Revista SOMEPSO Vol.6, núm.2, julio-diciembre (2021) ISSN 2448- 7317

Reseña: Han, B. (2020). La desaparición de los rituales. Una topología del presente (A. Ciria, Trad). Herder.

Jesús Alberto López Laredo 1

Sección: Reseñas Recibido: 20/05/2021 Aceptado: 04/09/2021 Publicado: 20/11/2021

Lo que la enferma no es la carestía, sino la demasía. Byung-Chul Han (2020, p.66)

Desde el comienzo del siglo XXI, el mundo ha experimentado una crisis que se traduce en cambios sustanciales de la manera de interactuar entre los sujetos; una crisis económica —heredada del siglo anterior— pasando por una crisis política —al grado de mantener constante la tensión del posible estallamiento de una tercera guerra mundial—, crisis ambiental, hasta una crisis sanitaria como la que vivimos derivada de la pandemia por COVID-19. Mientras esto ocurre y en contraste, el medio digital se encuentra en un auge impresionante, catalizado, en mayor medida, por la antes referida pandemia; ya que ésta generó nuevas formas de interacción entre las personas, entre trabajadores con su materia de trabajo, así como formas de entretenimiento. La mudanza al ámbito digital es ya una realidad, paulatinamente las redes sociales como Facebook o Twitter se convirtieron en los nuevos centros sociales y realizan funciones adyacentes a los medios de comunicación convencionales que incluso son más eficientes — el tránsito de información es inmediato, no tienes que esperar a las noticias de las 8 para enterarte de algún hecho relevante en tu ciudad o llegar al siguiente día a la escuela para enterarte que las clases se habían suspendido—; cada vez más empresas comenzaban a usar internet para la comunicación con sus clientes así como para almacenar información en bases de datos de uso compartido. Esta migración al mundo digital dejó una gran cantidad de preguntas, provocó incertidumbre y cambios significativos en el pensamiento de sus usuarios: ¿Qué tanta información hay de mí en internet? ¿En qué momento una computadora

1 Egresado de la licenciatura en Psicología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco y estudiante de Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional

Autónoma de México. Correo electrónico: lopezlaredoalberto@gmail.com

ORCID:0000-0002-1228-7745 .

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me desplazará de mi lugar de trabajo? ¿Ya no es necesario ver a mis amigos en persona si quedamos todos de conectarnos a una llamada grupal?

Byung-Chul Han, filósofo y ensayista surcoreano, profesor de la Universidad de las Artes en Berlín y uno de los pensadores más destacados de la última década con sus más de quince libros —en su gran mayoría sobre temas como la sociedad del trabajo, crítica al capitalismo desde una postura marxista, la tecnología y la

comunidad—, nos presenta en su obra La desaparición de los rituales. Una

topología del presente (2020)2 un análisis sobre cómo las prácticas ritualísticas — en su acepción antropológica más dura— se encuentran cerca del punto de la

desaparición, dando paso a una comunicación sin comunidad, a un sujeto del rendimiento y, a lo que yo nombraría como, sujeto digital. Para realizar dicho análisis, Han estructura su obra en diez pequeños capítulos, apoyándose de disciplinas como la antropología, la sociología, la psicología, la política y la misma filosofía, toma de referencia a autores como Gadamer, Hannah Arendt, Mary Douglas, Kierkegaard, Nádas, Hegel, Agamben, Foucault, Bataille, Charles Taylor, entre otros. Es un texto que puede ser catalogado como interdisciplinario, debido

a que no es posible definir un área específica a la cual pertenezca. Sin embargo, no abusa de esta característica, no realiza una mezcolanza de teorías ajenas entre sí, sino que toma los componentes necesarios de cada área del conocimiento social para estructurar un análisis con miras de ser completo.

La desaparición de los rituales. Una topología del presente (2020) es un texto breve de no más de setenta páginas de contenido, un ensayo que surge a mitad de una pandemia global y el cual responde al tránsito digital y a las in quietudes que éste provoca. Los temas aquí pensados no son nuevos en Han, en textos como La sociedad de la transparencia (2013), La agonía del eros (2014), El enjambre (2014) y La sociedad del cansancio (2017) —todos ellos publicados en español bajo el sello editorial Herder—ya se dilucidaba el camino a recorrer; no obstante, la adición de la reflexión sobre, como su nombre lo indica, la desaparición de los rituales representa un punto de quiebre para las disciplinas como la sociología, la antropología y la psicología, pues Han nos muestra que ya no es posible seguir pensando en el sujeto como hasta ahora, sino que es momento de un recambio, parafraseando a Thomas Kuhn, de un cambio de paradigma. He ahí el porqué de la importancia de esta obra.

