Revista SOMEPSO Vol.5, núm.1, enero-junio (2020) ISSN 2448- 7317

RESEÑA: Carpio, A., Solis, R. & Bernardo, Y. (2019). Migración y Religión. México: Universidad Iberoamericana .

Carlos Enrique Torres Monroy 1

Sección: Reseñas Recibido: 09/01/20 20 Aceptado: 28/02/20 20 Publicado: 23/04/20 20

La multiplicidad de aristas con las que se observa el fenómeno de la migración, tanto en la opinión como en las políticas públicas, obliga a que el diálogo entre los estudiosos de las ciencias sociales y las humanidades se mantenga en constante dinamismo. Entre las interrogantes que siguen despertando interés destacan las que vinculan a la movilidad humana con el fenómeno religioso. Estudiar el ámbito de las creencias en entornos migratorios, desde enfoques teóricos, empíricos y teológicos, es una propuesta lanzada por Amílcar Carpio e Yves Solis, coordinadores del libro Migración y Religión.

Editado por la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, el título también contó con la colaboración de la Comisión para el Estudio de la Historia de la Iglesias en América Latina y el Caribe (CEHILA). Desde su fundación en 1973,

la CEHILA constituyó una red de historiadores y religiosos interesados en el

devenir histórico del cristianismo latinoamericano desde la perspectiva del pobre y el desposeído. Dicha postura alentó investigaciones inclinadas al cristianismo desde la óptica del indígena, el campesino, el obrero, la mujer, el afrodescendientes y los migrantes. En términos de fuentes, los historiadores pertenecientes a la Comisión dieron uso a documentos poco tomados en cuenta con anterioridad, como la correspondencia que revisó José Oscar Beozzo (1993) de migrantes católicos europeos que se quedaban consternados ante las tradiciones del catolicismo brasileño. Conforme la CEHILA fue ampliando sus redes, hubo una mayor tendencia en colocar a los sujetos de estudio frente a las corrientes historiografías como la Historia Cultural, lo que orilló a plantearse

interrogantes ligadas al origen y la difusión de las devociones populares. Algunas investigaciones, compiladas en el libro Experiencia religiosa e identidades en América Latina (2013), retrataron los lazos tejidos con el fenómeno migratorio. Para el lector interesado en la psicología, Migración y religión es una obra que va más allá de un análisis sobre cómo la migración moldea la vida de los creyentes, las prácticas y las instituciones en el contexto de los desplazamientos humanos.

1 Estudiante del doctorado en Historia en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Correo electrónico: carlos_tmy@hotmail.com

Carlos Enrique Torres Monroy

Se trata de un libro que invita a la reflexión psicológica centrada en las

experiencias que impulsan a los individuos a dejar su lugar de origen para partir hacia lo desconocido. Si bien la decisión de migrar puede ser personal, existe un entorno colectivo que influye en su determinación. Con base en la propuesta del psicólogo Charles Blondel (1966), los entornos migratorios se pueden insertan dentro de “estados afectivos… en el seno de grupos más o menos bien delimitados, en el interior de los cuales ejercen una acción contagiosa más o menos intensa” (p. 170). Por esta razón, la migración constituye una ventana para observar los estados afectivos que experimentan aquellos que han decidido marcharse de su lugar de origen para arribar a otro en el que enfrentan choques con culturas ajenas. Los miedos, las esperanzas, la melancolía y otras emociones son perceptibles no por la acción de un migrante en particular, sino por todo un

colectivo que las reproduce y las dota de sentido. Si a esto se suma la variable de las creencias religiosas, se conforma lo que Pablo Fernández (2004) llama una “sociedad mental” nutrida por multitudes creadoras de una realidad que encarnan los migrantes creyentes y les permite reforzar su identidad cultural.

La identidad es uno de elementos que Lois Ann Loretzen aborda en el primer capítulo de la obra. A partir de un proyecto multidisciplinar, que incorpora a sociólogos, teólogos y psicólogos, la autora argumenta que las agrupaciones religiosas fungen como mediadoras entre quienes migran y el entorno hostil al que arriban. Para ello hace uso del concepto aculturación, que retoma de la

psicología para identificar el proceso psicosocial de adaptación de los migrantes.

