Revista SOMEPSO Vol.5, núm.1, enero-junio (2020) ISSN 2448- 7317
EL TIEMPO DE LOS JÓVENES COMO INSTANCIA DE LA LETRA OSCILANTE
José Sánchez Jiménez 1
Sección: Disertaciones Recibido: 10/02/20 20 Aceptado: 28/02/20 20 Publicado: 23/04/20 20
Pensar en la juventud y escribir sobre ella ha sido un desafío que las más de las veces resulta inaprehensible o se les desliza a quienes se han autonombrado y conferido el título de estudiosos de la juventud. Algo de ímpetu debe haber en la motivación para hacerlo y quizá se debe a la manera como han quedado inscritos o comprendidos por la modernidad o sus figuras alusivas – posmodernidad, tardomodernidad (Habermas, et.al., 2008) o segunda modernidad (Giddens, 1993)-, como borramiento y reescritura y, en seguida, como vínculo multimodal que demanda la comunicación instantánea y digitalizada. Sin duda se trata de una cuestión del tiempo asociada o vinculada con el lugar desde donde se realiza o des-realiza la juventud. Esta primera decisión teórica tiene un c arácter
heurístico. Si la juventud es borrada y reescrita y se hace patente en el hipertexto, entonces su concepción y abordaje es del dominio de la semiótica. Para comprender lo que ello implica es necesario situarse en la propuesta de fondo: aquello que adquiere la aspectualidad de lo juvenil se comprende como una oscilación entre palimpsesto e hipertexto.
El hipertexto es definido como “todo texto derivado de un texto anterior por
transformación simple (diremos en adelante transformación sin más) o por transformación indirecta —diremos imitación” (Genette, 1989: 18).
La definición nos obliga a pensar en la permanencia de una cualidad o aspectualidad: ¿qué es la juventud? ¿Algo de ella permanece fijada en un texto previo que será reescrito? La reescritura presupone que algo se ha borrado y que
en el otro extremo, en el nuevo texto en el cual se ha transformado el previo, bien de manera directa o por imitación; ha quedado una suerte de architexto, para tomar en préstamo las propias definiciones de Gérard Genette. Se trata, por tanto, de una invocación a la juventud como si se tratase de una categoría que se transforma de manera directa o por imitación, aludiendo a un texto previo cuya
1 Profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Ciudad de México. Correo electrónico: jsanchez@ciesas.edu.mx
José Sánchez Jiménez
estabilidad o autenticidad no necesariamente queda refigurada o completamente
sustituida. La inestabilidad de sentido y su reenvío a una huella (arché) demanda de un camino retroactivo y en oposición a uno progresista que borra o forcluye un proceso: ¿cómo se deviene joven? Es, a mi modo de ver, algo de lo que subyace a la propuesta heurística de situar desde el título indicial de la obra, el movimiento oscilatorio donde la juventud queda inscrita como instancia de la letra.
El palimpsesto es una figura retórica invocada para dar cuenta de una multiplicidad de significados subyacentes o que permanecen ocultos en una palabra o proferencia verbal. Este carácter heteroglósico ha sido señalado, en otra dirección, por la filosofía del lenguaje referido a los usos como significados y como expresión de una forma de vida (Wittgenstein, 2002), más que una
definición metafórica o de reemplazo, puesto que la desambiguación de una frase llevaría a una búsqueda incesante de significantes flotantes. Es por ello que, quienes como Martín-Barbero, apelan a la heurística de lo indecidible, proponen abordar la juventud como un desplazamiento constante e inaprehensible, y más de las veces resistente a definiciones rigidificadas por lógicas de pode r asimétricas y epistemologías reduccionistas que la convierten en un objeto de estudio inamovible.
Por otra parte, se nombra hipertexto a un vínculo que soporta caracteres y códigos cuya extensión multimodal rebasa con mucho la capacidad de
contención de datos que un formato es capaz de sostener, de suerte tal que se lo
reenvía como un vínculo o llamado a un archivo externo. La idea de hipertexto subyace a un mecanismo relacional e informático, es decir, a un vínculo
electrónico o digitalizado que puede o no tener lugar en tiempo real. El hipertexto ha planteado retos de programación y, la manera como se adelgaza el grosor de archivos hasta lograr que sean lo más ligeros posibles o portables, marcan una diferencia en la carrera por ofrecer plataformas o diseños de programas de computación para aligerar la transferencia de datos.
