficiencia en los distintos órdenes de la vida. Y ¿los negativos?, entre los estudiosos contemporáneos de Kafka, por ejemplo, Durkheim habla de la anomia social, Max Weber de la ‘ jaula de hierro’ y Freud de ‘el malestar en la cultura’. Kafka, en cambio, no construye un sistema conceptual para ofrecer una apreciación diagnóstica de tal o cual aspecto de los seres humanos y la sociedad. No obstante, en sus textos nos encontraremos una y otra vez, con diversas situaciones e imágenes que, precisamente, nos ponen delante algunos de los signos característicos de las sociedades modernas. Kafka, a diferencia de los académicos y eruditos, no se propone explicarlos, sólo los expresa, estéticamente. Los toma y hace con ellos cuentos, aforismos, novelas. Pasemos ahora a ver qué es lo que el autor nos

entrega con su obra, en qué consisten sus escritos, cuáles son sus temas y a comentar el efecto que todo ello produce en nosotros.

Su obra

Está constituida por tres novelas, decenas de cuentos y relatos, numerosos borradores y aforismos y varios cientos de páginas entre el Diario, la

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Correspondenciay los Cuadernosenoctavo. Durante su vida publicó sólo unos

cuantos escritos, algunos fragmentos de sus novelas y acaso tres narraciones completas. Debemos a la herejía de Max Brod, quien dijo no a la indicación postrera de su amigo en el sentido de destruir todos sus textos, el poder contar para nuestra ventura, con la mayor parte de la obra que ha llegado hasta nosotros. Y es que, por ejemplo, en los primeros años treinta, la Gestapo se incautó en casa de Dora Dymant (última amiga de Kafka) en Berlín, un legajo de manuscritos que deben darse por perdidos (Wagenbach, 1970) .

En vida publicó los siguientes escritos: Conversaciónconelsuplicante y Conversaciónconelebrioque salieron a la luz en la revista Checa ‘Hyperion’ en 1909. El editor Rowohlt publica el primer libro de Kafka en 1913, bajo el título Contemplación.Ese trabajo incluye dieciocho fragmentos líricos de su Diario y lo

dedicó a su amigo Max Brod.En 1913 publica Lacondenaque lleva en el primer folio la dedicatoria: <<Para F.>>, inicial que remite a Felice Bauer, la mujer con la que Kafka mantenía por esas fechas una nutrida correspondencia y que llegaría a ser su prometida en matrimonio por dos ocasiones, mismas de las que el escritor, una y otra vez, se retractó. Llegamos a la que para muchos puede considerarse la obra emblemática de Kafka, Lametamorfosis, novela corta o cuento, según distintos comentaristas, se publicó en 1915. En 1919 salen a la luz Enla colonia penitenciariay Unmédicorural. En 1921 regala sus diarios a Milena Jesenzká. En 1923 envía al editor Unartistadelhambre, cuyas primeras pruebas de impresión

leyó Kafka ya en su lecho de enfermo sin alcanzar a presenciar su publicación.

Como se deduce, sus tres novelas aparecieron póstumamente. ElProceso , que había comenzado a escribir cuando iniciaba la Primera Guerra Mundial, 1914,

se publicó en 1925 en Berlín. Algunos analistas han señalado que la convergencia de la escritura de esta novela con el desencadenamiento y duración del conflicto bélico no es una simple coincidencia. En el plano más personal, los años 13 y 14 también fueron tensos, por decirlo suave, para Kafka; en el verano de 1914 se comprometió y seis semanas más tarde deshizo el compromiso matrimonial con Felice Bauer. Canetti ha dejado señaladas algunas claves que transparentan, en esta novela, la urdimbre y la trama, la vida en la literatura y la literatura en la vida de Franz Kafka. ElCastillose editó en Munich en 1926, y en la misma ciudad, pero un año más tarde fue publicada América. Todavía en 1931 se publica el relato La murallaChina,en 1951 el Diarioy en 1952LasCartasaMilena. La primera edición de sus obras completas que se inició en 1935 fue desde el principio obstaculizada y finalmente prohibida. Con la ocupación Nazi a Checoslovaquia se destruyeron

archivos y documentos, entre ellos, una buena porción de la biblioteca del escritor y gran parte de su correspondencia.

A estas alturas del capítulo, toca preguntarnos, y bien ¿qué nos dice Kafka? ¿cuáles son las imágenes y situaciones que su imaginación de escritor construyó hace casi un siglo y, no obstante, siguen provocando el pensamiento y convocando la sensibilidad en los habitantes de estos albores del siglo XXI?