Con este enfoque se puede comprender cómo las iglesias y otros colectivos religiosos ayudan a amortiguar la aculturación que experimentan sus feligreses

en su cotidianidad. Al hacer su estudio en el área de San Francisco, California, Loretzen y su equipo pudieron acercarse a comunidades de mexicanos, vietnamitas, chinos, filipinos, entre otros, quienes reciben la asistencia de católicos, evangélicos y budistas. Esta propuesta teórica puede marcar rutas para investigaciones centradas en las acciones que realizan los religiosos para atender a los migrantes, así como el modo en que responden y reajustan sus dinámicas de vida para adecuarla a su nuevo entorno.

Las personas y organizaciones que auxilian a la población migrante también son objeto de estudio: esto sostiene Rodolfo Casillas en el segundo capítulo. Con la categoría de labor humanitaria, el autor clasifica el trabajo de estos personajes en cinco formas: la atención directa a los migrantes, las gestiones ante las autoridades del Estado, la búsqueda de recursos, cuidado de las personas en

instalaciones adecuadas y la conformación de redes de apoyo. En el caso de aquellos grupos con perfil religioso, a este modelo se suele incorporar el seguimiento doctrinal por parte de sus líderes. Casillas, en particular, se aproxima a los esfuerzos que realizan los católicos bajo la Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana, aunque también observa que estos organismos no brindan respaldo económico o jurídico, lo cual se agrava con las limitantes legales que

tienen las Asociaciones Religiosas. Esta reflexión lo lleva a proponer la

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conformación de instancias que permitan la colaboración entre las

organizaciones religiosas y las instituciones del Estado en materia de mi gración. Del tercer al sexto capítulo el libro nos muestra investigaciones empíricas producto de investigaciones en las que confluyen ambos fenómenos. El primero es de Silvia García Santiago, quien problematiza los procesos de identidad individual y colectiva que experimentan los habitantes de Chalcatongo, Oaxaca que parten y regresan a Estados Unidos. La autora observa que los cambios producidos por la migración entre estos habitantes y su impacto sobre las afectividades de los individuos, tanto al momento de instalarse en el extranjero, como al retornar a su lugar de origen. La adopción de nuevas costumbres tiene efectos en la vida familiar y social, incluyendo la religiosa de la localidad. Prácticas locales como el ritual del sepelio, apunta García, permiten crear vínculos de

identidad y ayudan a mitigar la percepción negativa que tienen las personas sobre los migrantes que llegan con nuevas costumbres.

Siguiendo con los efectos que produce la migración en las comunidades de origen, Amílcar Carpio Pérez aborda la devoción a Cristóbal de Magallanes, un sacerdote canonizado durante la Cristiada, canonizado en 2000 y cuya veneración se concentra en el pueblo de Totatiche, Jalisco. En su investigación, Carpio descubre que las manifestaciones más practicadas de la devoción a San Cristóbal son los exvotos y el culto a las reliquias del santo. En ambas acciones de religiosidad popular la migración hacia los Estados Unidos se hace presente por

medio de exvotos elaborados por los migrantes o sus familiares que agradecen

por el cumplimiento de algún milagro: cruzar la frontera, obtener documentos de residencia, graduarse en el colegio, regresar ileso del servicio en la milicia

estadounidense, entre otros. De igual modo, la festividad al santo, donde salen sus reliquias en procesión, es un evento en el que se hacen presente los migrantes, a los que llaman “hijos ausentes”. Esto permite al autor ver este fenómeno a partir de los sentimientos y mentalidades de los creyentes en torno a un espacio de referencia afectiva para aquellos que no pueden estar presen tes. La relación exvoto y santuario también aparece en el texto de Erasmo Sáenz Carrete sobre el Señor de los Guerreros de San José del Tizonazo, Durango. El arraigo de esta advocación cristífera se explica gracias a prácticas peregrinas de orígenes virreinales que permitieron expandir la devoción a una escala regional, la cual se puede rastrear con las muestras de exvotos que depositaban sus fieles en el santuario. Con las nuevas circunstancias económicas del siglo XX, la devoción al Señor de los Guerreros acompañó a quienes migraban a Estados

Unidos, lo que llevó a Saénz a plantear la cuestión bajo la perspectiva de la teoría de redes de migración de Douglas Massey. De esta manera se trabaja la migración a partir de las relaciones interpersonales para el intercambio de información: en qué temporada partir, por dónde cruzar la frontera, dónde hospedarse o a qué dedicarse al llegar al lugar de destino. Esta propuesta lleva a observar a las expresiones religiosas desde las redes tejidas por los creyentes para arraigar su

propia devoción y trasmitirla a otros. Así, un exvoto relacionado con la migración

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refiere a la labor hecha por el devoto para compartir un suceso que atribuyó como

milagro a sus conocidos y éstos, a su vez, difundiendo lo acontecido entre sus allegados, con lo que la experiencia migratoria puede resultar más llevadera.