La confusión de lenguajes y el soporte que hace portable y adelgaza el formato para la transferencia de datos, permite la modificación del entorno de la comunicación y produce sus efectos de ligereza en los vínculos. ¿Se adelgazan los vínculos sociales y se agilizan las relaciones? ¿Se amplía la relación deslocalizada con el mundo? El derrotero de la reflexión nos permite situar un mapa, en este caso, el que nos propone Jesús Martín-Barbero, a través de una compilación de ensayos publicados entre 1990 y 2000.
Pensemos en esta afirmación para comprender el texto que nos presenta el prologuista, Néstor García Canclini y, la epiloguista, Rossana Reguillo: Los jóvenes están comprendidos en el palimsesto y en el hipertexto si y solamente si, oscilan entre ambos. ¿Son los jóvenes una suerte de borramiento y re-escritura? Una propuesta similar ocurre en Baudolinode Umberto Eco (2001) cuando apela a la restitución de los caracteres que han sido tachados en el pergamino y que trazan
una familia de semejanza con el lector que acaba de contemporizar con la letra
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desfigurada del texto. En su reescritura, se habilita otra lectura. Ocurre entonces
una degradación y una extensión. Por borramiento y reescritura otros caracteres aparecen y otorgan legibilidad al texto: del latín al español ha ocurrido la emergencia de un nuevo lenguaje, que podría considerarse, simultáneamente, reminiscencia o eco del precedente, e innovación y diferencia radical del a nterior. Desde ahí, ¿cómo contemporizar con la juventud? Esta es la mirada convocante que ha quedado plasmada en el indicio textual de la obra Jóvenes.Entre el palimpsestoyelhipertexto, que conjunta las reflexiones de Jesús Martín- Barbero, acerca de la juventud a lo largo de varios años.
Sin duda, la primera afirmación de la secuencia textual de artículos, demandará del lector cierta sagacidad y capacidad de escucha por lo que ahí se deja decir en el tono sintomal de una época, a saber: el vínculo electrónico ha
trastocado las relaciones sociales y el orden social. Consecuentemente, la teoría social debe refigurar su instrumental teórico-metodológico para corresponder al giro de la información y las comunicaciones. Esta tesis nos remite a la discusión sobre la memoria, saberes e imaginario social (Martín-Barbero: 2017: 41). En efecto, en el horizonte de la segunda modernidad o, postmodernidad, la velocidad de la información se convirtió en el eje de la discusión sobre el desorden cultural, la relación entre los jóvenes, la escuela y la tecnificación de las ciudades.
El trabajo pionero del geógrafo Paul Virilio (1997) se convirtió en un acicate para redimensionar las relaciones sociales y lo que Anthony Giddens (1995), para la sociología, conceptualizó como las consecuencias de la modernidad y el
desorden social actual. Virilio, en su texto sobre lavelocidadhabría situado la
problemática de fondo: en un mundo virtual donde la velocidad de la información desafía las coordenadas socioespaciales, ¿podemos seguir manteniendo las aristas del espacio y tiempo para conceptualizar lo real? La virtualidad y los vínculos a los que hoy nos hemos acostumbrado, hace diez años, no alcanzaban a fijar su estatuto de verdad. Martín-Barbero, fue uno de los primeros en reflexionar sobre las implicaciones de la informatización de la sociedad y el vínculo electrónico en América Latina, apelando a un alegato heideggeriano que hacía pasar por la crítica de la reproducción técnica. Las citas y convergencias de las reflexiones posmodernas encuentran en Walter Benjamin (1989) un atajo para desformalizar el arte moderno, para despojarlo de su carácter personalista y aurático a favor de la crítica de la reproductibilidad técnica que da lugar a la colectivización del arte y la emergencia de las identidades pastiche (Lash, 2007:
199-216). Benjamin habría anticipado la estrechez del espacio y la masificación del acceso tecnificado al mundo en detrimento de la experiencia, o por qué no, su ampliación y rapidez de contagio en un torrente virtual de flujos de comunicación.