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Para el premio Nobel de literatura 1981, Elias Canetti, Kafka era entre todos

los escritores el mayor experto en materia de poder, y señala como uno de los temas centrales de su escritura el de ‘la humillación’. Ciertamente, Georg Bandeman, el joven protagonista de LaCondenase ve humillado por un padre anciano que acusa al hijo de intrigar contra él y de querer sobrepasarlo a muy temprana hora, lo condena a morir y, aunque el hijo no admite la sentencia, la cumple. También la humillación es patente sobre Gregor Samsa, aquel hombre soltero que es el sustento de sus mayores padres y su joven hermana, en La metamorfosis; Samsa, habiendo despertado una mañana convertido en escarabajo, terminará siendo temido y repudiado por su familia. Y ¿Cómo no encontrar así mismo la humillación en las condiciones y los procedimientos del sistema judicial de Enlacoloniapenitenciaria?, ¿de qué modo no verla en la

acusación inexorable y anónima que pesa sobre K. y desata Elproceso,así como en múltiples y diversas situaciones atravesadas por el jovencito Karl Rossman en América?

Con todo, quiero advertir que con ‘la humillación’, en los textos kafkianos van apareciendo temas conexos, acaso correlativos o condicionantes. Es el caso del tema de ‘la autoridad’, ya sea que encarne en una persona como el padre de La condena, en una idea o una institución como <<la ley, el tribunal>> en el caso de Elproceso,o <<la fidelidad a un sistema de obligaciones>> (familiares, laborales, sociales), en Lametamorfosiso <<el gobernante y su funcionariado>>

como en Elcastillo.Cabe señalar, pues, la presencia en un segundo plano de

algunos temas subsidiarios de los anteriores y, por ende, en cierta medida recurrentes. Tales serían <<el sacrificio>> y/o <<la culpa>>, tenemos a Sa msa

dando su tiempo y energía juvenil por los padres y la hermana, a Bandeman acatando la sentencia del padre, a Josef K. ‘resignado’ a su ejecución en público. Además, el sacrificio no deja de tener una conexión significante con la idea de <<obligación>>, que es otro tema subsidiario en la escritura de Kafka, aunque, precisando más, sería el plural, <<las obligaciones>> el tema subsidiario. Todos y cada uno de estos temas se nos van revelando, mostrando su volumen y consistencia dentro de situaciones, pero atención, quiero avisar de un aspecto de la prosa de Kafka, de un efecto que desde ella se produce. Las situaciones no se ofrecen tanto como un dibujo o una pintura, leyendo a Kafka he llegado a tener la impresión de asistir a una coreografía. Es tal la fuerza y precisión de esa escritura que consigue animar los personajes y con ellos las escenas.

Ahora bien, siguiendo con estos temas tópicos en la obra de Kafka, es difícil

no reconocer como denominador común de todos ellos al ‘poder’. Culpa, humillación, sacrificio, obligación, son eventualidades del poder, señalan sus modos de actuar, son formas de su presencia. El poder es un leitmotiven la prosa de nuestro autor, de nuevo una clave biográfica cuando escribe, de su padre: “Eras capaz de echar pestes de los checos; después, de los alemanes; después,

de los judíos, y eso sin discriminar, sino en todos los conceptos, y al final no quedaba nadie en pie, salvo tú mismo. A mis ojos llegaste a poseer lo que tienen

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de oscuro los tiranos, cuya razón descansa en su persona y no en su pensamiento.” (Kafka, 1981, p.21).

Es ese enigma del poder, la tiniebla de su ciega mirada, lo que Kafka confronta insistentemente; apunta Canetti que “la lucha contra su padre no fue más que la lucha contra el poder absoluto en cuanto tal” (p.181). La estrategia de resistencia fue su escritura, mediante ella, y con el objeto de sustraerse al poder en cualquiera de sus manifestaciones “lo descubre, identifica, nombra o configura en todos aquellos casos en que otros lo aceptarían como algo natural” (p.182). Kafka, sus textos, constituyen un dispositivo analizador del poder, lo provoca, lo hace hablar, lo exhibe en su ridícula como trágica desnudez. Ni la decidida contención a la mirada ciega del déspota, al maniaco prurito de dominio, son engendros ni resultado de la imaginación enfermiza, la culpabilidad y el masoquismo que

algunos comentarios han obsequiado al escritor Franz Kafka. Eran, antes bien, una táctica de resistencia; construirse desde dentro, establecer un cerco para conservar la capacidad de asombro-extrañamiento, para cultivarla. Un cerco no para ponerse a resguardo del flujo de la vida sino de la inercia de las cosas, esa inercia que consigue, fatalmente, y a veces bajo grandilocuentes propósitos, enseñorearse del destino de la gente.

La lectura de Kafka, pues, nos deja frente a una escritura dictada por una mirada lúcida e irónica. Mirada hecha de sensibilidad e inteligencia, tanta que en ocasiones al leerlo uno puede verse tentado a pensar en clarividencia. Por

ejemplo, en sus dos relatos postreros, escritos durante los últimos años de su

vida: Josefinalacantoraoelpueblodelosratones, y Lasinvestigacionesde un perro.Pues bien, en el primero de ellos, Kafka hace un verdadero cuadro de