En cuanto a las redes que entretejen los migrantes, no todas están relacionadas con espacios sagrados de origen, en algunos también se construyen en el lugar de destino. De esto habla Robert Wright con su trabajo sobre el santuario dedicado a la Virgen de San Juan en el Valle Bajo del Río Grande, Texas. Oriunda de Jalisco, esta advocación mariana no sólo acompañó a sus fieles, sino que la propia imagen migró de la mano del sacerdote José Azpiazu y dos de sus ayudantes en 1948. Si bien el santuario se volvió un punto de referencia para el auxilio a migrantes, Wrigth observó reconfiguraciones en las prácticas religiosas a finales del siglo XX, como el uso del inglés para misas o la construcción de un

nuevo relato sobre el origen de la advocación en la zona. Dicha situación cambió con la llegada del sacerdote Eduardo Ortega, quien hizo lo posible para recalcar el origen migratorio de la devoción, hasta que en 2008 consiguió que se dec larara a la Virgen de San Juan del Valle como patrona de los migrantes. Más allá de plantear una historia devocional, en este capítulo se reflexiona sobre cómo actúa la memoria colectiva en los procesos de olvido por parte de segundas o terceras generaciones de migrantes, y de recuperación, impulsada por el sacerdote Ortega, de origen mexicano, quien contó con el respaldo de la institución eclesiástica.

En los siguientes tres capítulos la cuestión migratoria se estudia bajo la

mirada de la teología y los derechos humanos. La sección comienza con Camilo Pérez Bustillo, quien aborda los efectos negativos de las políticas antidrogas

trasnacionales. Al usar el término “mexicanización” del Plan Colombia, el autor apunta a un escenario de “terror estatal” en el que se ven atrapados los migrantes, quienes son víctimas de grupos criminales y autoridades mexicanas, que a su vez los criminalizan. La siguiente reflexión corresponde a Ana María y Gabriel Bidegain la pastoral migrante, que aborda la práctica de la “hospitalidad” desde una teología católica latinoamericana: tratar al migrante como si fuera Jesús de Nazaret. Esto conlleva al abordaje de otro concepto teológico, la “esperanza”, propuesto por Olayo Méndez. A partir de un proyecto de investigación en el que se entrevistó a migrantes centroamericanos rumbo a México, se observaron las capacidades de los migrantes para saltear las diferentes dificultades, con las que el autor aborda la migración como una experiencia orientada hacia el futuro, pero vívida en lo inm ediato.

La compilación de Carpio y Solís constituye un aporte fresco a los estudios sobre migración y religión desde múltiples enfoques. Para el lector versado en la psicología, la obra invita a reflexionar esta cuestión desde su oficio. Para los lectores de otras disciplinas, valdría el esfuerzo de leer estos trabajos con la perspectiva de los psicólogos. Aspectos como el estudio histórico de la migración por medio de la psicología colectiva, hasta el estudio de los organismos

dedicados al mejoramiento psicológico de los migrantes, permitirán resolver

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ciertas preguntas y generar nuevas sobre los efectos de estos fenómenos en los distintos escenarios nacionales y trasnacionales.

Referencias:

Beozzo, J. (1993). ˂˂As Igrejas e a Imigração˃˃. En Dreher, M. (ed.), Imigraçãoes e História da Igreja no Brasil. São Paulo, Brasil: Editora Santúario, CEHILA. Blondel, C. (1966). Introducción a la psicología colectiva. Buenos Aires, Argentina: Editorial Troquel.

Fernández, P. (2004). La sociedad mental. Barcelona, España: Anthropos. Experiencia religiosa e identidades en América Latina (2013). San José, Costa Rica:

DEI, CEHILA.


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