Conviene ilustrar el concepto de aura, que más arriba hemos propuesto para temas históricos, en el concepto de un aura de objetos naturales. Definiremos
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esta última como la manifestación irrepetible de una lejanía (por cercana que
pueda estar). Descansar en un atardecer de verano y seguir con la mirada una cordillera en el horizonte o una rama que arroja su sombra sobre el que reposa, eso es aspirar el aura de esas montañas, de esa rama. De la mano de esta descripción es fácil hacer una cala en los condicionamientos actuales del actual desmoronamiento del aura. Estriba éste en dos circunstancias que a su vez dependen de la importancia creciente de las masas en la vida de hoy. A saber: acercarespacial y humanamente las cosas es una aspiración de las masas actuales. (Benjamin, 1989: 4)
El lector podrá encontrar ecos de esta reflexión en el texto que ofrecemos para su lectura. Adelantamos brevemente esta idea que, a mi modo de ver, abarca el
dominio teórico de las preocupaciones por contemporizar con una categoría analítica inasible, como la de juventud, vuelta instancia de la letra oscilante – de un significante a otro en una cadena semiológica que se desliza .
Jesús Martín-Barbero afirma que la inopia que escande la epistemey la techné, es la reducción de la técnica como utensilio del cogito. Nos reenvía entonces a las relaciones constitutivas que prefiguran y advienen, como en la obra de arte heideggeriana, en “lo constituyente de lo humano” (id., 124). Advierte el autor que hemos pasado del mundo de la técnica hacia la tecnicidaddelmundo .
No se trata de una fuerza impuesta por el artista en su capacidad de creación lo que conferirá a la obra de arte su aura, puesto que la cosa misma habilita las condiciones propias de la instalación en el mundo donde habrá de inscribirse la
obra de arte. Lo constituyente habilita la tecnificación del mundo. Lo eco-tecno - simbólico ha quedado impreso como lo constituyente de lo humano. Recordemos que en Heidegger se establece un corte con la fenomenología de Husserl, aun subsidiaria del cogitocartesiano, a favor de una concepción de la facticidad del existir como un mundo que ocurre o acontece y en-torno al cual hemos de cuidar y de cuidarnos (Heidegger, 2000: 105). Si en la obra de arte, el utensilio deja de ser una reducción de los significados a la concreción de la obra, que nos recuerda el trayecto de la condición existente del arte en sus múltiples circunvoluciones, por ejemplo, desde la raíz arbórea hasta su concreción como lápiz y su postrer uso por el dibujante, toda relación con el mundo es tecnificada y queda establecida de manera eco-tecno-simbólica. Es decir, una extensión proteica del cuerpo humano que establece una relación con el mundo, en tanto
que hay algo preexistente donde habrá de quedar constituida la relación entre humano y mundo, deviene tecnificación del mundo. El paisaje sería otro ejemplo de ello. Para comprender la ruptura a la que alude el pasaje que condensa la intención teórica en el trayecto del pensamiento de Martín-Barbero al que aludimos, me permito invocar el sentido tecnificado de lo humano al que alude Rosi Braidotti por el impacto en la concepción cartesiana que hace valer la
distancia entre sujeto-objeto, como un mundo pensado y construido por el pensamiento:
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La relación entre lo humano y el otro tecnológico ha cambiado en el contexto contemporáneo, para tocar niveles sin precedentes de proximidad e interconexión. La condición humana es tal que obliga al deslizamiento de las líneas de demarcación entre las diferencias estructurales, o entre las categorías ontológicas, por ejemplo, entre lo orgánico y lo inorgánico, lo original y lo manufacturado, la carne y el metal, los circuitos electrónicos y los sistemas nerviosos. (Braidotti, 2013: 108 )
En este contexto se inscribe la reflexión sobre la subjetividad que ha quedado mediada por las nuevas tecnologías de la información. Como una extensión proteica, la subjetividad ha sido virtualizada por el en-torno informático con sus
diversos impactos en el plano de la vida social: identidades, vínculos efímeros, expansión de redes, digitalización de los movimientos sociales, entre otros. Sobre este alegato se ha escrito una vasta literatura que se comprende en torno a una familia y figuras de semejanza -justo las figuras de lenguaje que el autor condensa como palimpsesto e hipertexto-: modernidad líquida y sus efectos de amplificación de la lógica de lugar en detrimento de la civilidad y las mínimas reglas de lo público para garantizar el tránsito efímero por la desmemoria y la vacuidad (Bauman, 2004: 111 ); vacío y ligereza a favor del adelgazamiento de las instituciones y de las relaciones sociales (Lipovetsky, 2016), saturación y ebullición
de las relaciones sociales (Gergen, 2006), el viaje imposible, los no lugares y la
futilidad de la nostalgia (Augé, 1998), territorios en movimiento y caosmosis (Deleuze y Guattari, 2008; Guattari, 1996 ), entre otros. En antropología, ocurre
algo semejante, la extensión proteica de los cuerpos y las nuevas ontologías,
apelan al artilugio de la subjetivación y la desjerarquización de relaciones sometidas a categorías unívocas por aquellas otras, más bien de tipo rizomáticas y no antropocéntricas (Viveiros de Castro, 2010 ).