Han (2020) comienza su ensayo abordando y definiendo el concepto de ritual , pues este es el núcleo mismo del texto. Los rituales, establece Han, “dan estabilidad a la vida” (p.7), ya que “transmiten y representan aquellos valores y

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2 El traductor al español de la edición utilizada para realizar esta reseña merece su propia mención pues, Alberto Ciria, filósofo español —“que niega serlo porque no encaja bien con ningún cliché ni concepción de la filosofía, porque se mueve siempre en márgenes y límites, entre distintos modos de sabiduría” (Entrevista realizada por Alejandro Rojas, 2015, p.109)—ha sido merecedor de grandes reconocimientos por su labor en la difusión y promoción de la filosofía en su país, sobre todo en su ciudad natal Málaga. Fiel a su estilo, sin tantos reflectores y sin tanta palabrería, intenta realizar una traducción fiel y que al mismo tiempo sea entendible para todos aquellos que busquen aproximarse a la filosofía y al estudio social mediante este libro.

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órdenes que mantienen cohesionada una comunidad” (p.6); los rituales son constituyentes del sujeto pues le permiten reconocerse con los otros miembros de su comunidad y crear una armonía conjunta (p.12), esto recuerda mucho a la política de la diferencia postulada por Charles Taylor (1993)3 donde el reconocimiento establece en el sujeto una identidad sobre la cual puede sentirse partícipe de un grupo o de su comunidad.

Los rituales se encargan de “sintonizar” a todos los sujetos, no solo con el resto de las personas, sino también con las cosas, sin embargo, como expone Han (2020): “La actual presión para producir priva a las cosas de su durabilidad. Destruye intencionadamente la duración para producir más y para obligar a consumir más” (p.7). Desde esta perspectiva, las cosas ya no tienen una esencia; esta postura recuerda a la alegoría tan usada por los estudiantes de filosofía de la manzana y su manzaneidad, es decir, su esencia, donde lo que hace manzana a una manzana es precisamente la manzaneidad que la confirma y la hace ser lo que es. En este sentido, un artefacto como el teléfono celular o smartphone ya no tiene una esencia —una smartphoneidad por así decirlo—, pues sus contenidos o su mera utilidad es pasajera, se pierde al scrollear la pantalla de noticias de Facebook, “carece justamente de esa mismidad que da estabilidad a la vida [...] sus contenidos mediáticos, que acaparan continuamente nuestra

atención, son cualquier cosa menos idénticos a sí mismos” (p.7). Han explica en

su texto que: “En el marco ritual las cosas no se consumen ni se gastan, sino que se usan. Por eso pueden llegar a hacerse antiguas. Por el contrario, bajo la presión para producir nosotros nos comportamos con las cosas, es más, con el mundo, consumiendo en lugar de usando. En contrapartida, ellas nos desgastan” (p.8); el capitalismo, la modernidad y la migración al mundo digital conducen al sujeto a una era donde se prioriza la producción, donde el consumo es en sí mismo una forma de producir, creando círculos interminables de producción y consumo; de esta manera se abre paso a un sujeto del rendimiento.

En el sujeto del rendimiento, es muy importante dar un semblante, mostrar ante el mundo una apariencia de éxito económico, social y profesional. El sujeto debe representarse a sí mismo, tanto para sí como para los otros, “todo el mundo rinde culto al yo y oficia la liturgia del yo, en la que uno es el sacerdote de sí mismo” (Han, 2020, p.16). La manera que tiene para lograr dar esta apariencia es mediante el consumo y la producción; el sujeto de la apariencia suele llenarse de gadgets que pueda mostrar en redes sociales —la cámara más nueva, el smartphone más sofisticado que los demás, entre muchos otros artilugios—, de vestimentas —o también llamados outfit—y acciones que enaltezcan su posición de exitoso; el sujeto pasa a formar parte de estos mismos artefactos modernos que constantemente necesita actualizarse, descargar para sí la versión más nueva de la moda, adquirir, comprar y usar todo lo que se considere nuevo y lujoso.

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3 En esta teoría, el reconocimiento posibilita una doble acción, por un lado, reconoce al sujeto como miembro de su comunidad y, por el otro, obliga a reconocer la diferencia con el otro.

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Siguiendo esta línea de pensamiento, el sujeto ya no tiene una mismidad, incluso, ya no tiene una identidad, “a causa de ello la vida se vuelve más contingente, más fugaz y más inconstante” (p.10).

Según Han (2020): “Hoy consumimos no solo las cosas, sino también las emociones de las que ellas se revisten. No se puede consumir indefinidamente las cosas, pero sí las emociones” (p.8); el sujeto del rendimiento, es también un sujeto del consumo, por ello busca revivir constantemente aquellas sensaciones que un objeto pudo provocarle; un ejemplo de ello es la visualización de un video de comedia, la primera vez que lo ves puede parecer que es el video más gracioso

que has visto en la vida, así que lo vuelves a ver, sin embargo ya no te causa la misma gracia que antes, si vuelves a verlo una vez más puede que ni siquiera te saque una sola risa, por lo tanto buscas otro video que pueda provocar esa misma emoción, esa misma sensación una y otra vez.