psicología de masas, particularmente de la psicología de la líder y de la relación entre ésta y la masa. Por supuesto no hace una exposición conceptual ni se propone explicar nada, estamos ante un genio de las letras que, en cambio, nos presenta vívidamente los contornos de las cosas bajo una forma que, sencillamente nos prepara, nos habilita para entender las situaciones tipo de la que el artista nos entrega en su relato. Con su Josefinalacantora…Kafka no sólo parece adelantarse a tiempos y acontecimientos como las concentraciones masivas del stalinismo, el fascismo y el nazismo, sino que, algo de su cuento, vale también a la modalidad de relaciones entre los líderes y sus públicos en las sociedades modernas ¿no totalitarias? Pienso en lo que se llama el starsystem, el encumbramiento de figuras no sólo del mundo del espectáculo sino, bien lo sabemos, de la política y otras esferas de la vida social. Estos nuevos ‘liderazgos’

son construidos por los medios de comunicación electrónicos, radio, tevé, cine, la Internet. Las masas de fieles se hallan ahora disgregadas, dispersas en todo lo largo y ancho del espacio social, pero igualmente han sucumbido a sus cantantes, sus futbolistas, sus líderes y guías; igualmente se adhieren a sus proclamas, compran sus ofertas, venden sus productos; millones de partículas de esa masa difuminada están atentas a los triunfos, sufrimientos y obscenidades de sus

estrellas al mismo tiempo que desconocen el nombre de sus vecinos.

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En el otro relato, Investigacionesdeunperro,encontramos, de la mano

(tendría que ser de la pata) de un perro investigador, una posibilidad de visualizar ciertos aspectos de la vida social, de las relaciones del grupo y del individuo. Aparecen algunos rasgos característicos de la escritura kafkiana como la acentuación de ciertas prácticas rituales, en términos de normas, de procedimientos para conocer, de pautas de comportamiento. Una parodia de la sociedad moderna, sociedad del espectáculo, como le llamó Guy Debord. Con nuestro canino y explorador amigo conoceremos que, en esa comarca de los perros, todas las leyes e instituciones, las del presente como las del pasado

tienden a satisfacer el anhelo hacia la suprema dicha de que somos capaces: una cálida convivencia (…) Y ahora, entiendo que ningún ser vive tan

desparramado como el perro; en ninguno se manifiestan tantas diferencias en realidad inabarcables, por razón de clase, tipo, ocupación (…) precisamente nosotros, vivimos separados desempeñando oficios extraños, desconocidos hasta para los congéneres más inmediatos, sujetos a prescripciones que no son las de la perrada, que más bien están orientadas contra ella. (Kafka, 1985, 208- 209)

En algún lugar de su correspondencia Kafka escribió sobre las “potencias diabólicas que por ahora sólo tocan a la puerta”. En efecto, él ya no vivió para ver

cómo esas potencias destripaban a las cosas y la gente. Tanto sus tres hermanas,

como Milena Jesenzká y Grete Bloch, mujeres con quienes mantuvo vínculos afectivos, murieron en campos de concentración alemanes. No vivió tam poco

para conocer las carnicerías del estalinismo, ni las de Hiroshima y Nagazaki por parte de la armada estadounidense.

Pero retomemos las investigaciones…,con ellas Kafka nos llevará a conocer un grupo de perros músicos que no hacen música, y ni siquiera hablan; mandamientos que se tienen presentes, se recuerdan y repiten, pero no se cumplen; rigurosas investigaciones, profundas y minuciosas, que no llevan a ningún sitio, que nadie más requerirá, ni consultará, ni tomará en cuenta. Quizá esto ayude a entender por qué juzgaba Canetti, a Kafka, como el escritor que más nítidamente ha expresado el siglo XX, y al que podemos considerar como su manifestación más esencial. También Vintila Horia ha dicho que Kafka “define y sintetiza la sociedad del siglo XX a través de tres personajes, el Gregorio Samsa deLaMetamorfosis,el Josef K, deElProceso, y el agrimensor deElCastillo” (Horia,

1981, p.18). La cuestión es que, si bien con nuevos ropajes y escenografías, pero el mundo en el que día a día nos batimos no parece haberse deshecho de los rasgos que la literatura de Kafka recoge y expresa con maestría y, hay que decirlo, acerado filo. Al estar leyendo aKafkaes plausible que nos asalte el prurito “¿dónde he visto esto?”

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Y, del otro lado de la página, sosteniendo el acto comunicativo, la mirada y el

pensamiento en el fondo de unos ojos claros siguen ahí, en las situaciones propuestas, en las imágenes creadas.

Creo que sólo deberían leerse libros que a uno le muerdan y le puncen. Si el libro que leemos no nos despierta con un puñetazo en el cráneo, entonces ¿para qué leemos el libro? (…) un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos dentro. (Kafka citado en Wagenbach, 1970, p. 51)

REFERENCIAS

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Caillois, Roger. (1988). <<El escritor en la sociedad>> en LaGaceta,206. México, DF: FCE.

Canetti, Elias. (1981). <<El otro proceso de Kafka>> en Laconcienciade las palabras.México DF: FCE.

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González, José M. (1989). Lamáquinaburocrática. Madrid: Visor, La balsa de la Medusa.

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“Franz Kafka, esa otra luz” por Gregorio Iglesias Sahagún está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

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Revista SOMEPSO Vol.4, núm.1, enero-junio (2019)