El abanico de ensayos colectados en la obra comentada, tiene lugar y se apuesta por la transformación del ágora y de los modos de subjetivación establecidos o dispuestos por el vínculo electrónico e informático. Si la década de 1990 se ocupó por hacer de la ciudadanía una extensión de derechos en la esfera cultural, con propuestas como la de Renato Rosaldo (2000) sobre la creación de la cuarta dimensión ciudadana –ciudadanía cultural- y la democracia como forma de vida, por la filósofa María Pía Lara (1992); la primera década del
Siglo XXI, se las tiene que haber con la refiguración de la ciudadanía frente a los procesos de mayor movilidad y flujos de bienes, personas y códigos. ¿Q ué dimensiones de pertenencia socioterritorial habrán de prevalecer en la letra oscilante de la juventud?:
… hoy ser ciudadano tiene que ver con pertenecer a un lugar, pero la ci udad
hoy está atravesada por flujos, lo más quieto es cada vez más líquido, es cada vez más fluido. Entonces hay una contradicción: ser ciudadano es un arraigo
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pero a la vez te conecta con el mundo, esta doble de la ciudadanía hoy es
clave. El mundo comienza al otro lado de las tapias de tu barrio, necesitamos una ciudad sin tapias, necesitamos una ciudad que sólo los jóvenes pueden construir porque los jóvenes pueden conjugar el mundo con esa necesidad de raíz, de pertenecer a un grupo, de pertenecer a un barrio, a una tierra, a un lugar, a un horizonte, a una puesta de sol (Martín-Barbero: 2017: 184).
La afirmación sobre el estatuto de lo público rebasa las escalas de pertenencia socioterritorial. Hoy asistimos a la ampliación de la esfera de derechos y l a reformulación del estatuto de las fronteras entre público, privado, doméstico e íntimo. La discusión sobre globalización y localidad nos indica un camino de reflexión que demanda el abordaje de los problemas sociales más allá de sus
aristas románticas o modernas, es decir, hacia los vínculos lábiles, cambiantes y des-jerarquizados por las viejas categorías analíticas de herencia aristotélica. Los territorios son cambiantes en sus fronteras no menos que la concepción de bienes que se disputan desde el ejercicio ciudadano. Ahí la geopolítica se confronta con fenómenos sociales emergentes y concreta las ciudadanías en flujo. Es importante reconsiderar la obra de Jesús Martín-Barbero a la luz de la heurística de la movilidad y los procesos de desterritorialización (Deleuze y Guattari, 2008), las sociedades en red (Latour, 2008), la economía de signos (Lash y Urry, 1998), y otras vertientes del deflacionismo; la renuncia a la verdad y el post- nihilismo
(Rorty, 1996; Vattimo, 2010). ¿Por qué? Debido al carácter inaprehensible de la
juventud como categoría y apuesta por la vida en un mundo que se ha ensanchado y desafiado las aristas del espacio-tiempo, tal como lo concebía la
modernidad. También porque las relaciones sociales no gravitan, o cada vez lo hacen menos, en torno a las lógicas de pertenencia socioterritorial del estado nación o del pertrecho romántico en categorías esencialistas de carácter identitario y, por último, en función de la divergencia por establecer el valor de verdad en las relaciones sociales potenciadas por el vínculo electrónico, entre aquellos que apelan a la autenticidad versus quienes critican el estatuto del giro comunicacional e informático como concreción de un mundo de apariencias. Desde aquí una invitación a leer el texto de Jesús Martín-Barbero e introducirnos en otros caminos de apertura para acceder a la problemática indecidible de la juventud; comprendida como instancia de la letra oscilante… entre el palimpsesto y el hipertexto.
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