De la misma forma que las emociones, “los valores sirven hoy como objeto del consumo individual. Se convierten en mercancías”; Byung-Chul Han (2020, p. 16) utiliza como ejemplo de esto la frase «Salvar el mundo bebiendo té», igual que estas existen muchas más que intentan estimular al sujeto a comprar ciertos productos, a salvar el mundo consumiendo tal o cual producto bajo la consigna:

el cambio verdadero está en uno mismo al dejar de consumir plásticos o unicel es y no en las grandes compañías que producen la mayoría de los contaminantes.

“Cambiar el mundo consumiendo: eso sería el final de la revolución” (p.8), no obstante, esto es lo que actualmente se vende; el sujeto busca reconocerse por medio de acciones como estas, el neoliberalismo aprovecha los momentos de

incertidumbre identitaria del sujeto para apropiarse “de la propia persona, transformándola en un centro de producción de una eficiencia superior”, de manera que “uno se explota voluntariamente creyendo que se está realizando” (p.17), de este modo el sujeto trabaja permanentemente en la producción de sí mismo, de su yo, de su ego, haciendo una sociedad narcisista, clavada en los

procesos de consumo y de una sumisión inconsciente para producir.

De esta manera, el neoliberalismo propicia una comunidad atomizada, en la cual no puedan establecerse vínculo con los otros; “en el régimen neoliberal no solo se explota el tiempo laboral, también la persona entera” (Han, 2020, p.13), se intenta explotar al sujeto mediante sus emociones, explotando así su propia libertad. “La presión para producir acarrea la presión para aportar rendimiento”, desde la perspectiva del autor, el trabajo ha perdido su estatus de trabajo y se ha convertido en puro rendimiento, en donde el sujeto “no solo produce un objeto, sino que se produce a sí mismo”; mientras más produce “más gana en ego” (p.14). “El imperativo neoliberal de optimización y rendimiento no permite finalizar

nada [...] El régimen neoliberal elimina las formas de cierre y finalización para incrementar la productividad” (Han, 2020, p.23). Ni la educación, ni el trabajo, ni el descanso se salvan de este imperativo, una de las consecuencias de la mudanza digital es que hace más difícil cerrar, dar por concluido algo, “deja paso a la continuidad de la producción y del consumo” (p.28). Hoy en día, se aplicó un

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sistema de educación remota en las escuelas —por televisión e internet—, las clases virtuales, pese a que no necesitan al sujeto en el espacio escuela, se vuelven cada vez más demandantes, no existe un término de jornada, los estudiantes todo el tiempo deben estar frente a la computadora estudiando; caso similar el llamado

home office, es imposible para algunos trabajadores dar por concluida su jornada laboral puesto que todo el tiempo deben estar atendiendo las necesidades de la empresa pues es su `responsabilidad´, lo mismo pasa con el auge del autoemprendimiento en los negocios que operan por medio de las redes sociales; lo veo en mis colegas vendedores de libros, obligados a responder mensajes,

cerrar tratos, realizar publicaciones ofertando sus títulos las 24 horas del día, prácticamente sin descanso, intentando vender algo a alguien en cualquier momento; y si no se está estudiando o trabajando, se debe seguir produciendo,

consumiendo, los servicios de streaming son perfectos para ello, pues tus descansos deben ser aprovechados para ver alguna película o avanzar capítulos de una serie. “El sujeto del rendimiento, aislado en sí mismo, se explota a sí mismo del modo más eficiente cuando se mantiene abierto a todo, cuando es flexible”

(Han, 2020, p.23).

La comunicación juega un papel sumamente importante en esta era digital,

la mensajería instantánea se ha vuelto fundamental para su establecimiento puesto que el sujeto se encuentra obligado a producir y “el silencio no produce

nada”; este silencio es incluso metafórico, aunque el sujeto se encuentre sólo en su cuarto sin producir algún ruido, mientras escriba en su teléfono ya sea en Twitter, comparta una publicación en Facebook o se escriba con algún camarada

por WhatsApp, está produciendo, ya que mantiene la comunicación y el flujo de información. “Así́ es como la presión para producir se expresa como una presión para comunicar” (Han, 2020, p.14). Para el sujeto del rendimiento no existen los descansos, como ya lo vimos, “el reposo y el silencio no tienen cabida en la red digital” (p.30); el encargo de producción ha llegado a operar incluso inconscientemente aprovechándose de algunas vulnerabilidades del sujeto, como una constante aprobación del grupo por las cosas que puede comprar o por las publicaciones que puede compartir o las habilidades que puede tener. “La presión para trabajar destruye la durabilidad de la vida” (Han, 2020, p.33),

el rompimiento del sujeto con lo ritualístico del trabajo impide que éste pueda asirse de él, vaciando todos sus esfuerzos en el rendimiento, el cual “no tiene principio ni fin. No hay un periodo de rendimiento. El rendimiento en cuanto imperativo neoliberal perpetúa el trabajo” (p.34). “Al capitalismo no le gusta la calma. La calma sería el nivel cero de producción, y en la sociedad posindustrial el silencio sería el nivel cero de comunicación” (p.36). El sujeto del rendimiento se

encuentra en una posición bastante curiosa, pues se somete, casi por completo, en pos de sentirse vivo, no puede estar callado, no puede mantenerse quieto porque no produce, no siente que esté viviendo. “La sociedad de la producción está dominada por el miedo a la muerte”, le aterra al sujeto pensar que puede morir, y el capital ofrece una dulce distracción, pues mientras más produzcas y

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entre más consumas más vivo estarás, la acumulación se muestra como un escape y perderlo todo es equiparable a morir —“el capital trabaja contra la muerte entendida como una pérdida absoluta” (p.39)—. Básicamente, al sujeto del rendimiento le está prohibido morir.

Han (2020), en la parte final de su ensayo, trae a colación temas como la guerra, el dataísmo y la pornografía, en donde el concepto de transparencia se manifiesta como imperativo, una necesidad básica en donde todo pueda ser visible; lo que llamamos libre acceso a la información “es una eficaz forma de dominio en la que la comunicación total coincide con la vigilancia total. La

dominación se hace pasar por libertad” (p.61). La transparencia no está tan alejada de la producción como se puede pensar, Han nos explica que “«Pro-ducir» significa originalmente poner delante, exhibir y hacer visible” (p.13 y p.64), por lo cual nada debe quedar oculto. El sujeto del rendimiento, con todo esto, resulta casi pornográfico, en el que nada es asible, todo es pasajero y fugaz, la comunicación no genera ningún tipo de comunidad porque no es asequible, todo es visible y manejable para el capital.

Este análisis nos conduce a reflexiones curiosas, puesto que de las premisas presentadas por Byung-Chul Han hasta este punto se intuye que el trabajo, tal y como lo conocíamos ha desaparecido, lo cual es solo parcialmente cierto. Es una

realidad que el trabajo académico, administrativo y de oficina pierde el carácter ritualístico del lugar de trabajo —asistir a la oficina, al aula de clases o al menos a un edificio en concreto con un horario determinado—y la posibilidad de cierre —al momento de irse a casa—están desapareciendo casi por completo. Pero, el

gran pero radica en los obreros, trabajadores de fuerza corporal, pues éstos no tienen la posibilidad de sentarse cómodamente en sus novedosas oficinas a realizar el muro de una casa, a conducir su camión de transporte público o a preparar la comida que posteriormente será enviada al domicilio del cliente por medio de una persona que trabaja subcontratada por una aplicación de

transporte; si, el trabajo como práctica ritual desaparece casi por completo, transformándose en rendimiento, pero únicamente para aquellos que pueden financiarse las herramientas para hacerlo.

La obra que es objeto de esta reseña es sin duda impresionante, el orden en el que se presentan los temas, si bien no es perfecto, mantiene una cadencia de

lectura bastante buena que mantiene al lector interesado en él, con curiosidad por saber más. En general es un texto que es traducido de forma bastante entendible para el lector, tenga o no conocimiento en el área de las humanidades, a pesar de ello, es claro que el público para el que está enfocado es gente joven o que por lo menos tenga una interacción continua con las redes sociales y el

internet en general; como lo mencioné en el párrafo precedente, aunque Han es un crítico del capitalismo, no termina de tomar en cuenta a ciertos sectores socioeconómicos y se centra en aquellos que hoy en día pueden darse por tener acceso a internet. Es una lectura obligada para entender los movimientos neoliberales; el sujeto del rendimiento y los medios digitales son sin duda temas

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con gran profundidad para investigar, sin embargo, debe complementarse con otros textos que puedan ofrecer un panorama más completo fuera de las clases acomodadas.

REFERENCIAS

Han, B. (2020). La desaparición de los rituales. Una topología del presente. (A. Ciria, Trad). Herder (original publicado en 2019).

Rojas, A. (2015). Conversando con Alberto Ciria. Claridades. Revista de filosofía (7), 107- 128.

Taylor, Ch. (1993) “La Política del Reconocimiento”. En A. Gutmann, S. Rockefeller, M. Walzer y S. Wolf, El multiculturalismo y la política del reconocimiento (pp.53-116). Fondo de Cultura Económica.

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